Piero (Dennis Protopapa) y Christian (Giuliano Soprano) tras probar su valor en un atraco a una casa ingresan en la banda de las Hormigas, una pandilla de niños y jóvenes capitaneada por Testacalda (Alessandro Borghi) que se convierte en una especie de jefe-padre que da dosis de afecto a la vez que impone los castigos más crueles. En esta especie de comuna, no existe la propiedad, se comparten armas y motos, y sapos alucinógenos. La utopia de Celli no es apta para niños por sus altas dosis de violencia. El filme imprime un ritmo trepidante próximo a los videojuegos y reflexiona sobre conceptos universales como el valor de la amistad, la familia y la preocupación por el medio ambiente.