Tal y como decía Miguel de Unamuno: “Me duele España”. Pero, ¿cómo es posible que llegáramos a esta dramática situación? Se presupone que estamos en el llamado Primer Mundo, que las miserias son cuestiones de Africa, Iberoamérica y parte del Continente Asiático. ¿Quién no recuerda las cuestaciones para el Domund o las aportaciones a ONG’s? Casi un 30% de los niños españoles viven en riesgo de pobreza en España. Es la primera vez en la historia que ese índice es superior a los de más de 65 años, que se coloca en un 22% aproximadamente. Entonces, ¿qué sociedad estamos creando que se ceba en los más débiles? ¿Cuáles son las prioridades de nuestros gobernantes que dejan desamparados a aquellos que nos han dado su vida (Ver artículo) y a los que la van a dar? Tristemente, la respuesta la conocemos todos: los poderes financieros. Con casi 6 millones de desempleados –que no parados-, con más de 1 millón de familias que no reciben ningún tipo de ingreso, con no se cuantos –pero muchos- desahucios diarios, nuestros dirigentes destinan su esfuerzo y sus pocas neuronas activas, a dorarle la píldora a esas entidades que nos han arrastrado al precipicio. ¿Pero, esto qué es? La democracia se ha convertido en la Puta de Babilonia, pero no “per se”, si no por las actuaciones continuadas, siguiendo un plan pre-establecido de los gobiernos de turno. Hoy gobierna el PP. Antes el PSOE, pero antes el PP también. Los dos grandes partidos nacionales prácticamente siguieron la misma política social. Privatizar y privatizar. Esa es la cuestión. España se ha quedado sin empresas de las llamadas “de bandera”, y ahora se está quedando en la más absoluta de las miserias humanas. ¿Alguien le puede decir a ese cabeza de familia –hombre o mujer, da igual- que vivió por encima de sus posibilidades? (Ver artículo) ¿Cómo hay cojones para decirle a las miles de familias que no tienen que dar de comer a sus hijos que tienen que reducir y sacrificarse por el bien de España? ¿Ellos no son España? Estamos dejando un desierto en nuestra península Ibérica. Un desierto como el de las películas de Mad Max, en el que sólo podrán vivir aquellos que tengan recursos suficientes para poder hacerlo. Aquellos que podrán pagar la sanidad, la educación, la justicia y sus pensiones, dejando para la caridad a un buen número de ciudadanos que lo único que han hecho mal, es confiar su desarrollo a una pandilla de maleantes que en vez de usar el Colt como en el Viejo Oeste, usaron el poder de la moneda y la especulación. Hoy día, los llamados ricos, son más ricos, mientras la clase media –auténtico sostén de un estado desarrollado-, va desapareciendo engrosando las filas de las clases más pobres y necesitadas. Aún estamos a tiempo de crear un país distinto a nuestros hijos, para que éstos tengan un futuro mejor, y seguir con la tendencia de que nuestros descendientes vivan mejor que nosotros, tal y como hicieron nuestros padres y nuestros abuelos. Quo Vadis Hispania? Caveat praecipitium grex spuriis vocibus. (¿Dónde vas España? Directa al precipicio, empujada por un grupo de malnacidos)
Tal y como decía Miguel de Unamuno: “Me duele España”. Pero, ¿cómo es posible que llegáramos a esta dramática situación? Se presupone que estamos en el llamado Primer Mundo, que las miserias son cuestiones de Africa, Iberoamérica y parte del Continente Asiático. ¿Quién no recuerda las cuestaciones para el Domund o las aportaciones a ONG’s? Casi un 30% de los niños españoles viven en riesgo de pobreza en España. Es la primera vez en la historia que ese índice es superior a los de más de 65 años, que se coloca en un 22% aproximadamente. Entonces, ¿qué sociedad estamos creando que se ceba en los más débiles? ¿Cuáles son las prioridades de nuestros gobernantes que dejan desamparados a aquellos que nos han dado su vida (Ver artículo) y a los que la van a dar? Tristemente, la respuesta la conocemos todos: los poderes financieros. Con casi 6 millones de desempleados –que no parados-, con más de 1 millón de familias que no reciben ningún tipo de ingreso, con no se cuantos –pero muchos- desahucios diarios, nuestros dirigentes destinan su esfuerzo y sus pocas neuronas activas, a dorarle la píldora a esas entidades que nos han arrastrado al precipicio. ¿Pero, esto qué es? La democracia se ha convertido en la Puta de Babilonia, pero no “per se”, si no por las actuaciones continuadas, siguiendo un plan pre-establecido de los gobiernos de turno. Hoy gobierna el PP. Antes el PSOE, pero antes el PP también. Los dos grandes partidos nacionales prácticamente siguieron la misma política social. Privatizar y privatizar. Esa es la cuestión. España se ha quedado sin empresas de las llamadas “de bandera”, y ahora se está quedando en la más absoluta de las miserias humanas. ¿Alguien le puede decir a ese cabeza de familia –hombre o mujer, da igual- que vivió por encima de sus posibilidades? (Ver artículo) ¿Cómo hay cojones para decirle a las miles de familias que no tienen que dar de comer a sus hijos que tienen que reducir y sacrificarse por el bien de España? ¿Ellos no son España? Estamos dejando un desierto en nuestra península Ibérica. Un desierto como el de las películas de Mad Max, en el que sólo podrán vivir aquellos que tengan recursos suficientes para poder hacerlo. Aquellos que podrán pagar la sanidad, la educación, la justicia y sus pensiones, dejando para la caridad a un buen número de ciudadanos que lo único que han hecho mal, es confiar su desarrollo a una pandilla de maleantes que en vez de usar el Colt como en el Viejo Oeste, usaron el poder de la moneda y la especulación. Hoy día, los llamados ricos, son más ricos, mientras la clase media –auténtico sostén de un estado desarrollado-, va desapareciendo engrosando las filas de las clases más pobres y necesitadas. Aún estamos a tiempo de crear un país distinto a nuestros hijos, para que éstos tengan un futuro mejor, y seguir con la tendencia de que nuestros descendientes vivan mejor que nosotros, tal y como hicieron nuestros padres y nuestros abuelos. Quo Vadis Hispania? Caveat praecipitium grex spuriis vocibus. (¿Dónde vas España? Directa al precipicio, empujada por un grupo de malnacidos)