Artículo publicado en eldiariofénix.com
El otro día Twitter llegó a los quinientos millones de usuarios. O mejor dicho, a los quinientos millones de cuentas abiertas. Hay un número considerable de twitteros que no eclosionan y se quedan en forma de huevo para toda la eternidad, «In saecula saeculorum» —sirva la locución latina para darle más empaque a esta columna—. Al principio era más fácil, nada más hacerte socio de la aviar red, tu perfil cobraba forma de guácharo. Siempre es más fiable leer a un polluelo que a un embrión, a pesar de que con el ovoide hagan limpias los chamanes. También hay otros que no despegan el pico, nunca mejor dicho. A pesar de lo antepuesto, demos como bueno lo de los quinientos millones de gorjeadores.
Twitter, a mi juicio, tiene un inconveniente a destacar, el peligro de creer que la realidad es la red y lo que ocurre en ella, el pasarlo todo por el filtro —más bien color de rosa— del twiit-mundo. Por lo demás, como tengo contado hasta la saciedad, es mi red preferida.
La red antaño era refugio de unos cuantos, no muchos y cercanos al frikismo y ahora
También sirve para insultar a la cara a la celebridad que le tengas manía. Los domingos por la tarde suele ser muy entretenido darle cera a Pérez Reverte. El escritor y académico twittea con fruición las tardes dominicales. Es muy recurrido el «@perezreverte: eres un machista de mierda». Ya que no puedo escribir cómo él, lo insulto y si puede ser, con faltas de ortografía, que mola más.
Vengo observando, de un tiempo a esta parte y con preocupación, cómo hay gente que tiene un laxo concepto de la educación y los modales. Algunos van a degüello y faltándole al respeto hasta al lucero del alba. Sobre todo en cuestiones políticas o ideológicas. Twitteros que te mientan la madre en cuanto pones en duda cualquiera de sus preceptos inamovibles. No obstante, cómo muchas veces se dice, las redes sociales son el reflejo de la sociedad y a lo mejor es el ambiente, que está enconado de suyo.
¡Vaya! Lo que pretendía ser un análisis de los perfiles —o tipologías cómo antes se decía— más significativos de twitterland se nos ha vuelto a ir por los Cerros de Úbeda, la ciudad cordobesa por dónde sale el astro rey. Jalemos del ronzal a las palabras y reconduzcámoslas al objetivo pretendido y pergeñemos una clasificación twittera.
Para mí hay definidos dos grandes grupos de twitteros: las buenas y las malas personas.
Cómo en las malas películas, teníamos preparado otro final:
Están los que van de listos, que tienen una proporción de 1.000.000 a 1 entre seguidores y seguidos y que dictan normas, como si el balón fuese suyo. Los llamados gurús.
Y los que no les hacen ni caso.