Mucho antes de que se propagara la fiebre de las series, yo veía Friends. Creo a estas alturas de la vida no hace falta que explique de qué va la serie ni mucho menos que la defienda. Puede que te encante o que no le veas la gracia por ningún lado. Eso ya va a gustos.
Como tantas otras cosas, esta serie me recuerda a la época en la que aún vivía con mis padres. Mi madre y yo solíamos verla al mediodía y siempre nos reíamos, incluso cuando llegamos al punto de sabernos los guiones casi de memoria. Es por eso que, a modo terapia, recurro a esta serie cuando necesito sentir esa sensación de hogar.
En una de mis auto-reposiciones, me encontré con un detalle en el que no había reparado: el personaje de Rachel Green salía luciendo una camiseta de los MC5. Los que hayáis visto la serie sabréis que eso no tiene que ver mucho con su personaje de pija adicta a la moda. De poco no me rasgo las vestiduras. ¿Que por qué? Pues por un simple acto reflejo.
El mundo del rock (en cualquiera de sus variantes) suele ser bastante tolerante en muchas cosas excepto en una: las camisetas. Nos enfadamos si vemos que venden camisetas de nuestros grupos favoritos en el H&M aunque estas sean realmente más baratas que comprándolas en cualquier otra parte no vaya a ser que las compre alguien “indigno” que no conoce al grupo tan bien como nosotros.
Más allá de mostrar nuestro buen gusto musical, estas camisetas son el recuerdo de haber vivido noches inolvidables. Las hay que son verdaderas obras de arte y existen incluso libros dedicados únicamente a ellas . Y si además de ser camisetas son “vintage”, se pueden llegar a subastar por una buena morterada de dinero.
En el caso de Rachel, se trata de una edición limitada que hizo Levis hace unos años.Si alguno la quiere comprar, aún se vende alguna por el módico precio de 395 dólares. Lástima que no haya ninguna cantidad de dinero que nos pueda devolver a los MC5.
Es divertido ver como ahora las grandes cadenas ya no sólo venden la archiconocida camiseta de los Ramones, si no que también se atreven con vestidos de Iron Maiden. Eso me hizo pensar en que justo en casa de mis padres tengo un montón de camisetas suyas que me regaló mi amigo Parko cuando aún íbamos al instituto. Quién sabe, igual me acabo subiendo al carro de la especulación camisetera.
Recozco que yo también acabé pecando y comprando una de Pink Floyd en H&M. Eso sí, por tres euros. Si tuviese que escoger cuál es mi camiseta favorita día de hoy, me quedo con al de Sleepy Sun por cómoda, por bonita, porque me encanta el disco y porque, como diría mi madre, tiene muy buena lavada.
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