"Rabia" de Stephen King, una novela maldita

Publicado el 30 mayo 2022 por Juancarlos53

"Soy un caso documentado, carnaza de rutina para las rotativas de los periódicos. Me han concedido cincuenta segundos en el noticiario de más audiencia y una columna y media en el Time. Y aquí me encuentro, ante vosotros (metafóricamente hablando, otra vez), y os aseguro que estoy totalmente cuerdo."

Como en su día dijera Pablo de Tarso " los caminos del Señor son inescrutables"; del mismo modo, y referido a la elección de lecturas, cabe decir que las mismas responden a motivos de lo más variopinto. No siempre las razones son de índole literaria. En el caso de la novela que hoy traigo aquí lo que me impulsó a leerla no fue otra cosa que la (in)sana curiosidad por aquello que es difícil de encontrar, que nos pretenden esconder o directamente prohibirnos. ¿Puede haber algo más tentador que infringir una prohibición?

Resulta que un día de hará dos o tres meses, estando yo zapeando por los canales televisivos recalé en Cuarto Milenio, programa que dirige y presenta desde hace ya diecisiete años Iker Jiménez; en ese momento dialogaba el presentador con uno de sus colaboradores o invitados habituales, Juan Soto Ivars. El asunto que estaban tocando me interesó vivamente, pues hablaban sobre un libro - La edad de la ira de Nando López- que algunos decían podía haber inspirado el horrendo crimen del adolescente asesino de sus padres ocurrido en febrero de este mismo años; el motivo que aducían era que un ejemplar del mismo se encontraba entre los objetos personales del parricida. Al hilo de esta idea sobre el influjo que ciertas obras pudieran tener en la comisión de delitos, Soto Ivars citó títulos a los que se atribuía esta nefasta influencia; entre estos nombró el caso de un libro inencontrable por decisión de su propio autor, Stephen King , quien al hilo de un tiroteo ocurrido en 1997 en una escuela secundaria de West Paducah, Kentucky, Estados Unidos, decidió prohibir su reimpresión por ser inspirador, en opinión de algunos, de esta y de otras matanzas semejantes protagonizadas por adolescentes. El libro era la novela de terror Rabia publicada por el escritor bajo seudónimo en 1977.

Con estos antecedentes busqué la novela que he despachado con gusto en sólo dos días. La publicó King bajo el nombre de Richard Bachman, seudónimo utilizado por él a instancias de su editor. el cual consideraba inconveniente a efectos mercantiles la aparición en un mismo año de dos títulos por parte del exitoso escritor. Siete han sido las novelas aparecidas bajo este sobrenombre cuyo vínculo con Stephen King fue descubierto a finales o principios de 1985 por Steve Brown, un empleado de una librería de Washington D.C., quien advirtió numerosas semejanzas de estilo entre ambos autores. Richard Bachman de quien Stephen King había ido desvelando su "biografía vital" en las 'notas sobre el autor' en las primeras cuatro novelas firmadas por éste ( Rage, 1977; The Long Walk, 1979; Roadwork, 1981; The Running Man, 1982) murió repentinamente a fines de 1985, según confesión del propio King en la introducción que escribió a la republicación de los cuatro primeros títulos de Bachman ( The Bachman Books: Four Early Novels by Stephen King, 1985), de "cáncer del seudónimo, una forma rara de esquizonomia". Gran sentido del humor demostró el autor de Portland al confesarse así propietario de este alias que, pese a haber sido ya desvelado, utilizaría aún en tres ocasiones más: Thinner ( Maleficio), 1984; The Regulators ( Posesión), 1996; y Blaze ( Blaze), 2007).

Como ya he dicho esta novela, por deseo expreso del autor, desde 1997 no ha vuelto a reimprimirse. El motivo no fue otro que un tiroteo ocurrido en Heath High School ese mismo año. El causante del mismo fue Michael Carneal, un adolescente de sólo 14 años, en cuya taquilla se encontró un volumen de la novela, motivo por el que King decidió no volver a sacar a la venta más ejemplares.

"Los caminos del Señor son inescrutables" escribía yo al inicio de esta reseña tomando prestadas estas palabras a San Pablo. Qué gran verdad. Curiosa y penosamente mi lectura ha venido a coincidir con la tragedia desatada en una escuela de Texas por un joven de 18 años que ha acabado con la vida de 19 estudiantes y dos profesores. En esta ocasión, la novela de Stephen King, afortunadamente no ha tenido nada que ver.

Hechos como el antes citado hacen que nos formulemos la misma pregunta que se hacía Iker Jiménez en su programa hace dos meses: ¿Pueden algunas obras literarias tener una maléfica influencia en algunos de sus lectores? No es debate novedoso; ha habido ya otros casos en los que se ha esgrimido el influjo de lecturas como el detonador de tragedias. No sé, siempre será discutible que la literatura de crímenes o de terror pueda propiciar comportamientos malignos como el producido el 25 de mayo pasado. Más bien yo creo que una mente perturbada puede justificarse a sí misma con cualquier excusa, sea esta literaria, musical, cinematográfica, de amistades, etc., etc. Si hubiera una directa relación causa efecto entre lectura de ciertas obras y crimen habría -decía con criterio Soto Ivars en Cuarto Milenio- que prohibir muchísimos libros, los primeros el Corán y la Biblia.


Dejo, pues, a un lado estos daños colaterales en los que sinceramente creo poco y voy a lo que importa, o sea, a la literatura. Diré para empezar que a mí la lectura me ha agradado y me ha evocado las de otros grandes autores como Salinger o Philip Roth que tocaron el tema de la adolescencia y su perturbadora evolución en obras iniciales suyas. Me estoy refiriendo naturalmente a El guardián entre el centeno de J. D. Salinger escrita en 1951 y a El lamento de Portnoy de Philip Roth publicada en 1969. En mi opinión estas dos novelas son precedentes claros que seguramente King tuvo presentes a la hora de diseñar a Richard Decker, el adolescente protagonista de Rabia. Como el Caulfield rebelde de Salinger y el Portnoy de Roth, Richie (Richard Decker) está en la edad difícil, la adolescencia, en la que se desatan en la persona conflictos emocionales, desarrollo de la sexualidad, agresividad hacia los iguales, rebelión frente a la autoridad (padres y maestros), e incluso en algunas personas manifestaciones más o menos fuertes de posibles desarreglos mentales. Esto unido a un lenguaje directo y sin tapujos fue en estos tres títulos motivo de escándalo en una sociedad cuyos adultos se niegan a ver que sus retoños han crecido y ya no son niños, pero tampoco adultos hechos y derechos.

Charles Decker es un adolescente de 18 años que sufre de esquizofrenia, al que quieren internar en un correccional por agredir a un profesor con una llave inglesa, provocándole un grave traumatismo craneal. Pistola en mano, y para que no lo encierren, secuestra a su clase toda una mañana. Para que la situación sea más llevadera Charles les cuenta parte de su infancia y su adolescencia; mientras, el ambiente empieza a caldearse entre los alumnos, y pronto comienzan a atacarse verbal y físicamente, contagiados de la demencia de Charles.

Para los adolescentes, el espacio donde desarrollan su principal actividad es el Centro escolar. Es ahí donde los padres delegan en los profesores el principio de autoridad y la responsabilidad educativa que les compete. Y es contra estos profesores y contra el Centro, constituido por el edificio y sus dependencias y por los alumnos que a él acuden, contra quienes los chicos que se ven desbordados por la fuerza de un desarrollo intempestivo embisten. Richard Decker al inicio de la novela es llamado por el Señor Denver, director del Instituto, para hablar con él de la agresión que hace nada realizó contra John Carlson, el profesor de Física y Química, el cual tuvo que ingresar en el Hospital para ser sometido a una difícil operación que de milagro salvó su vida. Decker es frío y distante ante esta situación y en vez de sentirse compungido ataca al director con un lenguaje burdo y soez acusándolo -sin pruebas ni motivo alguno, sólo por desorientarle- de abusos sexuales sobre los alumnos y de estar obsesionado con las prendas íntimas de las alumnas. Tras esto, lógicamente, el director lo expulsa del Centro.

La acción desarrollada en la novela dura sólo unas cuatro horas, desde el inicio de las clases a las 9:00 hasta la resolución del conflicto desatado por Charlie a eso de las 13:00. Durante esas horas Charlie quema una taquilla, mata a dos profesores y secuestra a los alumnos de su clase, a quienes mantiene encerrados en el aula con él dentro amenazando a profesores y policías con empezar a matarlos si no siguen sus instrucciones. Su deseo no es otro que desahogarse ante sus compañeros, testigos y colegas de sus frustraciones y aspiraciones cotidianas. El diálogo que mantiene con ellos es bastante bien recibido por todos ellos excepto por Ted Jones, el antagonista de Charles Decker, y contra el que en definitiva va dirigida toda la performance que el adolescente arrastrado por un brote psicótico ha montado.

Conoceremos el porqué de la actuación de Charlie a raíz de la familia en la que vive. Una excursión de cacería con su padre y los amigos de éste cuando él contaba sólo 9 años lo marcarán para el futuro. El consumo inmoderado de alcohol por parte de los adultos, la brutalidad con las piezas cazadas, los comentarios soeces, sexuales y misóginos del padre y sus amigos no los olvidará nunca. También el deseo materno de influir en sus gustos y en sus amistades será un peso que difícilmente logrará quitarse de encima. Luego vendrán sus decepciones con algunas chicas, sus deseos sexuales desatados, su inexperiencia en el sexo, etc., que él verá confirmadas por las vivencias semejantes que sus compañeros han tenido y que cuentan en voz alta en la clase. Charlie, en los relatos vitales que lanza a sus compañeros durante estas tres o cuatro horas, se muestra como un ser desvalido e inseguro que no aguanta a nadie ni siquiera a sí mismo. Sólo hay una persona que siempre estará junto a él, su amigo Joe, pero ni siquiera a él le consentirá que lo ayude.

Estamos ante una novela en la línea de aquellas que abordan el desarrollo psicológico del adolescente. Ese momento de la existencia tan complicado en cualquier persona tenida por normal, lo es mucho más en aquellas que tengan o manifiesten el menor desequilibrio. Es el caso de Charlie. Él mismo no se explica por qué hace lo que hace, pero tampoco manifiesta ningún tipo de arrepentimiento ante sus actos; estamos ante un psicópata, un ser frío e insensible, del que en momentos muy aislados percibimos ciertos fulgores del buen chico que pudo ser pero que él mismo y sobre todo la sociedad en que vive (sus padres, el vecindario, la escuela, los profesores, los compañeros insensibles a su problemática, las chicas y la atracción sentida hacia ellas con los primeros desengaños y decepciones pseudoamorosas, etc.) llevaron al traste. Todo está y ha actuado en su contra.

Como ya he dicho, he leído con gusto y en poco tiempo. La escritura de Stephen King abduce y capta al lector desde el primer momento. Tiene una manera de escribir que resulta adictiva para quien se acerca a ella. Esa cualidad es la que ha hecho del autor un productor de best sellers como pocos. A su estilo directo, con pocas distracciones tipo extensas descripciones preciosistas, se unen los efectos de suspense que maneja y sabe dosificar como nadie. Además, su conexión con los lectores se ve aumentada merced a la introducción de elementos propios de la cultura pop:

  • Utilización de títulos de películas, nombres de actores o actrices de cine (Raquel Welch, Richard Widmark, James Cagney, John Carradine, y otros) como términos reales de algunas imágenes o simplemente como elementos de comparación:
    • "No me sentía en absoluto como un hesiano, sino más bien como un Wild Bill Hickok" (Will Bill Hickok fue un pistolero norteamericano real del siglo XIX que dio título a películas muy populares tanto en cine mudo como sonoro rodadas en los años y décadas anteriores al momento en que sucede la narración)
    • "Era como ver Bonnie and Clyde, en el cine, salvo que Charlie se había vuelto majara y no había palomitas de maíz" (Bonnie and Clyde es un film de 1967 que tuvo un enorme éxito popular).
    Referencias a la música popular del momento que quienes tienen el libro en sus manos conocen sobradamente: The Beatles, The Rolling Stones, Mungo Jerry, Bobby Sherman, y muchos otros más. Personalmente he disfrutado mucho con las referencias musicales que aparecen en la novela. Las he buscado en Spotify y dejo aquí el enlace a las mismas -trece temas- pues entiendo que a muchos que os pasáis por aquí os gustarán:
  • Alusiones literarias. Si en cuanto al culturalismo presente en la novela abunda lo señalado hasta aquí -cultura pop de masas-, es evidente que, tratándose de una obra literaria, las menciones culturales al mundo que le es propio, la literatura, también son profusas. Hay una diferencia importante entre las alusiones que se hacen a libros y/o escritores y las musicales o cinematográficas ya señaladas: las literarias están referidas a obras y autores que, aunque populares, son menos conocidos dado que con ellas viene a significarse el elevado coeficiente intelectual de Charlie, "el hijo psicópata de Carl Decker, el tipo que casi había matado al profesor de física y química", un chico que junto a su antagonista y elemento desencadenante de su violento proceder, Ted Jones, está por encima del común de sus compañeros de clase:
    • "yo me encontraba escuchando a la señora Underwood, que repasaba los conceptos fundamentales del álgebra en el día siguiente a un examen terrible que, al parecer, sólo habíamos aprobado Ted Jones y yo"
    • "La mayoría de los chicos no concede ningún valor al cerebro; un tipo con un cociente intelectual alto que no sabe jugar al béisbol, o al menos acabar tercero en una paja en grupo, es un cero a la izquierda."

Mediante las alusiones a libros y escritores, en la novela se viene a marcar la diferencia generacional: padres adocenados y de poco nivel intelectual versus jóvenes más interesados por literatura de mayor calidad:

  • "Fui hijo único, pues mi madre no quiso tener más. Es una mujer muy intelectual; lee novelas inglesas de misterio, pero nunca de Agatha Christie -prefiere las de Víctor Canning y Hammond Innes-, además de revistas como The Manchester Guardián, Monocle y The New York Review of Books."
  • "Dana sacó una gran pipa de agua adornada con arabescos de una estantería baja, llena de libros de Hesse y Tolkien, así como ejemplares del Reader's Digest, que, sospeché, pertenecían a sus padres."

Pienso que Rabia en su momento pudo producir escándaloen la sociedad bien pensante norteamericana por varios motivos:

  • La manera de hablar del sexo sin pelos en la lengua:
    • ("-El tipo no olía muy bien -continuó Sandra-. Pero era fuerte, más corpulento que Ted. Además, no estaba circuncidado. Eso lo recuerdo muy bien. Cuando echó hacia atrás el... el prepucio, ya sabéis, su glande me pareció una ciruela. Pensé que me dolería, aunque ya no era virgen")
  • El empleo de expresiones con sentido ofensivo y discriminatorio hacia colectivos sociales, que hoy no tendrían un pase:
    • ("En alguna parte había leído que no se precisa haber tenido ninguna experiencia homosexual para ser un afeminado. Uno podía serlo sin tener conciencia de ello, hasta que el marica oculto en el armario se abalanzaba sobre uno como la madre de Norman Bates en Psicosis" o
    • "había allí un campamento de auténticos indios de las reservas, la mayoría de los cuales te miraba como preguntándose cuánto pelo te habría salido ya en el culo y si merecería la pena arrancártelo como si de una cabellera se tratara")
  • Mostración sin tapujos de la rebelión adolescente contra la brutalidad y adocenamiento alcohólico y pastillero medicamentoso de muchos padres:
    • "-Apestas -repuse-. Has jodido tu matrimonio y también a tu único hijo. Ven e intenta pegarme si te atreves. Me han expulsado de la escuela. Tu esposa está convirtiéndose en una adicta a las pastillas. Y tú no eres más que un bebedor empedernido. -Mi voz era ya un puro grito-. Ven aquí e inténtalo, imbécil de mierda."

Todos estos factores son más que suficientes para justificar el éxito popular de la novela. Pero además de esto, el estilo de Stephen King captura en sus redes a quien lo lee por la manera de presentar la historia a base de oraciones breves y directas como se puede ver en varias de las citas anteriores; por ese narrador protagonista en primera persona el cual a veces viene a confundirse con el propio autor; por el empleo del estilo indirecto libre en la proporción adecuada y debidamente combinado con el resto del texto a fin de provocar -¡y conseguir!- en el lector la sensación de estar inmerso en la historia que se relata ("Dejé salir el aire entre los labios con un silbido. Qué hombre más sorprendente. No me extrañaba que le hubieran encargado aquellos anuncios sobre seguridad vial."), por la manera tan precisa de manejar los tiempos narrativos:

    Tiempo externo: la acción se sitúa en 1976 habida cuenta de los datos que va dando el narrador bien directamente en unas cartas finales que aparecen fechadas en noviembre y diciembre de ese año, bien cuando en alguno de sus flash backs da información suficiente para llegar a esta conclusión:

"Un día de otoño de 1962 se me ocurrió arrojar piedras contra las sobrevidrieras que papá se disponía a colocar.[...] Yo tenía cuatro años. Era un espléndido día de octubre para romper ventanas."

    Tiempo interno: la historia del secuestro propiamente dicho dura unas tres horas y media, iniciándose poco antes de las 10: "Observé el reloj de la pared. Eran las 9.50. A las 9.05 me hallaba sentado en mi pupitre, junto a la ventana, observando a la ardilla." y finalizando a la 1 de la tarde con dos menciones a la proximidad de ese momento: "Eché un vistazo al reloj de la pared, Eran las 12.30." para finalmente cuando el suceso está a punto de concluir: "Faltaban tres minutos para la una.". Este tiempo interno se abre y se dilata hacia el pasado a través de las 'vueltas atrás' o 'flash backs' que tanto el propio narrador como sus compañeros, al contar sus propias historias, realizan. De esta manera, como se ve claramente cuando dice que en otoño de 1962 tenía cuatro años, la historia completa abarcaría desde 1958 hasta 1976.

Otros libros de Stephen King reseñados en el blog son los siguientes:

Carrie Mientras escribo