¿Quitar o echar? -el polvo, digo-. He ahí el dilema

Por Pecados Capitales @PecadosCap


Querido amig@,
Nunca creerás lo que acabo de leer en un periódico de tirada nacional…    La verdad es que cuanto más repaso la prensa diaria, más me indigno. Que digo yo que, por si no teníamos bastante con la crisis, los despropósitos de los políticos españoles, las subidas de los precios, las bajadas de los sueldos y un etcétera tan largo que mejor dejo la relación de cabreos diarios para otro momento o esta entrada será tan eterna y desagradable como el mismo Belcebú, pues ahora resulta que también me entero de algunas barbaridades de las que se hacen eco en los Medios de los que llaman de «prestigio».   Y es que es abrir un periódico y una se pone inmediatamente calentita —y no precisamente de la manera que debería hacerlo para dar rienda suelta a mi pecado—, y comienza a echar humo incluso por las orejas…   ¿Pues no dice El País que los hombres que ayudan en las tareas del hogar, practican menos sexo que los que se dedican a arreglar el jardín o lavar el automóvil? Sí, sí, alucina.   Que digo yo, que este tipo de encuestas y estudios deben de estar confeccionados por una panda de machistas irredentos que pretenden hacer patria atacando a la mujer del siglo XXI donde más le duele —es decir, en la cama—. Porque, la verdad, no me cabe otra posibilidad en la mollera.   En mi pueblo para este tipo de sandeces tiraban de un refrán muy castizo —y perdóname la basteza, pero no puedo remediarlo—. «¿Qué tienen que ver los cojones para comer trigo?». Pues eso, ¿qué tendrán que ver las labores domésticas con las relaciones sexuales? (Aunque te informo que al parecer la encimera de la cocina ponemucho a más de uno, y de una, y tirarseal contrario sobre la lavadora mientras da el centrifugado se ha puesto de moda desde el anuncio de las 50 sombras de Grey).     Pero a lo que vamos, que me pierdo.    El caso es que tú te preguntarás que para qué me dedico a husmear en estadísticas y estudios sesudos (que no sexuales) que a nadie le importan… Pues sí, tienes razón, pero es que, hij@, me saltan a yugular y me subyugan. Aunque tranquil@, que yo tampoco me creo ninguna, no sufras.   Y es que éste que nos ocupa tiene su mandanga… Se trata del análisis que ha llevado a cabo el Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales (CEACS) de Madrid, un organismo que pertenece al Instituto Juan March, y del que se ha hecho eco la American Sociological Association (como no podía ser de otra manera, porque de este tipo de soplagaiteces sólo nos hacemos eco los «estrechos» de los yankies y nosotros).

Sabino Kornich

   Pues bien, según Sabino Kornich, autor principal de la investigación, han descubierto «la importancia que tienen los roles de género socializados en la relación sexual dentro de un matrimonio heterosexual». Al parecer —y verás que entrecomillo sus palabras, porque yo soy reacia incluso a repetirlas—, «las parejas en las que los hombres participan más en tareas domésticas tradicionalmente realizadas por las mujeres, reportan tener relaciones sexuales con menos frecuencia. Del mismo modo, las parejas en las que los hombres participan más en las tareas tradicionalmente masculinas, como trabajar en el jardín, pagar las cuentas o reparar el automóvil, reportan una mayor frecuencia sexual».   Pues, como dirían mis gallegas compañeras pecadoras, ¡manda carallo! Que digo yo, que estos tíos tan listos del estudio —titulado, por cierto, Igualitarismo, quehaceres domésticos y frecuencia sexual en el matrimonio (original, ¿a que sí?)—, además de ser unos frustrados y buscar cualquier excusa para no «cumplir» como deben con su parienta, han olvidado avisar a los encuestados que lo del sexo se refiere a la práctica en sus propias camas, no a las del puticlub de la salida del pueblo… Porque, sin ánimo de ofender a nadie, no sé por qué me da a mí que el perfil socio-cultural de los voluntariosos jardineros y mecánicos «follarines» se corresponde más con el de los asiduos clientes de esos sórdidos tugurios que hay en el extrarradio de cualquier pueblo español que se precie.    Y claro, para que te hagas una idea más exacta de la fiabilidad del estudio, resulta que los que menos han practicado, o sea todos aquellos que se dignan a compartir las labores de su hogar con la parienta, dicen haber mantenido relaciones una media de 5,2 veces al mes (algo que no me cuadra demasiado, puesto que la sabiduría popular asegura que la mayoría son de «sábado, sabadete…», y me sobra un 1,2 que no sé muy bien donde encajar) mientras que el resto prometen una media más alta.    Sin embargo, lo que más me choca es que las mujeres descargadas de sus tareas (que ya tiene narices, como si la casa, los niños y la colada sólo fueran de ella), confiesan haber gozado de 5,6 ocasiones de despendole lujurioso. Y mi pregunta es, ese 0,4 de diferencia, ¿de dónde sale? ¿De algún «restregón» con alguno de los jardineros extra-hormonados que dan tanto de sí? ¡Si es que no puede ser! Lo de tener tanto tiempo libre no puede ser bueno… Porque, claro, mientras tu marido pone el lavaplatos, limpia el polvo y hace la cena al niño, a ella le da tiempo a darse un paseo por el jardín del vecino, que debe de estar podando las arizónicas…   En fin, lujurios@ mí@, que no hagas ni caso. Que como ves, en esta vida todo es cuestión de «polvo» —o lo quitas o lo echas—, pero yo sigo opinando que compartir es lo mejor del mundo, tanto a la hora que quitar como de echar. Yo sigo pensando que la pareja que comparte promete ser más perdurable, al menos el ambiente hogareño será más agradable y, llegado a este punto,  aunque haya que sacrificar algún achuchón... ¿qué es un grano de polvo en la inmensidad del océano? ¡Todo sea por la alegría familiar y la conciliación matrimonial!   ¡Hasta el próximo viernes, amig@! Feliz fin de semana (si es que te has dignado coger la gamuza, claro)