Racismo en la administración

Publicado el 18 septiembre 2016 por Diegvs @DIEGVS
Hace unos días llegó al centro de personas sin hogar donde trabajo una mujer de origen ecuatoguineano. Se encontraba sin empleo, no pudo hacer frente al alquiler de su casa y finalmente se quedó en la calle. Por fortuna llegó al albergue antes de caer en alguna mafia de tráfico de mujeres. Lolita, que así se llama nuestra protagonista, lleva muchos años en España. Cuenta con permiso de residencia y trabajo permanente. Una de las cosas que más hemos trabajado con ella es la búsqueda de empleo. Por fin, un día, le llamaron de un restaurante para hacerle una prueba. No se imaginan su cara de satisfacción. Su ilusión por demostrar que podía conseguir el trabajo era indescriptible. Se esforzó como nunca y esa misma tarde, le pidieron el Número de Identificación de Extranjero (NIE) y su tarjeta sanitaria para formalizar el contrato. Y aquí comenzaron los problemas... Tenía el NIE caducado y había perdido la tarjeta sanitaria.
Le enviamos al centro de salud más próximo para solicitar la tarjeta sanitaria. Llevaba su certificado de empadronamiento y el NIE. Pero, el funcionario de turno le negó la tarjeta, aduciendo que su tarjeta identificativa estaba caducada, por lo que se encontraba de manera irregular en España. Por tanto, no podía tramitar la solicitud. No tenía derecho le espetó el funcionario. Llegó al Centro, abatida, casi llorando. Pensaba que ya no podía trabajar ya que el empresario no podría hacerle el contrato. Tras calmarla, le dije que según la normativa vigente, el centro de salud está obligado a facilitar la tarjeta sanitaria a los extranjeros en su misma situación. Esta vez, decidí acompañarla al centro de salud, junto a una copia de la ley, y una solicitud nueva. Habló con el mismo funcionario y ¡tachán! volvió con la nueva tarjeta. ¿Magia? ¿Casualidad? No lo creo.


Se me ocurren muchos calificativos para definir la actitud de este tipejo. Y a cada cual peor. Podemos pensar que el funcionario cometió un error, un despiste; o desconoce la ley, o es un vago, o un racista; o sencillamente, se negó a tramitar, aún contraviniendo las leyes, una tarjeta sanitaria a una persona por ser negra —de color dirán los posmodernos trasnochados—. Me consta, a través de compañeros de otras entidades, que no es la primera vez que ocurre. Este señor es un malnacido. Sin más. He pensado mucho en poner una reclamación a la Dirección General correspondiente, pero ¿para qué? ¿Alguien cree que servirá de algo? Ni le van a llamar la atención. Seguirán ofreciéndole cursos de Prevención de Riesgos Psicosociales en el Entorno Laboral...  pero no le enseñarán a hacer su trabajo. Si hubiera sido una empresa privada, este señor estaría engrosando las listas del paro. Pero es intocable. Y no es un ataque a los empleados públicos, que nadie se confunda. Sino una mera reflexión. ¿En manos de quién estamos? ¿La concesión de un derecho depende, como en la Edad Media, de que le caigamos simpático al funcionario de turno? Lo vergonzoso, y preocupante, es que tenga que ser Cáritas —¿quién si no?— quien defienda los derechos de los más débiles, de los desfavorecidos. En esta ocasión ha sido por el color de su piel, pero ¿y mañana?

Piensen.

Sean buenos.

La canción regalo de hoy es Pride (in the name of love). Canción dedicada a Martin Luther King, quien luchó contra las desigualdades raciales a través de un mensaje de amor. Como no podía ser de otra forma, tuvieron que asesinarlo. Le arrebataron la vida, pero no pudieron quitarle la dignidad. Suban el volumen y déjense llevar. Es una de las mejores canciones de la banda. Disfruten. Con todos ustedes: ¡U2!

https://www.youtube.com/watch?v=5Aa2m1t9y-M