martes, 11 de marzo de 2025

Pat Metheny - MoonDial (2024)



En su día hablamos por aquí del disco “Dream Box” de Pat Metheny y contamos su origen en la revisión de bocetos y temas que tenía almacenados en su ordenador aprovechando los tiempos muertos que surgen en los viajes de las diversas giras. Como si se tratase de un bucle interminable, en el propio tour de presentación de “Dream Box” volvieron a generarse muchos de esos momentos vacíos que el músico aprovechó para ir componiendo nuevas piezas en los aviones y hoteles. Para ello se valió de otro de esos instrumentos hechos a medida por Linda Manzer, su colaboradora habitual para estos menesteres. En realidad no había tanta innovación en esta ocasión ya que se trataba de una guitarra barítono en la que la novedad frente a proyectos anteriores era que las cuerdas serían de nailon en lugar de acero. El motivo del cambio tiene su origen en el descubrimiento de unas cuerdas de fabricación argentina más resistentes de lo habitual y con un sonido que no recordaba tanto al del banjo. Además, Metheny jugó con las afinaciones para buscar una mayor expresividad ampliando el registro del instrumento por la parte más grave para poder alcanzar notas más bajas.


En “Moondial”, que iba a ser el título del nuevo trabajo, encontramos tanto composiciones propias como abundantes versiones de estándares del jazz y del pop, todo ello interpretado en una sola toma y sin edición posterior en el estudio por Metheny, que utiliza exclusivamente la guitarra especial de la que hablamos más arriba.


“Moondial” - El primer tema del disco es una pieza deliciosa, con regusto a bossa nova y un desarrollo muy propio del Metheny de sus primeros trabajos en ECM, lo cual es garantía sobrada de calidad. Un inicio perfecto para un trabajo que promete mucho.


“La Crosse” - Abundando en el tono introspectivo del disco, tenemos aquí otro corte lento más melódico y menos apegado a esquemas rítmicos preconcebidos que su precedente. Con un aire más jazzístico pero igualmente inspirado. Ideal para crear una atmósfera relajada y tranquila.




“You're Everything” - Primera de las versiones del disco, en esta ocasión de una composición de 1972 de Chick Corea para su disco “Light as a Feather” grabado con su banda Return to Forever. Un disco vocal con gran énfasis en la música brasileña aprovechando la presencia de la cantante Flora Purim. Curiosamente, Metheny se aparta de esa influencia en su versión ofreciéndonos una versión lenta y meditativa que se hace difícil reconocer.


“Here, There and Everywhere” - Metheny vuelve a los Beatles como hizo en el recientemente comentado aquí “What's It All About”. En esta ocasión lo hace con esta balada del disco “Revolver” de la que nos ofrece una introducción con el tema central de la misma y diversas variaciones improvisadas a continuación. Una preciosidad, en todo caso.




“We Can't See It But It's There” - El Metheny más impresionista nos regala esta pieza llena de melodías que se dibujan como meros retazos para deshilacharse poco después. Nos fascina el contraste entre las notas más graves y el resto que se aprovecha de la particular configuración de la guitarra barítono para esta grabación.


“Falcon Love” - Pese a ser una nueva composición propia, tenemos durante toda la escucha la sensación de estar oyendo algo ya conocido que no logramos identificar. Con dos partes muy diferentes, una primera lenta y ambiental y una segunda más directa y melódica, es uno de nuestros cortes preferidos del disco.




“Everything Happens to Me / Somewhere” - Medley entre una canción de 1940 de Matt Dennis popularizada por Frank Sinatra y la inmortal “Somewhere” de “West Side Story” escrita por Stephen Sondheim y Leonard Bernstein. Como suele ocurrir con los “estándar” (si no, no lo serían) tiene una importante carga melódica en sus dos partes pero nos parece particularmente interesante cómo se enfrenta Metheny a una melodía tan conocida como es la de “Somewhere”: con reposo, deleitándose con cada acorde pero desarrollando todo el potencial de la composición además de aportar los inevitables toques personales.


“Londonderry Air” - Otro tanto podríamos decir de esta popular melodía tradicional irlandesa que sirve de base para la conocidísima canción “Danny Boy”. Metheny hace una interpretación lenta y pausada, recreándose en cada compás. En esta ocasión, el tema original es apenas una excusa a la que el guitarrista se remite en los primeros instantes para desarrollar después sus propias ideas.


“This Belongs to You” - Composición original de Metheny que ya grabó en una versión con grupo en su disco “Unity Band” (2012). El enfoque más minimalista y desnudo que escuchamos aquí es interesante pero nos quedamos con el original.


“Shoga” - Uno de los pocos temas del disco que incide en la parte más rítmica de la guitarra de Metheny. En el contexto del disco contrasta con otros cortes pero en absoluto desentona. Quizá se nos hace algo corto y esperábamos un mayor desarrollo.


“My Love and I” - Llegamos ahora a esta canción escrita por David Raskin en 1954 para la banda sonora de la película “Apache”. El contrabajista Charlie Haden, buen amigo de Metheny, la tuvo durante un tiempo en su repertorio habitual y no es difícil entender por qué ya que se ajusta perfectamente a su estilo como lo hace también al del propio Pat.




“Angel Eyes” - Segunda canción de Matt Dennis que aparece aquí, en esta ocasión se trata de una pieza popularizada por la película “Jessica” (1953) en la que el propio Dennis era el encargado de interpretarla en pantalla. De nuevo opta el guitarrista por la tranquilidad y por una versión reposada y casi ambiental de una canción que, por otro lado, es muy fiel al original.


“MoonDial (Epilogue)” - Cierra el trabajo con una miniatura que no es sino una revisión del corte que lo abría minutos atrás



Con “MoonDial” son ya tres discos consecutivos de Pat Metheny centrados en la guitarra (en diferentes variantes) como único instrumento lo que no deja de ser sorprendente porque estamos ante un músico poco dado a repetir ideas y formaciones. También sus últimas giras están basadas en ese formato con lo que podemos pensar en un cierto alejamiento del músico de las colaboraciones con otros artistas o de la experiencia de tener una banda, aunque lo cierto es que desde la disolución del Pat Metheny Group nunca terminó de juntar una formación más o menos fija (ni la Unity Band ni el Unity Group o su Pat Metheny Trio duraron demasiado). Tampoco parece que la guitarra eléctrica le llame especialmente la atención en este momento ya que son sus variantes acústicas las que concentran sus esfuerzos más recientes. En todo caso, “MoonDial” es un muy buen disco que hará las delicias de los seguidores del Metheny más íntimo a la espera de próximos trabajos que pueden o no ir en esta misma línea. Pese a las apariencias, apostamos por un nuevo trabajo con una banda más o menos amplia a no mucho tardar pero con Metheny... ¿Quién sabe?

viernes, 28 de febrero de 2025

Ollivier Leroy & Jean Philippe Goude - Contréo (2010)



En todo este tiempo hemos tenido en el blog artistas con trayectorias de todo tipo pero pocas tan curiosas como la de Ollivier Leroy. Se trata de un pianista y compositor bretón que añade a estas características una extraordinaria voz de contratenor. Hasta aquí, nada parece especialmente sorprendente pero esto cambia cuando descubrimos que es un músico fascinado (diríamos que hasta obsesionado) con la música india. No solo con su vertiente clásica, como ocurrió con otros compositores como el propio Philip Glass sino con su variante más popular, especialmente con las canciones que adornan las producciones cinematográficas de “Bollywood”. Tanto es así que desarrolló varios proyectos dentro de ese estilo como Pandip, Shafali, o el más popular de todos: Olli & the Bollywood Orchestra. En todos ellos colaboró con un gran número de músicos indios e incluso se desplazó para grabar a Calcuta. Sin embargo, esto no significa que Leroy olvidase su formación clásica ya que a menudo ha combinado elementos de ambos mundos en su música. Hoy no vamos a hablar de su querencia por la música India sino de la colaboración que publicó en 2010 con uno de nuestros artistas favoritos: el compositor y multi-instrumentista Jean Philippe Goude. Coinciden así el interés de Leroy en la música contemporánea más próxima al minimalismo y al pop con el de Goude en el registro vocal de contratenor, que ha seguido explorando desde entonces.


Ambos artistas trabajaron sobre un conjunto de canciones escritas por Leroy en 2008 y 2009 a las que Goude aportó la instrumentación y los arreglos con la ayuda de su “ensemble” que son también los que participan en la grabación dando así forma a “Contreo”, título del disco y seguramente nombre también del proyecto ya que es el único que figura en la portada del álbum.




“Oh I Wish” - El inicio del disco es más electrónico de lo habitual en la música de Goude pero enseguida aparece su “ensemble” para contradecir esa idea casi al mismo tiempo que escuchamos la voz de Leroy acompañada del piano. En todo caso, los ritmos sintéticos están presentes y juguetean con las cuerdas y las maderas en una combinación a la que los seguidores de Goude estamos acostumbrados.


“The Departing Train” - El siguiente corte aparece dominado por las cuerdas que, por un lado, marcan el ritmo, y por otro dibujan las primeras melodías acompañadas de ritmos mecánicos, como de reloj antiguo. Con ese fondo va desarrollando su parte Leroy mientras empieza a crecer en segundo plano un ritmo irregular y complejo que podría haber firmado al mismísimo Richard D. James. Una combinación de minimalismo, drum and bass y aires barrocos que funciona maravillosamente bien.


“Sweeter than Roses” - Sobre un texto del geógrafo griego del S.II, Pausanias, el dúo desarrolla una pieza encantadora con el sabor de las producciones habituales de Goude. Una música de cámara muy cuidada con el peso repartido esta vez entre el piano y las cuerdas reservando las maderas para la parte melódica del final en un estilo muy próximo al de Wim Mertens.


“Wither's Rocking Hymn” - Escuchamos ahora una pieza del compositor británico Ray Vaughan Williams, única obra del disco no escrita por ninguno de sus dos protagonistas. Es una balada que en el arreglo de Goude tiene un cierto toque cinematográfico.


“My Friend” - El siguiente corte contrasta mucho con el resto del disco ya que es una canción en la que Leroy se acompaña de una guitarra acústica para cantar un tema que podría pasar perfectamente por una canción de Nirvana o cualquier otro grupo en esa misma línea. Ya en la segunda mitad de la pieza aparece el grupo de Goude pero sin interferir demasiado en el conjunto. En todo caso, es una gran canción.


“The Light of Heaven” - Un piano minimalista nos recibe en esta preciosa balada en la que escuchamos juegos vocales que no habían aparecido antes, con la particular voz de Leroy desdoblándose en diferentes pistas para dialogar consigo misma. Poco a poco se van deslizando sutiles ritmos electrónicos que explotan ya en el tramo final en un inesperado giro de guión que nos encanta.


“Someone” - Maravillosa miniatura juguetona y muy melódica la que escuchamos aquí en la que tenemos toques minimalistas e incluso impresionistas, muy en la línea de nuestros trabajos favoritos de Roger Eno, por poner un ejemplo. 


“Far” - Regresamos a las bases electrónicas en un formato de canción más cercano al pop. No está mal pero el dúo pierde aquí buena parte de la personalidad que adornaba el resto de temas del disco. De lo más prescindible del trabajo, sin duda.


“I'm on the Road” - Para el cierre del disco, Leroy y Goude vuelven a la esencia del mismo con un enfoque neoclásico y todo el protagonismo para la voz y el grupo. Es un tiempo medio de tono profundo en muchos momentos en el que hay influencias románticas que se deslizan entre los tonos minimalistas que abundan en el disco. Con el tiempo se ha convertido en una de nuestras piezas favoritas de la obra.



En los últimos años, Leroy se ha dedicado a poner nueva música a diferentes cortometrajes de animación de todas las épocas dotándolos de una banda sonora que no tenían en su origen o sustituyéndola por sus creaciones, no tan centradas ya en la música india. En su mayor parte lo hace en colaboración con el percusionista Pierre-Yves Prothais con quien realiza giras habitualmente. Goude, por su parte, sigue con su escaso ritmo de publicación de nuevos trabajos aunque en 2023 apareció su primer disco en muchos años. No hemos tenido ocasión de escucharlo aún pero estamos seguros de que terminará apareciendo por aquí.



sábado, 22 de febrero de 2025

Apocalyptica - Plays Metallica by Four Cellos (1996)


Aquellos que seguíamos diariamente el legendario programa de Radio3, “Diálogos 3”, en la segunda mitad de los años noventa nos familiarizamos con un nombre: la Academia Sibelius, de Helsinki. Ramón Trecet empezó a hablar de ella cuando nos presentó a Pirnales y, sobre todo, a Niekku, un grupo de folk finlandés formado en la Academia. Estamos hablando de una institución musical del mayor nivel de la que han salido algunos de los músicos más importantes en todos los ámbitos de las últimas décadas. Allí estudiaron los compositores Einojuhani Rautavaara o Aulis Sallinen, directores de orquesta como Paavo Berglund o Esa-Pekka Salonen pero también músicos de estilos alejados de la música clásica o del folk como el guitarrista de la banda de heavy metal Stratovarius, Matias Kupiainen, el bajista de la banda de rock gótico HIM, Mikko Paananen o la vocalista de Nightwish, Tarja Turunen.


También de la Academia Sibelius salió una banda con una propuesta verdaderamente original. La formaron cuatro violonchelistas con un interés común en la música de Metallica, quizá la formación más popular en el heavy metal de los ochenta y noventa. Eicca Toppinen, Paavo Lötjönen, Max Lilja y Antero Manninen fundaron Apocalyptica como una banda-tributo a Metallica con la que daban conciertos con un reconocimiento creciente aunque sin aspiración, al menos en un principio, de grabar discos y hacer una carrera importante como grupo. “Nos encantaba Metallica y solo queríamos interpretar su música con los instrumentos que sabíamos tocar que eran violonchelos. Tocábamos en un club de heavy metal en Helsinki cuando un tipo se nos acercó y nos preguntó si queríamos grabar un disco. Nos tomamos la propuesta a broma pensando ¿Quién querría escuchar esto en disco?. Bien. Cinco meses después del lanzamiento del disco, estábamos haciendo de teloneros de los mismísimos Metallica. Aún me parece increíble”. Así es como cuenta la historia Eicca Toppinen en la web de la banda.


Ese primer disco es el que vamos a comentar hoy y llevaba el descriptivo título de “Apocalyptica plays Metallica by Four Cellos”. El contenido era exáctamente eso: versiones de varios éxitos de la banda norteamericana con arreglos para violonchelo (con algo de ayuda de la electricidad) en los que encontramos una nueva visión, en algunos casos muy sorprendente, de la música de Metallica.




Abría el disco “Enter Sandman” del disco conocido como “Black Album” de la banda publicado en 1991. Es un arreglo muy rítmico que destaca en la segunda mitad la parte melódica de la pieza con gran virtuosismo por parte del solista. Sigue con el clásico “Master of Puppets” del disco homónimo de 1986 con el cuarteto lanzado a toda velocidad a través de los cambios de ritmo y las intrincadas melodías de una canción poderosísima que no pierde un ápice de energía en su traducción a instrumentos clásicos. El siguiente tema es uno de nuestros favoritos: “Harvester of Sorrow” del disco de 1988 “...and Justice for All”. El ritmo cadencioso de la introducción ejecutado por varios cellos a la vez es hipnótico y los arreglos muy conseguidos explorando todas las posibilidades del violonchelo, incluso como instrumento de percusión. La primera parte del disco la cierra “The Unforgiven”, del “Black Album” y lo hace de forma maravillosa. Es una excelente balada que en los arreglos de Apocalyptica se convierte en una auténtica preciosidad llena de delicadeza en su primera parte pero con mucho filo en la segunda, llena de momentos virtuosos. Si no es la mejor pieza del disco, puede entrar en discusión con cualquier otra. Seguimos con el mismo trabajo para escuchar “Sad But True”, otra descarga de energía que comienza con un tiempo medio muy marcado en el que podemos disfrutar de un excelente solo en el tramo final. El tema más antiguo de la colección es “Creeping Death” del disco de 1984 “Ride the Lightning” que suena fantástico en la versión de Apocalyptica, especialmente en alguno de los solos en los que se recrean con especial acierto. El último corte rescatado del “Black Album” es “Wherever I May Roam”, una pieza oscura que se adapta perfectamente a la tesitura de los violonchelos alcanzando momentos realmente opresivos antes de cerrar el trabajo volviendo al “Master of Puppets” con el tema “Welcome Home (Sanitarium)”, una pieza llena de dramatismo en el original, algo que los miembros de  Apocalyptica consiguen replicar aquí con gran acierto con un final apoteósico.




Una vez superada la sorpresa inicial de la propuesta de escuchar temas de heavy metal adaptados para una formación más propia de la música clásica, resulta que el resultado es menos descabellado de lo que podríamos pensar en un principio. De hecho, entre los músicos de metal suele haber un mayor número de formados en conservatorios que en otros géneros del rock y las estructuras y esquemas de muchos temas del heavy tienen abundantes influencias de la música clásica, especialmente del periodo barroco. Quizá por ello la apuesta de Apocalyptica funcionó tan bien llegando con su disco de debut a ser conocidos en todo el mundo. Disco este que acabamos de comentar que ha conocido varias reediciones a las que incluso se les ha añadido material adicional como un tema del LP de debut de Metallica que no estuvo representado en el disco original. Recientemente han lanzado una segunda parte con nuevas versiones de la banda norteamericana pero que no respeta estrictamente el espíritu del trabajo que hemos comentado hoy al contar con algunos instrumentistas invitados en varios temas, incluyendo miembros de Metallica.


Los siguiente discos de Apocalyptica mostraron el deseo de la banda de no quedarse estancados en el mismo formato. En su segundo trabajo ampliaron el repertorio sumando a las canciones de Metallica otras de bandas como Faith No More, Sepultura y Pantera además de incluir alguna composición propia. En discos sucesivos fueron incorporando cada vez más música original y más instrumentos convirtiéndose en una banda más cercana a la ortodoxia del género aunque manteniendo el violonchelo como instrumento central. Creemos que este trabajo puede gustar a un público muy amplio que va desde aficionados al heavy metal que no acostumbran a escuchar música clásica como el caso completamente opuesto. En todo caso estamos ante un disco original y sorprendente que nos llamó mucho la atención en su día y que, aún hoy, escuchamos con cierta frecuencia. Así se las gastan en directo: