Es cierto que la situación en Japón tiende a estabilizarse y a mejorar, todavía la tierra sigue temblando, el tsunami dejo un saldo a su paso desolador y... las centrales atómicas siguen humeantes con emisión de radiaciones no cuantificadas, por eso es bueno en este momento hacer una pausa entre tanta información-confusión y con múltiples imágenes abrumadoras en TV e internet a pensar en los efectos de la radiación a corto y a largo plazo sobre la salud, más aun cuando la OMS asegura que la radiación en los alimentos y en el agua, es más seria de lo que se creía.
Son muy conocidas las acciones biológicas de las radiaciones sobre la salud, pero es muy complejo comprender su magnitud y sus daños para la población general, ya que estas dependen de:
A- de la dosis o cantidad de radiación,
B- la parte del cuerpo expuesta,
C-la contaminación interna o externa,
D-la vía de ingreso: cutánea, ingestión por alimentos o bebidas y la inhalación,
E-el tipo de sustancia radiactiva,
F-la variedad de sustancia contaminante, una o varias,
G-el tiempo de exposición, única, intermitente o crónica, no hay que olvidar el carácter acumulativo de los efectos de las radiaciones y
H-la vida media del compuesto.
Si bien los seres humanos estamos expuestos continuamente a radiaciones naturales, esta catástrofe nos debe hacer pensar en los riesgos y en los beneficios de la energía nuclear.
Según la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES, por sus siglas en inglés) hay siete niveles para describir un evento nuclear. Del nivel 0 al 3 se considera un “incidente”, y del 4 al 7 se define como “accidente”. Los niveles 5, 6 y 7 son los que representan un riesgo para la salud, porque son los que tienen mayor derrame de sustancias radiactivas
Hay controversia sobre el accidente en la planta nuclear de Fukushima: según las autoridades japonesas, se trató de un desastre de nivel 5, mientras que reportes realizados por la Comisión Europea de Energía Nuclear indican que habría sido de nivel 6, es decir, de grave riesgo para la salud.
Los niveles 6 y 7 implican un daño a corto y largo plazo para las personas y el medio ambiente, que se manifiestan de forma inmediata, pero también pueden seguir apareciendo por décadas en un radio determinado en torno a la central afectada.
Por las noticias nos llegan indicios que los daños en la salud por la radiación comienzan a manifestarse, en principio en los operarios de la planta nuclear con síntomas de náuseas, vómitos y fatiga, típicos del síndrome agudo de radiación.
La contaminación del agua, y alimentos como la leche y las verduras nos hace pensar en un daño mucho mayor, aun no medido y que no ha terminado. Sin duda la fauna marina se contamino ya que posee una capacidad especialmente elevada de enriquecimiento en sustancias radiactivas, así como los animales herbívoros que ingieren plantas contaminadas en su superficie o beben agua con desechos radiactivos, producen leche que es el mayor factor intermedio de ingestión de isotopos radiactivos, responsable de la enfermedad de niños.
Efectos a corto y largo plazo de la radiación en la salud
A corto plazo
La exposición a la radiación puede causar efectos perjudiciales a la salud. Para grandes dosis, los efectos de la radiación tales como náuseas, enrojecimiento de la piel o, en los casos graves, síndromes más agudos, se manifiestan clínicamente en los individuos expuestos poco tiempo después de la exposición; dichos efectos se denominan “deterministas” porque su aparición es segura si la dosis rebasa un nivel umbral.
Los efectos deterministas debidos a la exposición a la radiación son resultado de la muerte celular y demora en la división celular que, si son lo suficientemente amplios, pueden deteriorar la función del tejido expuesto. La gravedad de un efecto determinista dado en un individuo expuesto aumenta con la dosis por encima del umbral de aparición del efecto.
La exposición aguda a la radiación en todo el cuerpo tiene cuatro fases, cuya duración es inversamente proporcional a la dosis de radiación absorbida.
La enfermedad inicial prodrómica característica es seguida por un intervalo latente asintomático y luego aparece el síndrome determinado cuyo tipo y gravedad tiene relación directa con la dosis de radiación absorbida, con cuadros que afectan el sistema nervioso central, el gastrointestinal, el hematológico, cutáneo, ocular y en el sistema reproductor. Por ultimo si el paciente sobrevive, le sigue la fase de recuperación.
La muerte por la enfermedad de las radiaciones puede manifestarse en forma aguda, dentro de los primeros quince días; subaguda, de uno a cuatro meses y crónica, cuando son de uno, o más años posteriores a la exposición, existiendo grandes variaciones individuales
Efectos a largo plazo
La radiación puede afectar al cuerpo de diversas formas y es posible que los efectos negativos en la salud no sean evidentes por muchos años.
La exposición a la radiación puede también producir efectos tales como enfermedades malignas, que se manifiestan tras un periodo de latencia y pueden ser detectables epidemiológicamente en una población; se supone que tales efectos se producen sin importar la dosis; sin nivel umbral. Los efectos hereditarios resultantes de la exposición a la radiación se han detectado estadísticamente al igual que el aumento de las enfermedades tumorales. Estos efectos se denominan efectos “estocásticos” por su naturaleza fortuita.
Los efectos estocásticos pueden presentarse cuando una célula irradiada no muere, sino que se modifica, su nucleó por acción de la radiación. Las células modificadas pueden, al cabo de un periodo prolongado, degenerar en cáncer. Los mecanismos de reparación y defensa del organismo hacen que tal desenlace sea muy improbable para las dosis pequeñas; ahora bien, no hay prueba alguna de que exista una dosis umbral por debajo de la cual sea imposible la producción de un cáncer. La probabilidad de aparición del cáncer aumenta con la dosis, pero la gravedad de un eventual cáncer resultante de la irradiación es independiente de la dosis. Asimismo, si una célula germinal, ovulo o espermatozoide cuya función es transmitir información genética a la progenie es dañada por exposición a la radiación, es concebible que en los descendientes de la persona expuesta se manifiesten efectos hereditarios de diversos tipos.
Además de los efectos mencionados, pueden producirse otros efectos sobre la salud de los niños a causa de la exposición del embrión o feto a la radiación. Entre tales efectos cabe mencionar una mayor probabilidad de leucemia y, en caso de exposición por encima de distintos valores de la dosis umbral durante ciertos periodos del embarazo, genera retraso mental y deformaciones congénitas graves.
La pregunta del millón
Podríamos hacer una descripción más minuciosa de las enfermedades producidas por la radiación y sus consecuencias para la salud, basta con consultar la extensa bibliografía existente. Pero la pregunta del millón es ¿Sera necesario exponer a la humanidad a estos riesgos?
Hace unos días Diego Hurtado, docente e investigador de la Universidad de San Martin, decía en un matutino que “la ecuación riesgo-crecimiento, para la economía japonesa era necesaria… a cualquier costo…desde el actual modelo económico”.
Nosotros creemos que no hay que pagar este precio tan alto en vidas humanas. Que tenemos otras opciones. También es cierto que todavía hoy la energía eólica, solar, el reciclado de basura, no pueden generar el mismo nivel de energía.
Pero porque no invertimos en investigación para incrementar las mejores soluciones para el futuro. Por ejemplo el informe del presidente del tribunal de tasación de la nación, dice que el valor de reposición del líquido refrigerante D2O, dióxido de deuterio, de la central nuclear de embalse es de 192.976.000 dólares. ¿Saben cuanta investigación básica podríamos financiar para resolver este problema? y no seguir construyendo plantas nucleares.
No se equivoquen. No estamos en contra de la energía nuclear, estamos a favor de la vida.
Fuente: lanacion.com.ar