Quizás se fue en un sueño. Quizás nos dejó sobre un sueño de verano, con el calor justo y la brisa fresca, pensando en qué preparar para provocar sonrisas. Quizás se fue soñando en los abrazos conseguidos, en los besos dados, en las caricias, en los momentos en que la vista se perdía en algo pequeño y bello.
Como se fue durmiendo, Dora se os fue en un sueño. Y no en un sueño de línea, de esos que pasan cada 14 minutos. No, se fue seguro en un gran sueño, en un sueño de toda una vida. En uno de grana y oro, de gol en final de champions, de beso a los 15 años, de que vuelvan los idos y no se marchen los queridos.
Se fue Dora en un sueño y se llevó los vuestros. Pero sólo con la intención de hacer devolución de a poco a poco. Un día de abril para devolver el sueño de un beso de cuando os ibáis al San Pepe. Una mañana de un domingo de junio para traeros el sueño de cualquiera de sus bromas cigarrillo en mano. Una tarde cualquiera, y sin esperar os devolverá el sabor de una mesa alargada con amigos de los que nunca se pierden ni se alejan. Se fue en un sueño para estar siempre en los vuestros.
Se fue en un sueño y sé que eso no hace que duela menos fuerte ni menos tiempo. Se os irá el dolor acomodando, un poco en los brazos por no abarcarla, un tanto en los dedos por no tocarla, un mucho en los ojos por ya no verla, un mundo en los labios por no besarla. Pero al menos pensad que se os fue un sueño, y que siempre, siempre, ocupará los vuestros.
Para Susana, Berta, Álvaro y Félix, y para todos los que alguna vez sonreímos con Dora, que se nos ha ido en un sueño.