AC HOTEL ALGECIRAS (****)
Carretera del Rinconcillo esq Hermanos Portilla
11204 Algeciras (Cádiz)
Habitación: 507
Fecha de entrada: 20/01/2025
Tarifa: 85€ (AD)
Delante mismo del puerto, con buenas vistas a las enormes grúas de la terminal marítima y al peñón de Gibraltar. Un edificio moderno exento, de siete alturas, revestido en granito gris oscuro con un cubo con el logo de la cadena en el tejado. La mitad del edificio es el hotel AC. La otra mitad, es otro hotel de una cadena francesa. Delante una enorme rotonda, y alrededor casas bajas y algunas zonas ajardinadas en las que -a veces- es posible encontrar sitio para aparcar.
En una de las esquinas del edificio encontramos, casi inclinada, la puerta de acceso. De cristal, giratoria, sobre una alfombra mullida con el logo del hotel. Nos deja en un espacio alargado, y alto. En dos alturas. Sensación de modernidad. Muy parecida al resto de hoteles de la cadena. Suelo de madera clara, paredes de cristal que dejan pasar la luminosidad del mediterráneo. Tras la puerta, una zona con sofás y butacas en piel de colores naturales para esperar o charlar, una mesa baja con algunos libros, y una pequeña zona de tienda de conveniencia con algunos productos de alimentación, bebidas y recuerdos. Hacia la derecha, el poderoso mostrador de recepción, en piedra gris oscura con una moldura en mármol negro. En la parte de abajo, el logo de la cadena. La misma piedra que compone el mostrador, compone el cuadro que hay detrás del mismo. Sobre la repisa de mármol negro del mostrador hay algunos displays con información sobre el hotel. Dos puestos de trabajo con todos los papeles bastante ordenados.
Nos atiende un simpático joven que en menos de treinta segundos nos da el cartoncillo con la tarjeta que hará de llave de la habitación. Nos explica el funcionamiento del wifi, que es sencillo, veloz y estable en todo el alojamiento y el horario del desayuno. Giramos hacia la izquierda y junto a un enorme mural de colores encontramos los dos ascensores, justo antes de la media docena de escaleras que nos subirían al restaurante de desayunos y alguna de las salas disponibles en el hotel. El ascensor, amplio, oscuro y moderno, mantiene el mismo suelo de madera clara que la recepción. Paredes oscuras. Puertas metálicas automáticas, botonadura también en metal, con una pantalla que debería indicar la planta por la que vamos, pero que está fija en el número 7. Un cartel con información de los horarios del hotel, y una pared de espejo.
Las puertas se abren a un distribuidor con varios carteles que indican a derecha e izquierda la dirección de las habitaciones. El suelo muda a moqueta oscura, mullida, que amortigua los ruidos de las maletas. Luces indirectas, pocas. Puertas de madera oscura con modernos pomos metálicos de apertura por contacto. Tras la puerta, que cierra con fuerza (lo que provoca ruidos durante la noche en algunas habitaciones cercanas), el suelo pasa a ser de madera oscura, en estrechas lamas. A la derecha, la ranura para la tarjeta de la luz, una puerta de cristal opaco con el acceso al baño, el display del aire acondicionado, con un montón de botones, pero que funciona de manera eficaz, aunque ruidosa. Paredes en vescom oscuro. Un paso antes de entrar en el dormitorio hay una columna a modo de armario que incluye además de un par de estanterías, una nevera con puerta de cristal y escaso y caro surtido y una caja fuerte. El techo de esa zona es de madera oscura con un punto de luz de fuerte intensidad.
El dormitorio resulta generoso. A la izquierda, bajo un cuadro en blanco y negro de motivos marinos un largo maletero de metal y piel gris mullida. Después un generoso escritorio con una pequeña televisión, una lámpara de mesa en metal con tulipa blanca y la carta del room service. Debajo una cómoda silla de trabajo en metal, giratoria y con ruedas, una papelera de piel negra y un enchufe disponible para los aparatos electrónicos.
La pared del fondo está protegida por un nuevo y blanquísimo foscurit y por dos visillos también muy blancos. Una potente ventana practicable en aluminio gris nos asoma a amplias vistas del puerto más importante del Estrecho. Junto a la ventana, una confortable butaca de metal y piel negra.
A la derecha encontramos la cama. Generosa. Sobre un pequeño canapé gris se levanta un confortable colchón de enorme calibre vestido con un suave nórdico blanco. Cuatro cómodas almohadas en blanco con una tira gris en un extremo. Todo ello apoyado sobre un cabecero en tela marrón. A cada lado, hay dos bandas metálicas que sostienen unas repisas de metacrilato negro que hacen las veces de mesilla. En una de ellas un moderno teléfono, una botella de agua de cortesía, un bloc de notas y un bolígrafo. En la otra, varios folletos del hotel y el mando a distancia de la tele. Debajo, un enchufe disponible. Encima dos apliques de luz en metal con tulipa blanca y dos focos reflectores de luz intensa para el trabajo en la cama. Los interruptores, en negro sólo permiten dos opciones de luz: todo encendido o todo apagado, a excepción del foco reflector de lectura. Quizá podría conseguirse un mejor juego lumínico, pero el resultado no es del todo malo.
La pared restante la ocupa el armario de puertas correderas. A derecha e izquierda sendos espejos de cuerpo entero. En el centro, protegido por unas puertas de madera y metacrilato blanco que deja pasar la luz del interior encontramos el armario con una larga barra colgadora con media docena de perchas normales de madera con el logo de la cadena. Una balda larga y una repisa en la que se ofrece la bolsa de la lavandería.
El descanso resulta cómodo, el foscurit consigue parar la luz exterior con bastante eficacia, y el hotel resulta tranquilo, aunque durante la noche, y especialmente a primera hora, molestan algo los portazos de las habitaciones cercanas que se levantan temprano y las voces en el pasillo, ya que la puerta de la habitación aísla poco.
El espacio del baño resulta correcto. Mantiene el suelo de madera igual que la habitación. Paredes blancas. Tres puntos de luz en el techo, creando sombras incómodas delante del espejo. A la derecha hay una encimera de cristal con el grifo monomando demasiado alejado dejando poco espacio para lavarse bien las manos. Alguna de las juntas está rajada y se escapa agua al suelo. Sobre la encimera una toalla de manos, una pastilla de jabón y un bote de crema hidratante. Delante un generoso espejo hasta el techo. Al lado un secador de pelo. Debajo de este, en un armarito metálico con ruedas hay una toalla de ducha, otra de lavabo, una cajita de pañuelos de papel y un gorro de ducha. Cuelga del lavabo una barra metálica con una toalla de lavabo.
Justo enfrente un inodoro y un bidet de porcelana blanca. Al fondo una enrome bañera con media mampara de cristal. Dentro un toallero con una mullida toalla blanca. Tres botes de champú, gel y acondicionador anclados a la pared, una moderna grifería que se remata con una ducha de teléfono algo destartalada por la que sale el agua a buena temperatura, y presión, pero faltando un puntito de caudal.
Por la mañana, en un largo y tranquilo salón de moderna decoración, atendido por una servicial empleada de color, se sirve un completo desayuno buffet. Fruta cortada y preparada, platos calientes (huevos revueltos, bacon, champiñones, tortillas...), fiambres y quesos, cereales, bizcochos caseros, bollería algo industrializada, panes, yogures, mantequillas, mermeladas, frutos secos, zumos naturales y tres máquinas de Nespresso que ofrecen un muy correcto café.
Después una empleada, más preocupada por unos mails que tiene sobre la mesa, que por nosotros, nos cobra la estancia entregándonos la factura.
Calidad/precio: 8
Servicio: 8.5
Ambiente: 8
Habitación: 8.5
Baño: 7.5
Estado de conservación: 8
Desayuno: 8
Valoración general: 8.5