En el año 2006 la revista Rolling Stone realizó una encuesta, entre ciento cincuenta y seis músicos, en la que se preguntaba por las mejores canciones que ha dado el pop-rock español; de la lista final, compuesta por doscientos títulos, siete eran de Radio Futura, el único grupo que fue capaz de llegar a una cifra tan elevada. En 2012, el periodista y crítico musical Jesús Ordovás los definió como “el grupo de rock más importante e influyente de la reciente historia de la música pop española”. Sea como fuere, en mi opinión, fueron los portadores de la máxima creatividad que nos dejó “La Movida” y, después, uno de los grupos de referencia durante los mágicos años ochenta. Podría decirse que la historia de Radio Futura tiene dos etapas bien diferenciadas, con un punto de inflexión identificado en la canción “La estatua del jardín botánico”; el propio Luis Auserón ha llegado a decir que no se sintieron responsables del grupo hasta que no apareció este single. La primera etapa, iniciada allá por 1979, se identifica con el estilo pop y desenfadado de aquellos años, incluso con el fenómeno “fan” (la discográfica Hispavox ya se cuidó de ello); fruto de esta estrategia fue su primer LP, titulado “Música Moderna” (1980), en el que se incluyeron éxitos como “Enamorado de la moda juvenil” o “Divina” (de éste tema nos ocuparemos otro día). La segunda etapa arranca con la edición de su segundo álbum: “La Ley del desierto / la Ley del mar” (1984), uno de sus mejores trabajos, plagado de influencias punk y de rock latino. Antes de este disco se había publicado, en formato single, “La estatua del jardín botánico” (1982); según ha manifestado su autor -Santiago Auserón- a la revista Rolling Stone: “La canción se me ocurrió mientras escuchaba Another Green World, de Brian Eno, y leía la Monadología, del filósofo alemán Leibniz. Ese librito tiene unas imágenes muy misteriosas que hablan de que dentro de cada estanque hay nuevos estanques y nuevos jardines, en el que siempre encontraremos nuevos peces y nuevas plantas. Esa imagen de mundos dentro de mundos me impresionó mucho” ¿Alucinación? ¿Paranoia? ¿Poesía?, sea como fuere estamos ante una obra única, un golpe de inspiración irrepetible, como ha manifestado S. Auserón, que le condujo a concebir una obra singular, probablemente la mejor de toda su carrera.
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