Decía Voltaire, que por cierto era tan dado a la especulación financiera
como a la filosófica, que el interés es el perfume del capital. Sin embargo, de
un tiempo a esta parte, el aroma que desprende el euribor no resulta precisamente
agradable. No cabe duda que su olor está impregnado de los escándalos de
manipulación que ha sufrido el principal índice de referencia del mercado
financiero por parte de grupos bancarios europeos como Deutsche Bank, Societé
Générale, Royal Bank of Scotland o Citigroup. Estas y otras entidades
distorsionaron de forma coordinada y recurrente el euribor en su beneficio, siendo
condenadas en 2013 al pago de la mayor sanción jamás impuesta por Bruselas,
1.710 millones de euros.
Pero la principal razón del hedor del euribor es tan natural como la muerte
misma; porque sencillamente se debe a que el euribor está muerto. Así como suena. Su fallecimiento se produjo
el 15 de septiembre de 2008 cuando, tras la quiebra de Lehman Brothers, el
resto de bancos dejaron de prestarse dinero entre ellos, que es justamente lo
que valora el índice en cuestión. Pero entonces, sin operaciones en el mercado
interbancario… ¿cómo ha podido seguir
existiendo el euribor? Pues muy sencillo, a través de una encuesta rellenada
por los bancos sobre el precio al que hipotéticamente estarían dispuestos a
prestar y tomar prestado dinero del resto de entidades. Dicho de otro modo, el
euribor actual no se basa en lo que los bancos hacen sino en lo que dicen estar
dispuestos a hacer. ¿Decepcionado? Bueno, en el fondo se trata de un modus operandi habitual en la Economía
actual. Una vez más, lo que en la distancia parece riguroso y matemático, al
acercarse se desvela chapucero y falaz.
Desde entonces, el euribor, convertido en un indicador zombie, se ha ido
arrastrando por el suelo. En los últimos meses incluso ha llegado a perforar la
superficie (entrando en terreno negativo), como si quisiera cavar su tumba y
así poder descansar por fin en paz. Pero el EMMI (Instituto de Mercados
Monetarios Europeos), encargado de la gestión del índice, se ha propuesto lograr
su resurrección, para que, cual Lázaro de Betania, se levante y eche de nuevo a
andar. Para ello está trabajando en una reforma radical de su metodología de
cálculo, conocida con el nombre de euribor plus.
¿Pero dispone el EMMI de poder suficiente para obrar semejante milagro?
Veamos, el EMMI es una asociación sin ánimo de lucro establecida en Bruselas y
conformada por otras asociaciones igualmente sin ánimo de lucro, concretamente
las asociaciones de Banca de los Estados de la Unión Europea, las cuales a su
vez están formadas por miembros con un cierto ánimo de lucro: los Bancos de
cada Estado. Pues sí, está claro que poder no le falta.
Ahora bien, aun tratándose de una institución todopoderosa, los milagros en
general no son tarea fácil, y en Economía menos todavía. Inicialmente, el EMMI ya
intentó aplicar sin éxito el euribor plus en 2015. Luego lo pospuso, con la
misma suerte, hasta julio de 2016. Y ahora está prevista su entrada en vigor
para el primer semestre de 2017. Todo parece apuntar que a la tercera irá la
vencida, o la perdida, según lo que ocurra tras su implantación. El argumento
oficial de tanto retraso es que se está puliendo la fórmula de cálculo, pero
después de 3 años la fórmula debería brillar más que una supernova. A pesar de
que los promotores de la iniciativa aseguran que el nuevo euribor, al basarse
en operaciones reales, será más fiable y transparente, las suspicacias han ido
en aumento.
Algunos expertos advierten que parte de las hipotecas, en función de su
clausulado, podría pasar en el nuevo escenario a regirse por el IRPH, un índice
muy superior al euribor. Si esto llegara a ocurrir sería de juzgado de guardia.
A su lado, la estafa de las preferentes quedaría en una nimiedad. Lo que sí
parece más que probable es que el nuevo cálculo incorpore no solo operaciones
entre bancos sino también con otros agentes del mercado mayorista. Esto, podría
tensionar los tipos al alza, aportando un oportuno empujoncito para devolver al
euribor al terreno positivo. Ya han saltado múltiples voces de alarma
advirtiendo que este es el verdadero objetivo de la reforma, no la mejora de la
transparencia ni demás milongas.
La propia denominación “euribor plus”, si bien provisional, de entrada no resulta demasiado afortunada, pues ya parece augurar un aumento del tipo de interés. Para tratar de calmar los ánimos, el propio ministro de Economía, Luís de Guindos, ha afirmado, aunque sin demasiada convicción, todo sea dicho, que el euribor plus puede ser incluso más favorable a los ciudadanos que a los bancos. Así las cosas, atendiendo a los precedentes en cuestiones similares, las recurrentes demoras, y el hermetismo del proceso, no es de extrañar que hasta para el protagonista de “Cándido” el euribor plus huela más a chamusquina que a fragancia aromática.
La propia denominación “euribor plus”, si bien provisional, de entrada no resulta demasiado afortunada, pues ya parece augurar un aumento del tipo de interés. Para tratar de calmar los ánimos, el propio ministro de Economía, Luís de Guindos, ha afirmado, aunque sin demasiada convicción, todo sea dicho, que el euribor plus puede ser incluso más favorable a los ciudadanos que a los bancos. Así las cosas, atendiendo a los precedentes en cuestiones similares, las recurrentes demoras, y el hermetismo del proceso, no es de extrañar que hasta para el protagonista de “Cándido” el euribor plus huela más a chamusquina que a fragancia aromática.