miércoles, 12 de marzo de 2025

ALOFT BRUSSELS SCHUMAN (BRUSELAS)


ALOFT BRUSSELS SCHUMAN (****)
Pl. Jean Rey 
1040 Bruselas (Bélgica)

Habitación: 601
Fecha de entrada: 03/03/2025
Tarifa: 205€ SA

A mitad de camino entre el Edificio Berlaymont y el Parlamento Europeo, en una tranquila y desangelada plaza encontramos, junto a edificios de oficinas y otros modernos edificios de apartamentos, este cubo, de granito gris, con un gran reloj en una de sus fachadas y las letras de Hotel, sobre un acristalado local de hostelería algo ruidoso. Aunque el establecimiento tiene dos puertas de entrada sólo una funciona, en una calle lateral. Dos puertas correderas automáticas de cristal se abren a un pequeño espacio alfombrado, y otras dos puertas igualmente correderas automáticas de cristal nos dejan en la enorme recepción. 

Techos altos, con las instalaciones a la vista, poca luz, música moderna algo alta. Hacia la derecha, con una cristalera abierta a la ciudad hay una mesa de billar, un futbolín, algunas butacas, unas taquillas para dejar el equipaje, una mesita con unas bolsas de lavanda para subir a la habitación y favorecer el descanso y los dos ascensores, de puertas metálicas automáticas pintadas de colores. Hacia la izquierda, un poco elevada, una zona donde durante la mañana se sirve el desayuno y el resto del día se venden bebidas y alimentos desde unas neveras. Hacia adelante, amplio y colorista una enorme zona que hace las veces de bar, zona de descanso y tertulia con sofás, maderas, columpios, una zona con juegos de mesa, una barra de bar iluminada, un par de televisiones de generoso tamaño y una chimenea encendida.

Junto al mostrador de recepción, con dos puestos de trabajo, ocupados, hay una vitrina con recuerdos a la venta y una mesita con chucherías (caramelos, gominolas) y agua a disposición de los viajeros. Tras una pantalla de ordenador nos atiende simpático un joven que rápidamente chequea nuestra reserva, nos ofrece a reservar el desayuno (cosa que rechazamos), nos explica los horarios y servicios del hotel (wifi incluido), nos da las gracias por nuestra lealtad a la cadena, diciéndonos que nos ha hecho un upgrade a una habitación mejor y nos entrega un cartoncito con la tarjeta de madera que hará de llave de la habitación.

Nos acercamos hasta los ascensores, que se accionan acercando la llave a un lector. Por dentro, grandes, metálicos, con la pared del fondo de espejo. enorme botonadura en un lateral. Una pantalla ofrece información sobre los servicios del hotel. Las puertas se abren a un pequeño recibidor con varios carteles en negro que indican la dirección de las habitaciones. Moqueta en tonos oscuros azul verdosos, paredes en azul cielo, techos algo bajos con luminarias de cristal con cenefas de colores que general bastante luz en el pasillo. A derecha e izquierda, junto a pequeños carteles negros se abren las habitaciones con poderosas puertas también en tono azulado con manivelas metálicas y un lector de tarjetas en negro.

Tras la puerta, un espacio de paredes en gris, suelo de gruesa moqueta en distintas tonalidades de gris. A la izquierda, una columna de interruptores, con la ranura para la tarjeta algo rota, lo que nos impide encender la luz adecuadamente. Encima, el display del aire acondicionado que, de sencillo manejo, funciona de forma silenciosa y eficaz. Allí mismo y hacia la izquierda está el armario y el baño. Un paso más adelante entramos en el generoso dormitorio. Una cama doble con un colchón de generoso calibre situado sobre un canapé de madera negra. Vestida con un mullido edredón nórdico, cuatro almohadas de distinta dureza y dos rulos de vivos colores se empotra contra un cabecero de madera con una lámina que dibuja un plano de la ciudad. En él dos apliques de metal negro con luz para el trabajo desde la cama. A cada lado sendas mesillas de madera, pequeñas, con interruptores y enchufes normales y de USB. Sobre una de las mesillas, el mando de la televisión. Sobre la otra, un altavoz bluetooth de aire retro al que se puede conectar la música de nuestro móvil. Sobre la cama se ofrece un mullido y nuevo albornoz con zapatillas de material natural.

La pared del fondo aparece ocupada por una larga mesa de madera oscura negra. Sobre ella un moderno teléfono inalámbrico. Bajo ella una silla de trabajo (giratoria y con ruedas) en piel verdosa, una papelera, un minibar vacío y dos enchufes disponibles. A la derecha de la mesa y anclado a la pared hay un flexo de aire retro con buena luz para trabajar. Por encima, una enorme pantalla plana de televisión y una estrecha y larga ventana con vistas a la calle que se puede cubrir con un foscurit y unas pesadas cortinas en tono azul. Al lado de la mesa hay un generoso maletero de madera negra, y a continuación una moderna butaca tapizada en amarillo con un cojín de vivos colores. Tras ella, una enorme ventana practicable de aluminio negro, también con vistas a la calle y también protegida por un foscurit y unas cortinas azules. 

En la pared de la izquierda hay un dibujo de formas geométricas y una lámpara redonda anclada a este, de luz indirecta que genera una cálida sensación. A su lado hay una pared de cristal opaco que comunica con la cabina ducha dejando entrar allí parte de la enorme luminosidad que entra por las ventanas. Detrás del cabecero, en un hueco que ofrece la madera se presenta una tabla de planchar y una plancha. 

El hotel resulta tranquilo, la insonorización interior es bastante adecuada igual que la exterior, aunque por la mañana el pesado ruido de la capital (tráfico, sirenas...) entra en la habitación. Aún así el descanso no es difícil. La sensación general del dormitorio es de comodidad y modernidad.

La zona del baño arranca con un gran armario de madera abierto, sin puertas. En un cuerpo una zona de baldas y un colgador apaisado con media docena de perchas normales, una caja fuerte, una cafetera de cápsulas, un hervidor de agua y varios juegos de café, te, azúcar, tazas y vasos. En otro cuerpo hay unas revistas sobre la ciudad, y una enorme bolsa de papel para la lavandería. 

Justo enfrente, a la izquierda de la puerta de entrada, una enorme encimera de mármol blanco con patas de metal acoge un exento lavabo de porcelana blanca con un poderoso y moderno grifo monomando del que sale un casi ridículo chorrito de agua. Sobre la encimera, igualmente se presenta una lata de agua mineral, una caja de plástico blanca con pañuelos de celulosa, dos toallas de manos, una pastilla de jabón en una jabonera de plástico blanco, un bote de crema hidratante y dos vasos de cristal. Anclado a la pared un secador de buena potencia. Por debajo, una papelera metálica de pedal y una toalla de lavabo colgando de un discreto toallero. Enfrente, un espejo hasta el techo, del que además cuelga un alargado aplique metálico que ofrece una potente luz. 

Tras una pesada puerta corredera, también de espejo, entramos en la zona 'de aguas'. Aquí el suelo cambia de la moqueta a un porcelánico en color gris. En primer lugar encontramos el inodoro, con cisterna empotrada y dos botones de descarga. Por encima de ella una repisa con un par de rollos de papel higiénico, un toallero con dos toallas y un pie de ducha y una percha metálica para colgar el albornoz que se nos ofrecía sobre la cama. Allí mismo, y protegido por una mampara de cristal con puerta encontramos la cabina de ducha. En su interior tres botes de champú anclados a la pared y una ducha rematada en un grifo de teléfono. La temperatura es descomunal (el agua caliente casi hierve) pero la presión y el caudal resultan desesperadamente escasos. Lástima. En el techo hay un extractor de aire que funciona con la luz ofreciendo un desagradable sonido. 

Por la mañana, en la recepción una joven nos atiende amablemente para realizar los trámites de pago, factura... Nos explica, además, el funcionamiento de unas consignas en las que podemos dejar el equipaje de forma segura el tiempo que necesitemos. 

Calidad/precio: 7
Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 4
Estado de conservación: 8
Desayuno: 
Valoración general: 7.5

domingo, 23 de febrero de 2025

HOTEL AZZ VALENCIA CONGRESS (PATERNA - VALENCIA)


AZZ VALENCIA CONGRESS HOTEL & SPA(****)
Botiguers 49
46980 Paterna (Valencia)

Habitación: 401
Fecha de entrada: 28/01/2025
Tarifa: 

A las afueras de Valencia, rodeado de carreteras de circunvalación, junto a una rotonda, varios solares vacíos, una gasolinera y una agencia de alquiler de coches encontramos un edificio exento, rectangular, en cristal y acero oscuros, levantado sobre una contundente planta baja rodeada de jardines con piscina. Un enorme pórtico, majestuoso diríamos, permite a los coches acceder hasta la misma puerta del establecimiento. Todo el frontal de esa planta baja aparece en cristal. De arriba a abajo, llenando de luz natural toda la enorme recepción, la cafetería y el comedor.

Tras una mullida alfombra con algunas jardineras a ambos lados, una puerta corredera de cristal automática nos introduce en un espacio gigantesco, con el techo altísimo. A derecha e izquierda algunos sofás de piel para la tertulia o la espera. Hacia la izquierda el bullicioso restaurante, y de frente, al fondo el mostrador de recepción. Antes, algunas vitrinas de cristal ofrecen a la venta recuerdos turísticos, y una máquina de bebidas ofrece café e infusiones. Suelo de mármol negro, paredes en madera oscura y poca luz. 

También de madera, labrada, es el enorme mostrador, terminado en mármol negro sobre el que hay algunos carteles de información del hotel, y un marco con la clave del wifi, que es gratuito y veloz en todo el establecimiento. Un joven nos atiende de forma rápida y eficaz. Nos entrega un cartoncillo con la tarjeta que hará de llave de la habitación, nos explica los horarios del desayuno y nos aclara algunas cosas sobre los servicios del hotel. Giramos sobre nuestros pasos y encontramos los dos ascensores. Modernos, panorámicos, con media caja en metal, con la botonadura, y la otra media de cristal, muy sucio, con vistas al exterior del edificio. Dentro, un par de carteles informan de los horarios de restauración del establecimiento y de una oferta en el spa. 

Las puertas metálicas se abren a un gran hall, bastante oscuro. Una mesa con un centro de flores y algunos carteles que indican la dirección de las habitaciones. Suelo de moqueta oscura, paredes en madera, luces puntuales, algo escasas. 

La puerta de madera oscura se abre a un oscuro pasillo de cuidada madera marrón. Paredes en vescom gris verdoso. A la izquierda hay una ranura para la tarjeta, que activa la -otra vez- escasa iluminación de la habitación. A su lado, un maletero de madera, y a continuación un armario alto y estrecho, con un pomo metálico. En su interior dos almohadas, una manta y una pequeña barra colgadora. El techo, metálico practicable, cruje en cuanto encendemos el aire acondicionado, ya que sus conductos van pegados al interior del mismo. Junto al armario un pequeño baño que mantiene el suelo de madera y paredes en porcelánico blanco. Un inodoro, sobre el que hay un toallero metálico don dos toallas de ducha, un pequeño lavabo, alargado y estrecho, con una moderna grifería monomando incrustado en un armario de madera. A su lado, en la pared, un bote de jabón de manos y otro de loción corporal. Por encima, un espejo. Por debajo, una papelera de metal negro con pedal. Dos puntos de luz en el techo. A la derecha, detrás de la puerta, una cabina de ducha con un rociador de efecto lluvia y una alcachofa de teléfono. La presión, el caudal y la temperatura del agua son magníficas. Las juntas de la mampara de cristal están muy deterioradas por la humedad, circunstancia que se repite en el suelo, de madera, en la puerta y en el rodapiés. También las paredes negras del interior de la ducha dejan ver excesivos restos de humedad, y en el ambiente también flota un cierto aroma húmedo. Un bote de champú, uno de acondicionador y otro de gel se presentan anclados a la pared. 

Después de la puerta de ese pequeño baño hay un espejo de cuerpo entero con un fino marco de madera. Y un paso más adelante accedemos a un enorme, desangelado y oscuro salón. Dos puntos de luz son claramente insuficientes para el espacio que se remata al fondo por una enorme cristalera con una ventana practicable con amplias vistas al exterior del hotel, aquí a la puerta principal y allá viendo casi el aeropuerto. Protegida por un destartalado foscurit y un visillo en color crudo. En la pared derecha una pequeña televisión plana, un feo cuadro, una planta artificial sobre una mesita y una butaca de piel blanca y cuerpo metálico. En la pared de la izquierda hay un sofá cama tapizado en tela color crudo, con un cojín, junto a una mesa baja cuadrada de madera y una enorme puerta corredera que nos introduce en el dormitorio. En la pared restante de ese salón se presenta un larguísimo escritorio, generoso, pero sin apenas luz. Sobre él una cafetera Nespresso, una caja con varios servicios de café e infusiones, un par de folletos informativos del hotel, un enchufe y una lámpara de metal con tulipa en tela negra. Por debajo una butaca de trabajo en metal y piel blanca, una papelera con una bolsa de plástico negra y un minibar con dos botellas de agua mineral de cortesía. Encima de la lámpara está el display del aire acondicionado. Funciona de forma sencilla y ruidosa pero muy efectiva con el modo automático que le hace detenerse cuando se ha alcanzado la temperatura adecuada. Sin embargo, por la mañana, en los baños, faltos de climatización, se nota un poco de frío.

Tras la puerta corredera accedemos al dormitorio en si. Buen tamaño. A la derecha un armario bajo algo desvencijado con un par de cajones. Sobre él un feo jarrón con unas plantas decorativas artificiales y una pequeña televisión de pantalla plana colgada de la pared. Al fondo, otra pared igualmente acristalada con las mismas vistas del salón protegida por un foscurit algo menos destartalado y un visillo crudo. Bajo la ventana una butaca de piel blanca y metal y una mesa redonda de centro.

De frente se ubica la cama. Amplia, pero algo corta para los que somos de tamaño xxl. Cuatro almohadas de distinta dureza y tamaño. Un cómodo colchón de buen calibre descansa sobre un escaso canapé en negro. Una funda nórdica suave ayuda al descanso. Sobre la cama, además hay dos toallas una de baño y otra de lavabo. A cada lado sendas mesillas con cajones en madera, a juego con el cabecero sobre el que se apoya todo el conjunto. Sobre las mesillas enchufes disponibles y sendas lámparas metálicas con tulipa de tela de color negro. En una de las pesillas un teléfono. En la otra, el mando a distancia de la televisión.

En el lado izquierdo del dormitorio está el armario, de puertas correderas de metal y cristal opaco. Dentro, media docena de perchas antirrobo colgando de una barra. Casi en el suelo una pequeña cajonera, una caja fuerte y la bolsa de la lavandería.

El descanso es sencillo porque el hotel resulta tranquilo y la insonorización excelente. Tanto la exterior, como la interior (aunque también es cierto que el espacio de la habitación hace que estemos muy lejos de la puerta). El foscurit no termina de detener toda la luz exterior en la mañana.

Al lado del armario, con una puerta de madera que no cierra encontramos un enorme baño, muy deteriorado por la humedad. De frente, y tras un pasillo, está el lavabo de porcelana blanca, estrecho y ancho, con un moderno grifo monomando y una escasa encimera en la que hay dos vasos de cristal sobre sendas servilletas de papel negras. Incrustado en un armario de madera con varias puertas. Dos puntos de luz se ubican sobre esa zona. A la derecha, un secador de pelo, un bote de jabón y crema hidratante y un toallero con una toalla de lavabo, blanca de buena factura, como toda la lencería que se ofrece. A la izquierda, y protegido por una puerta de cristal que no llega hasta el techo y que golpea abajo con el rodapié al cerrar, encontramos un espacio con el inodoro y el bidet con tapa. Ambos en porcelana blanca y situados muy juntos. En la pared, un par de portarrollos.

Frente a esa puerta encontramos una enorme bañera sin mampara ni cortina, en porcelana blanca, rodeada de paredes en pizarra negra, muy deterioradas por la humedad, igual que los rodapiés y las juntas del suelo. Un grifo de teléfono anclado a media altura (sin enganche en la parte superior) y un casi caído toallero de fino metal. Presión, caudal y temperatura excepcionales, pero resulta complicado ducharse sin llenar de agua todo el espacio. Gel y champú en dos botes anclados en la pared. Una toalla de baño y un pie de ducha en una zona algo remetida en la que los daños causados por la humedad son todavía más visibles.

Por la mañana, en un amplio comedor con vistas a un patio interior se ofrece el desayuno buffet. Dos amplias zonas presentan todos los productos: zumos, platos calientes (huevos, salchichas, bacon...), fiambres, quesos y jamón, distintos tipos de pan, fruta cortada, tomate rallado, cereales, mantequillas y mermeladas, algo de bollería de floja factura y una máquina de café que podría ser mejorable.

Después, en la recepción un trámite simpático y rápido con una empleada para decir que nos vamos.

Calidad/precio: 
Servicio: 8
Ambiente: 7
Habitación: 8
Baño: 7
Estado de conservación: 5
Desayuno: 7.5
Valoración general: 7.5

martes, 11 de febrero de 2025

AC HOTEL ALGECIRAS (ALGECIRAS - CÁDIZ)

AC HOTEL ALGECIRAS (****)
Carretera del Rinconcillo esq Hermanos Portilla
11204 Algeciras (Cádiz)

Habitación: 507
Fecha de entrada: 20/01/2025
Tarifa: 85€ (AD)

Delante mismo del puerto, con buenas vistas a las enormes grúas de la terminal marítima y al peñón de Gibraltar. Un edificio moderno exento, de siete alturas, revestido en granito gris oscuro con un cubo con el logo de la cadena en el tejado. La mitad del edificio es el hotel AC. La otra mitad, es otro hotel de una cadena francesa. Delante una enorme rotonda, y alrededor casas bajas y algunas zonas ajardinadas en las que -a veces- es posible encontrar sitio para aparcar. 

En una de las esquinas del edificio encontramos, casi inclinada, la puerta de acceso. De cristal, giratoria, sobre una alfombra mullida con el logo del hotel. Nos deja en un espacio alargado, y alto. En dos alturas. Sensación de modernidad. Muy parecida al resto de hoteles de la cadena. Suelo de madera clara, paredes de cristal que dejan pasar la luminosidad del mediterráneo. Tras la puerta, una zona con sofás y butacas en piel de colores naturales para esperar o charlar, una mesa baja con algunos libros, y  una pequeña zona de tienda de conveniencia con algunos productos de alimentación, bebidas y recuerdos. Hacia la derecha, el poderoso mostrador de recepción, en piedra gris oscura con una moldura en mármol negro. En la parte de abajo, el logo de la cadena. La misma piedra que compone el mostrador, compone el cuadro que hay detrás del mismo. Sobre la repisa de mármol negro del mostrador hay algunos displays con información sobre el hotel. Dos puestos de trabajo con todos los papeles bastante ordenados.

Nos atiende un simpático joven que en menos de treinta segundos nos da el cartoncillo con la tarjeta que hará de llave de la habitación. Nos explica el funcionamiento del wifi, que es sencillo, veloz y estable en todo el alojamiento y el horario del desayuno. Giramos hacia la izquierda y junto a un enorme mural de colores encontramos los dos ascensores, justo antes de la media docena de escaleras que nos subirían al restaurante de desayunos y alguna de las salas disponibles en el hotel. El ascensor, amplio, oscuro y moderno, mantiene el mismo suelo de madera clara que la recepción. Paredes oscuras. Puertas metálicas automáticas, botonadura también en metal, con una pantalla que debería indicar la planta por la que vamos, pero que está fija en el número 7. Un cartel con información de los horarios del hotel, y una pared de espejo. 

Las puertas se abren a un distribuidor con varios carteles que indican a derecha e izquierda la dirección de las habitaciones. El suelo muda a moqueta oscura, mullida, que amortigua los ruidos de las maletas. Luces indirectas, pocas. Puertas de madera oscura con modernos pomos metálicos de apertura por contacto. Tras la puerta, que cierra con fuerza (lo que provoca ruidos durante la noche en algunas habitaciones cercanas), el suelo pasa a ser de madera oscura, en estrechas lamas. A la derecha, la ranura para la tarjeta de la luz, una puerta de cristal opaco con el acceso al baño, el display del aire acondicionado, con un montón de botones, pero que funciona de manera eficaz, aunque ruidosa. Paredes en vescom oscuro. Un paso antes de entrar en el dormitorio hay una columna a modo de armario que incluye además de un par de estanterías, una nevera con puerta de cristal y escaso y caro surtido y una caja fuerte. El techo de esa zona es de madera oscura con un punto de luz de fuerte intensidad.

El dormitorio resulta generoso. A la izquierda, bajo un cuadro en blanco y negro de motivos marinos un largo maletero de metal y piel gris mullida. Después un generoso escritorio con una pequeña televisión, una lámpara de mesa en metal con tulipa blanca y la carta del room service. Debajo una cómoda silla de trabajo en metal, giratoria y con ruedas, una papelera de piel negra y un enchufe disponible para los aparatos electrónicos. 

La pared del fondo está protegida por un nuevo y blanquísimo foscurit y por dos visillos también muy blancos. Una potente ventana practicable en aluminio gris nos asoma a amplias vistas del puerto más importante del Estrecho. Junto a la ventana, una confortable butaca de metal y piel negra. 

A la derecha encontramos la cama. Generosa. Sobre un pequeño canapé gris se levanta un confortable colchón de enorme calibre vestido con un suave nórdico blanco. Cuatro cómodas almohadas en blanco con una tira gris en un extremo. Todo ello apoyado sobre un cabecero en tela marrón. A cada lado, hay dos bandas metálicas que sostienen unas repisas de metacrilato negro que hacen las veces de mesilla. En una de ellas un moderno teléfono, una botella de agua de cortesía, un bloc de notas y un bolígrafo. En la otra, varios folletos del hotel y el mando a distancia de la tele. Debajo, un enchufe disponible. Encima dos apliques de luz en metal con tulipa blanca y dos focos reflectores de luz intensa para el trabajo en la cama. Los interruptores, en negro sólo permiten dos opciones de luz: todo encendido o todo apagado, a excepción del foco reflector de lectura. Quizá podría conseguirse un mejor juego lumínico, pero el resultado no es del todo malo.

La pared restante la ocupa el armario de puertas correderas. A derecha e izquierda sendos espejos de cuerpo entero. En el centro, protegido por unas puertas de madera y metacrilato blanco que deja pasar la luz del interior encontramos el armario con una larga barra colgadora con media docena de perchas normales de madera con el logo de la cadena. Una balda larga y una repisa en la que se ofrece la bolsa de la lavandería.

El descanso resulta cómodo, el foscurit consigue parar la luz exterior con bastante eficacia, y el hotel resulta tranquilo, aunque durante la noche, y especialmente a primera hora, molestan algo los portazos de las habitaciones cercanas que se levantan temprano y las voces en el pasillo, ya que la puerta de la habitación aísla poco.

El espacio del baño resulta correcto. Mantiene el suelo de madera igual que la habitación. Paredes blancas. Tres puntos de luz en el techo, creando sombras incómodas delante del espejo. A la derecha hay una encimera de cristal con el grifo monomando demasiado alejado dejando poco espacio para lavarse bien las manos. Alguna de las juntas está rajada y se escapa agua al suelo. Sobre la encimera una toalla de manos, una pastilla de jabón y un bote de crema hidratante. Delante un generoso espejo hasta el techo. Al lado un secador de pelo. Debajo de este, en un armarito metálico con ruedas hay una toalla de ducha, otra de lavabo, una cajita de pañuelos de papel y un gorro de ducha. Cuelga del lavabo una barra metálica con una toalla de lavabo. 

Justo enfrente un inodoro y un bidet de porcelana blanca. Al fondo una enrome bañera con media mampara de cristal. Dentro un toallero con una mullida toalla blanca. Tres botes de champú, gel y acondicionador anclados a la pared, una moderna grifería que se remata con una ducha de teléfono algo destartalada por la que sale el agua a buena temperatura, y presión, pero faltando un puntito de caudal. 

Por la mañana, en un largo y tranquilo salón de moderna decoración, atendido por una servicial empleada de color, se sirve un completo desayuno buffet. Fruta cortada y preparada, platos calientes (huevos revueltos, bacon, champiñones, tortillas...), fiambres y quesos, cereales, bizcochos caseros, bollería algo industrializada, panes, yogures, mantequillas, mermeladas, frutos secos, zumos naturales y tres máquinas de Nespresso que ofrecen un muy correcto café.

Después una empleada, más preocupada por unos mails que tiene sobre la mesa, que por nosotros, nos cobra la estancia entregándonos la factura.  

Calidad/precio: 8
Servicio: 8.5
Ambiente: 8
Habitación: 8.5
Baño: 7.5
Estado de conservación: 8
Desayuno: 8
Valoración general: 8.5

martes, 28 de enero de 2025

HOTEL SALVADORA (VILLENA - ALICANTE)


HOTEL SALVADORA (*)
Avda de la Constitución 102
03400 Villena (Alicante)

Habitación: 106
Fecha de entrada: 19/12/2024
Tarifa: 49€ (SA)

En el mismo centro de la pequeña población alicantina un feo edificio de ladrillo rojo remodelado en su parte delantera, donde está el restaurante del mismo nombre, encontramos este modesto y vetusto alojamiento. En la esquina de la calle, y tras dos escalones accedemos a un pequeño porche con algunas macetas. Allí mismo dos ruidosas puertas automáticas de cristal y aluminio negro nos introducen en la pequeña recepción. Algunas macetas grandes en el suelo, una papelera, un par de sillas de esas de sala de espera de centro de salud y una mesa con antiguos folletos de atracciones de la zona. Luz fría, paredes en estuco amarillo, silencio.

De frente, el mostrador de recepción, de madera clara brillante. Sobre él, un cartel indica un número de teléfono al que llamar en caso de que no haya nadie atendiendo. Enseguida llega una simpática joven que nos saluda por nuestro nombre. En la limpia y ordenada mesa que hay bajo el mostrador ya está preparada nuestra llave, de grueso y pesado llavero metálico de los de antes, un papel con la clave del wifi (que funciona perfectamente) y el mando de la televisión. Nos pide el DNI que fotocopia rápidamente, nos cobra la estancia y nos indica que podemos recoger la factura por la mañana.

Un estrecho pasillo de paredes estucadas en amarillo con suelo de terrazo blanco recubierto por una alfombra negra nos conduce a la habitación que se encuentra en esa misma planta. Antes pasamos junto a las viejas escaleras y a un ascensor de puerta manual de color rojo. 

Puerta de madera oscura, con una pequeña placa metálica con el número de la habitación. Pomo negro de plástico con la llave que se abre con dificultad. Dentro, espacio más que ajustado. Suelo de dañada madera de color natural, paredes estucadas en rosa y azul muy claros y techo en blanco. Caemos directamente sobre el dormitorio. A la derecha la puerta del baño, también de madera con pomo metálico dorado. A la izquierda un interruptor de la luz, que prende dos apliques metálicos situados sobre la cama. Luz fría poco efectista. A su lado un poderoso armario exento de madera brillante, algo desvencijado. Dos cuerpos. En uno baldas y cajonera. En el otro una barra colgadora con una decena de finas perchas de madera antirrobo. Junto a él un espejo con un marco en madera y dorado, y a continuación, en el estrechísimo espacio que deja el pie de la capa para pasar, una pequeña televisión de pantalla plana y un perchero de otra madera con tres perchas.

En la pared del fondo hay un pequeño, incómodo y casi impracticable (por espacio) escritorio con una lámpara de cristal en la pared que se enciende con un tirador y dos enchufes disponibles. Bajo él un pequeño radiador apagado y una silla de madera algo destartalada tapizada en azul. Una fea cortina de tonos azules y un visillo protegen una ventana de madera barnizada brillante, con portillos y con vistas a una impracticable persiana. Apenas hay espacio para sacar la silla.

En el lado derecho del dormitorio encontramos el viejo mando del aire acondicionado. Funciona ruidosamente pero de manera eficaz durante un rato. Luego deja de funcionar. En el centro, la cama. Grande para ser individual y algo pequeña para ser doble. Colchón cómodo y una larguísima almohada. Vestida con unas suaves sábanas, una colcha morada con flores y un edredón del mismo color algo sucio. Dos feos cojines en blanco y gris tratan de darle un punto decorativo al conjunto. A cada lado sendas mesillas, de madera con tapa de cristal. Por debajo cajones. La cama está empotrada contra un pequeño cabecero de madera que queda asimétrico con las mismas. A cada lado hay un enchufe disponible y un interruptor para la luz, que en uno de los lados queda algo alejado de la cama. 

Durante el día se escuchan bastante los ruidos y voces de la recepción. Incluida una impresora de cinta que escupe papel continuo durante un largo rato. Por la noche la tranquilidad del hotel permite conciliar pronto el sueño hasta que muy temprano en la mañana empiezan los movimientos en las habitaciones contiguas y la recepción.

El baño resulta de tamaño adecuado, pero de aspecto algo vetusto. Suelo y paredes en porcelánicos de tonos arenas. De frente un lavabo exento con moderna grifería monomando con buen caudal y presión. Encima, una repisa de cerámica blanca con dos sobres de champú, dos pastillas de jabón y dos vasos de plástico. Por encima un espejo rectangular hasta el techo. Buena iluminación que se activa a la vez que un ruidoso extractor situado en la bañera. A un lado, el toallero con dos toallas grandes de lavabo de justa calidad. Al otro, un bote de jabón de Mercadona. Debajo una papelera y una banqueta de plástico. 

A la izquierda está el inodoro, sin cisterna. Esta se descarga con un interruptor (como de luz) situado encima. A su lado, una escobilla de plástico y a continuación la bañera, protegida por una fea y antihigiénica cortina. En el interior, un toallero recoge dos grandes toallas blancas de ducha de calidad adecuada, que junto con el pie de ducha completan el juego de lencería. La grifería está completamente destartalada y se nos cae de las manos al intentar adecuarla a nuestra altura. Presión y caudal correctos. Por encima, el techo, que es practicable, está bastante deteriorado. 

Por la mañana en la recepción otra señora amable nos espera con un sobre con la factura en el interior. Despedida y adiós sin más. 

Calidad/precio: 6
Servicio: 6
Ambiente: 4
Habitación: 4
Baño: 5
Estado de conservación: 3
Desayuno: 
Valoración general: 5

martes, 14 de enero de 2025

H10 PALACIO COLOMERA (CÓRDOBA)


H10 PALACIO COLOMERA (****)
Plaza de las Tendillas 3
14002 Córdoba

Habitación: 307
Fecha de entrada: 28/11/2024
Tarifa: 

En el corazón de la ciudad andaluza, en el mismo centro comercial de la misma y a un paso del casco histórico, en una animada plaza llena de locales de hostelería encontramos un edificio clásico, completamente reformado, encalado, con una terraza superior entre dos labradas torres. Cristal en toda la planta baja que nos deja a la vista desde el exterior el bar y la recepción. Entre dos macetas, y bajo un pequeño porche con el nombre del hotel en letras metálicas accedemos al establecimiento, salvando unos escalones y cruzando una alfombra gruesa y unas puertas correderas automáticas. Dentro, de frente encontramos una espectacular escalera antigua en mármol muy labrado. Delante, un coqueto patio andaluz, bien decorado con sofás y butacas para la conversación en torno a mesas bajas. En el centro un pozo decorado con flores de pascua. 

Hacia la izquierda, señalizado con un cartel encontramos un espacio casi circular, completamente acristalado a la calle con dos escritorios de trabajo con sendos ordenadores. Una bandeja ofrece agua fresca, café y dulces de cortesía. Tras la mesa, nos atiende una joven muy amable. Nos pregunta por nuestro viaje, por si es la primera vez en el hotel y nos ofrece una copa de vino o de cava. Rápidamente prepara los trámites de registro, nos hace firmar un par de documentos sobre alergias y el registro policial y nos entrega un cartoncito con la tarjeta de la habitación, y otro con una bebida de cortesía por ser miembros preferentes del programa de fidelidad de la cadena. Después se levanta y nos acompaña por los pasillos del hotel hasta el edificio en el que se encuentran nuestras habitaciones mientras nos explica el funcionamiento del wifi, que es bastante sencillo a través de un portal de conexión y correcto en su utilización, el horario y lugar del desayuno y algunas curiosidades sobre el hotel.

Atravesamos el primer patio del hotel y a continuación, por un pasillo pasamos junto a un salón acristalado que hace las veces de coqueta biblioteca. Todo huele a nuevo y moderno. Luces indirectas, cristal, tonos claros... Una puerta de cristal nos saca al pequeño patio en el que está la piscina, con ruido de agua incluido. A su alrededor una valla de cristal, y en su interior tumbonas, hamacas y sillas. Una puerta de cristal nos introduce en el edificio anexo. Allí, junto a restos arqueológicos de un pozo medieval conservados para ser visitados encontramos un ascensor de puertas negras automáticas. Su interior, en vidrios negros y espejo, y suelo de piedra. Moderno, con botonadura metálica y una pantalla con anuncios de los servicios del hotel. Allí se despide de nosotros la recepcionista. 

El ascensor de abre a un vestíbulo delante de las escaleras. Suena música navideña en el suave hilo musical. Indicadores metálicos estilizados adheridos a la pared nos orientan en la dirección adecuada a nuestra habitación. Hacia la derecha encontramos un pequeño pasillo de gruesa moqueta en tono rosa en el que encontramos dos habitaciones. Grandes puertas de madera, modernas, con un tirador de metal negro y un lector de tarjetas, redondo también en negro. Los números en metal sobre la madera, y una tira de led sale del marco creando una agradable sensación.

Tras la puerta entramos directamente en el dormitorio. Cuadrado, moderno, luminoso, con un suave aroma. Suelo de madera natural muy cuidada, aunque en su mayoría está recubierto por una gruesa alfombra en color gris claro. Paredes en color crudo con algunas molduras clásicas. Techo en blanco con una decena de puntos de luz y un moderno ventilador de techo. A la izquierda de la puerta, el moderno mando digital para manejar el aire acondicionado, que no necesitamos encender, porque la temperatura de la habitación es más que agradable. Aún así, su manejo resulta sencillo, casi silencioso y bastante eficaz. En la pared encontramos un televisor de plasma. Debajo una sencilla mesa de trabajo en madera y finas patas metálicas. Debajo una incómoda butaca tapizada en terciopelo azulón. Sobre ella una botella de cristal con flores artificiales, un par de folletos del hotel y un flexo de aire retro en metal negro algo desmontado. A su lado un enchufe disponible. 

En el lado derecho encontramos la puerta del baño con un interruptor de B-ticino y a continuación un armario de doble cuerpo. El primero, abierto, incluye un minibar con buen -y carísimo- surtido y una modernísima caja fuerte digital, ambos encerrados en un armario de color blanco brillante. Encima, una bandeja de cortesía con una cafetera Nespresso. Cuatro juegos de café, dos botellas de agua mineral, vasos y tazas con unas galletas en un dorado armario iluminado con una tira de led. A su lado un armario de cuerpo entero en madera natural. En su interior cajones en la parte de abajo, una barra colgadora para colgar la ropa 'de frente', la bolsa de la lavandería y un paraguas con el logo del hotel. Por encima una balda con dos mantas envueltas en plástico.

En la pared del fondo, junto a un espejo de cuerpo entero con sencillo marco de metal retroiluminado encontramos el pequeño balcón con vistas al coqueto patio de la piscina. Un visillo en tonos ocres y dos grandes cortinones a juego, que hacen las veces de foscurit, impiden el paso de la luz exterior. 

A la izquierda encontramos las dos camas. Colchones cómodos de gran calibre vestidos con un elegante nórdico de rayas, suave y ligero. Tres grandes almohadas de distinta dureza se apoyan sobre un cabecero de tela gris. A un lado una mesilla alargada, de madera y metal oscuro, con una lámpara de noche que se enciende con una pera, un jarroncito de porcelana con otras flores artificiales, una bandeja dorada y el mando de la televisión. Debajo una papelera de piel negra y una especie de banqueta metálica en tonos cobrizos. Por encima, enchufes disponibles (incluido uno USB) e interruptores para las luces. Lástima que el juego de luces sea sólo encendido todo o apagado todo. Sólo hay una opción de encender unos pequeños y potentes reflectores negros, para el trabajo desde la cama, ubicados encima del cabecero. En el otro lado de la cama la mesilla es redonda, y allí se presenta un bloc de notas, un bolígrafo y una lámpara dirigible de pie en metal negro. Por encima del cabecero dos cuadros con marco de madera y escenas de la ciudad.

El baño resulta algo pequeño. Pero moderno, con una curiosa luminosidad algo amarilla procedente de algunas tiras de led situadas en el espejo. Suelo de baldosas porcelánicas hexagonales en tonos grises. Una encimera de granito color cobrizo recoge un lavabo exento en piedra negra con una moderna y ostentosa grifería algo suelta que funciona bien aunque con escaso caudal. Sobre la encimera encontramos también un par de jarroncitos de vidrio con detalles vegetales, dos vasos de cristal, recubiertos por unos cartoncillos que nos invitan a ahorrar agua, una caja con un variadísimo set de amenities envueltas en cajitas de color negro con el logo de la cadena (peine, lustrazapatos, set dental, de afeitado, gorro de baño...). A la derecha, en la pared, un bote de jabón de manos y otro de crema hidratante. Por encima, un espejo rectangular, retroiluminado que incluye un círculo de aumento. Del techo cuelga una bola de luz de cristal. Por debajo, en una balda, una bandeja con el secador de pelo de buena potencia, una caja oscura con pañuelos de celulosa, dos toallas de manos, dos enormes de baño y dos albornoces con zapatillas de felpa completan un más que correcto set de lencería, todo ello en blanco de buena calidad con el logo de la cadena. 

En el lado izquierdo encontramos, junto a una ventana protegida con un estor en tono crudo un moderno inodoro, algo bajo, con cisterna empotrada en la pared. Sobre él dos láminas con detalles de la ciudad. A un lado un portarrollos y al otro una escobilla de baño. En el lado derecho la sugerente cabina de ducha. Protegida por unas puertas correderas desde el techo hasta el suelo en metal y cristal. Suelo blanco y paredes en pequeña porcelánica del mismo color. Dentro, en la pared, tres botes anclados con champú (de dulce aroma), gel y acondicionador. La moderna grifería dispone de dos botones para elegir qué grifo queremos que funcione y una manecilla para seleccionar la temperatura. Una terminación en efecto lluvia, y un grifo de tipo teléfono. Buena temperatura en ambos pero al efecto lluvia le falta un poco de caudal.

En un luminoso y gran comedor se sirve por la mañana un amplio buffet atendido por una amable, simpática y servicial camarera que nos explica la ubicación de los productos y nos sirve en la mesa el zumo de naranja natural y un croissant. Platos calientes (huevos fritos, revueltos, salchichas, tomate, champiñones, judías...), embutidos, fiambres y quesos, bocadillos preparados, cereales, una seria variedad de panes, fruta cortada y preparada, yogures y otros lácteos, bebidas frías y un par de máquinas de correcto café sin más.    

Por la mañana, en la salida del hotel, un joven nos atiende, algo más frío y distante que la llegada. 

Calidad/precio: 
Servicio: 9
Ambiente: 9
Habitación: 8
Baño: 8
Estado de conservación: 9
Desayuno: 9
Valoración general: 9

miércoles, 11 de diciembre de 2024

PULLMAN BRUSSELS CENTRE MIDI (BRUSELAS)

PULLMAN BRUSSELS CENTRE MIDI (****)
Pl. Victor Horta 1
1060 Bruselas 

Habitación: 419
Fecha de entrada: 18/11/2024
Tarifa: 

Anejo a la Gare du Midi, en la parte sur de la ciudad, encontramos un edificio en esquina de siete plantas en granito negro que combina en el vértice, con otro en forma de cilindro y en tonos ocres, donde encontramos la enorme puerta giratoria de entrada bajo un enorme pórtico metálico con dos robustas columnas decoradas con algunas macetas altas. Todo ello delante de una plaza adoquinada llena del típico trasiego ferroviario. No en vano debajo se encuentra la terminal del Eurostar que viaja a Londres.  

La acristalada planta baja recoge la recepción. A la izquierda un tranquilo bar, una gran escalera giratoria en blanco con unas bolas enormes en dorado alrededor. De frente una pared de madera en tono gris con media docena de butacas en tonos anaranjados para la espera y algunos indicadores de los servicios del hotel. A la derecha, además de alguna butaca más hay tres pequeños mostradores, individuales para la recepción. Luz tenue, música suave. Nos atiende un joven de origen árabe en casi perfecto castellano. Muy amable y correcto, el trámite de registro se hace rápido. Nos entrega un cartoncillo con la tarjeta que hará de llave de la habitación. Nos explica el horario del desayuno y el funcionamiento del wifi que es rápido y estable en todo el edificio. Sensación de modernidad y calma con un punto de lujo afrancesado.

Volvemos sobre nuestros pasos hasta un luminoso espacio en el que se encuentran los cuatro modernos ascensores de puertas automáticas metálicas. Su interior, estrecho y largo dispone de grandes carteles con los servicios del hotel y la carta del restaurante. Un par de paredes de espejo y el suelo de mármol. Botonadura de metal con un lector de tarjetas para activarlo. Las puertas se abren a un amplio recibidor al que llegan varios pasillos. Gruesa moqueta marrón oscura. Paredes en madera oscura con tiras de luz que retroiluminan el espacio. Anchura. Un montón de sábanas y toallas para limpiar se acumulan feamente en la puerta del office. Junto a las habitaciones, pequeños recuadros retroiluminados con el número de la habitación en metal. 

Una puerta gris, oscura, pesada, con una manivela metálica y un lector de tarjetas en negro nos introduce en la habitación. La puerta se cierra con fuerza detrás de nosotros en un espacio moderno con suelo de moqueta algo rojiza un poco desgastada, paredes en blanco y chocolate y madera blanca brillante. A la derecha, la ranura para meter la tarjeta y activar la luz abundante que llena la estancia. A la izquierda las dos puertas del armario, discretas. Una en blanco, la otra, completamente de espejo. En el interior, iluminado, una parte con un largo colgador con cuatro perchas normales, una tabla de planchar y su plancha. En la otra parte, algunas baldas, la bolsa de la ropa sucia y unos folios y sobres. A continuación un armario retroiluminado ofrece una bandeja de cortesía con un hervidor de agua, varios juegos de café y justo debajo cerrado por sendas puertas una caja fuerte y un minibar, de puerta transparente en el que se ofrecen dos bricks de agua de cortesía con la marca de la cadena. 
En el lado derecho de ese pasillo de acceso al dormitorio, iluminado por dos puntos de luz desde el techo, encontramos una puerta, algo maltrecha, con acceso a un pequeño espacio de paredes laterales en blanco, y en la del fondo, de porcelana negra igual que el suelo, incrustado, un inodoro. Cisterna empotrada con dos botones para descarga total o media. Dos portarrollos, una escobilla y una papelera metálica. Un punto de luz en el techo.

Un paso más adelante entramos en el dormitorio. De tamaño correcto, sin grandes espacios. En el lado izquierdo, siguiendo el armario que contiene el minibar se presenta un maletero con tiras metálicas y a continuación un largo sofá de cómodos cojines en piel de tono crudo. Sobre él, una buena pantalla plana de televisión, y al final del sofá varios cojines, entre otros uno azul. Además un enchufe disponible y un interruptor que ilumina dos enormes lámparas que cuelgan allí del techo sobre una mesa redonda algo incómoda para trabajar bajo la que hay un puf de piel marrón y una papelera de plástico negra. 

La pared del fondo está ocupada por la ventana, que no es practicable, y que da a un oscuro patio de luces con vistas a las otras habitaciones. Visillos blancos como de plástico corren rápidos por los railes del techo, y un fuerte foscurit en color crudo impiden el paso de la escasa luz exterior por la mañana. 

A la derecha de la estancia, la cama. Sobre un canapé recubierto con tela blanca se presenta un colchón normal pero bastante confortable. Vestido con un suave nórdico de cuatro almohadas. Dos de ellas son cuadrantes algo grandes y las otras dos cojines algo duros. Dormir sobre ellos resulta bastante incómodo. La cama aparece empotrada contra un cabecero de madera y blanca con dos bloques tapizados en piel para apoyarse para la lectura o el trabajo. A ambos lados, interruptores de b-ticino y enchufes disponibles para los cargadores. Por encima del cabecero salen dos brazos dirigibles de luz para la lectura, aunque su potencia puede resultar un poco escasa. En el lado izquierdo hay una mesilla exenta de cristal blanco con el mando de la televisión. Sobre ella cuelgan otras dos grandes lámparas redondas de fría luminosidad. A la derecha, la mesilla es simplemente una madera incrustada en el cabecero sobre la que hay una cálida lámpara de noche de tulipa blanca, un bloc de notas, un lapicero y un teléfono.

Junto a la puerta del baño está el sencillo mando del aire acondicionado. Una rueda para la potencia y otra para la temperatura, señalados con una luz interior. Lástima que esté casi caído y no funcione. La insonorización interior es formidable. La exterior podría mejorar un poco y se escuchan los pasos y voces del pasillo. La oscuridad se alcanza casi por completo, y eso sí, el hotel resulta tranquilo. 

Al baño se accede a través de una pesada puerta corredera. Dejamos atrás la moqueta para pisar suelo de porcelana marrón casi chocolate, que también recubre las paredes. Dos puntos de luz en el techo caen sobre una encimera de silestone blanco sobre la que hay dos toallas de manos, una caja metálica de pañuelos de papel, una bandeja de metacrilato con dos vasos de cristal y otro de plástico que ofrece el juego de amenidades (dos lustrazapatos, dos gorros de ducha y dos limas de uñas). La encimera recoge un pequeño lavabo rematado con una buena y moderna grifería Grohe. Por ella poco caudal de agua, que además traga con dificultad por el desagüe. Por encima de la encimera y hasta el techo, un enorme espejo que sostiene otro redondo y pequeño de aumento. En la pared derecha un bote de jabón de manos y otro de crema hidratante. Por debajo, una balda blanca con patas metálicas presenta una báscula digital, un secador de pelo de escasa potencia metido en una bolsa de tela, dos toallas de lavabo y dos toallas de ducha, todas ellas en blanco y de excelente calidad. 

A la izquierda queda la cabina de ducha, generosa y sugerente. En la pared, anclados tres botes de gel, champú y acondicionador. Un punto de luz en su interior ilumina con fuerza la zona destacando el brillante de la porcelana de suelo y pared. La puerta de cristal no termina de cerrar bien, y allí encontramos también el pie de ducha. Un grifo termostático moderno nos permite regular la salida de agua a través de una ducha de teléfono, o de otra, superior de efecto lluvia. Excelente temperatura y presión, aunque falta un punto de caudal. 

Por la mañana, en un elegante restaurante, con ventanales a la plaza en la que se ubica el hotel se sirve un completo desayuno buffet. Café de Nespresso, zumos de naranja y multivitaminas, platos calientes (huevos revueltos, judías, gofres, tortillas, bacon, salchichas, verduras...), y fríos (fiambres, ensaladas, encurtidos, quesos...). Bollería crujiente, varios tipos de pan de buena factura, mermeladas, mantequillas, chocolates, cereales y fruta preparada y cortada.

Después, en recepción, en el mismo buen castellano de la llegada, nos despiden cálidamente, interesándose por si todo ha estado a gusto durante nuestra estancia. 

Calidad/precio: 
Servicio: 9
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 8
Estado de conservación: 7.5
Desayuno: 8
Valoración general: 8.5

miércoles, 27 de noviembre de 2024

MOXY BARCELONA (BARCELONA)


MOXY BARCELONA (****)
Calle Mallorca 1
08014 Barcelona

Habitación: 571
Fecha de entrada: 13/11/2024
Tarifa: 165€ (SA)

El antiguo Expo Hotel reconvertido en la cadena joven del grupo Marriott. Ubicado a pocos metros de la estación de Sants, en el tranquilo inicio de la calle Mallorca, junto a un enorme supermercado, algunos bares y restaurantes y varios modernos edificios corporativos. Un voladizo lleno de luces nos indica a distancia la ubicación del hotel. Pared de cristal con enorme puerta giratoria decorada con inscripciones de colores. Dentro un espacio con sofás, cojines, luces, juguetes, música alta y al fondo cuatro ascensores que indican que la recepción se encuentra en la planta 3. 

Amplios y modernos ascensores, con paredes de colores con dibujitos, un panel con la distribución de las plantas, botonadura metálica y un aparato lector de tarjetas para acceder a los pisos de las habitaciones. En la planta tercera, las puertas se abren a un largo espacio que corre a derecha e izquierda. Techo bajo, música muy alta, hacia la derecha alguna salas de reunión, el gimnasio y una zona más tranquila. A la izquierda una larguísima barra de bar, muy bulliciosa donde se termina de servir el desayuno y en cuyo extremo está el mostrador de recepción.

Tres puestos de trabajo con tres empleadas jóvenes vestidas de manera informal. Espacio demasiado apretado. El mostrador lleno de cartelitos con dibujitos y mensajes optimistas y botes con caramelos. Quizá demasiado ancho, las empleadas quedan demasiado lejos. Nos atiende una de ellas. Fría y distante nos pide la documentación y tramita con ella un rato. Luego nos entrega sin más un cartoncito con la llave de la habitación en su interior y una moneda de casino que podemos intercambiar por una bebida de cortesía en el bar. Sin más. Una de las pizarras indica el modo de conectarse al wifi, que es veloz y gratuito en todo el hotel. Y volvemos hacia los ascensores, que se abren de nuevo dos plantas más arriba para acceder a la habitación.

A la salida de los mismos encontramos un largo pasillo a derecha e izquierda. Pintado en gris y amarillo con una mullida moqueta en los mismos tonos. Junto a algunas habitaciones, durante toda la estancia, encontramos algunos vasos sucios, botellas de cerveza que no recogió el servicio de limpieza. Se nota que la renovación no se ha terminado del todo o del todo bien y hay desconchones en las aristas de las esquinas, rodapiés y en algunas puertas. Luz abundante, quizá algo fría e indirecta. Junto a las puertas, grises con modernos pomos metálicos de apertura por contacto, unos carteles con el número de la habitación en grafía algo espacial.

La puerta cierra con golpe fuerte. Tras ella, el espacio es estrecho y largo. Paredes en blanco y gris oscuro. Suelo de limpia y nueva madera de color, también gris. A la derecha varios interruptores para las luces, incluyendo uno de apagado general, y la puerta gris del baño, con pomo metálico. En el techo un punto de luz potente. Un paso más adelante entramos en el dormitorio. A la izquierda, una reja con perchas colgando a modo de indiscreto armario, y un estrecho espejo de cuerpo entero con una luz retroiluminada por detrás. A la derecha el sencillo display de manejo del aire acondicionado que funciona eficaz y silenciosamente. A su lado tres ganchos redondos para colgar abrigos y otras prendas. Abajo un banco corrido de madera con un cojín de piel gris. Bajo el mismo, y en incómodo acceso una caja fuerte. Allí mismo hay un maletero de tijera en metal negro con tiras de tela negra. La parte de atrás de la cama, que queda en medio de la habitación es un espacio con un par de baldas, una zona para dejar maletas y una papelera de plástico.

La cama queda empotrada entre dos maderas de color gris tapizadas en piel, con una tira de led que la recorre generando una agradable sensación lumínica. Sobre un canapé de madera natural en la que todavía hay pegatinas de su embalaje se dispone un colchón normalito vestido con una suave y agradable funda nórdica de rayas. Quizá al estar pegada a la pared hacer la cama no resulta fácil y su aspecto exterior no es demasiado acogedor: arrugas, rayas torcidas. Dos almohadas cómodas, dos cojines marrones y uno negro completan el conjunto de descanso. Sobre el cabecero queda una repisa generosa en la que encontramos dos potentes reflectores de luz para trabajar desde la cama, enchufes normales y USB,  interruptores para apagar todas las luces y un teléfono grande de aire retro. En la parte baja de la cama hay una tira de led que se enciende cada vez que ponemos el pie en el suelo y se apaga automáticamente al cabo de un rato de falta de movimiento. 

En el desangelado espacio que queda entre la cama y el balcón hay una butaca tapizada en amarillo junto a una mesa redonda baja de centro en madera y metal negro. Una repisa de madera sostiene una enorme pantalla plana, con brazo dirigible para verla desde la cama. Bajo ella otro enchufe. A su lado un corcho y una madera sostenida por unas tiras de piel que hace las veces de incomodísimo escritorio bajo el que hay una incómoda banqueta redonda de tela gris y piel blanca.

Al fondo una luminosa terraza con vistas a la puerta principal. Protegida por un visillo blanco y sendos foscurit de color gris y blanco que consiguen parar bastante la luz exterior. Potente aluminio gris para las puertas que insonorizan bastante la calle. Fuera, una sencilla barandilla de cristal y dos sillas metálicas amarillas y grises. 

El descanso es correcto, pero por la puerta, que no termina de encajar bien se cuela algo de luz del pasillo y todos los ruidos del mismo, especialmente las puertas al cerrar. 

El baño es moderno. Rectangular. Algo estrecho. Paredes negras, suelo de la misma madera que la habitación. Enfrente sobre un armario de estructura metálica negra una encimera de silestone blanco que recoge un pequeño lavabo con moderna grifería negra de la que sale agua con escasísima presión. Sobre ella una caja negra de pañuelos de celulosa, dos vasos de cristal sobre posavasos de papel y un bote de jabón de color rosa. Por debajo una balda con el secador de pelo en una bolsa de tela negra, una papelera negra metálica y dos mullidas toallas de lavabo, que con las dos de ducha que hay en el interior de la misma y el pie de ducha completan un agradable juego de lencería. Sobre la encimera un espejo redondo con marco negro y dos potentes focos de cristal, que generan una luminosidad agradable. 

A la derecha de la puerta, el inodoro, con la cisterna incrustada en una pared de madera de la que sobresalen los botones para su vaciado. A su lado dos portarrollos metálicos negros y dos perchas, también negras. Un punto de luz en el techo. A la izquierda, la cabina de ducha protegida por una mampara de cristal y puerta corredera. Suelo blanco y paredes de porcelana también blanca. En su interior un toallero metálico negro y una jabonera a juego. Dos botes de gel/champú y acondicionador en rosa anclados a la pared, y una ducha metálica negra de moderna factura. Buena temperatura pero lamentable presión y caudal. Apenas cae agua. 

Por la mañana, en la salida del hotel encontramos una larguísima cola para el proceso de check out. Un joven vestido de forma curiosa se nos acerca y nos ofrece un bote lleno de caramelos. Luego, en el mostrador, la misma frialdad que en la llegada y el engorroso trámite de facturación y pago. Y adiós. 

Calidad/precio: 7
Servicio: 6
Ambiente: 7
Habitación: 8
Baño: 6
Estado de conservación: 8
Desayuno:
Valoración general: 7