Maryclen Stelling.- Se viven tiempos de crisis en los que importantes sectores poblacionales están aquejados por un aplastante sentimiento de impotencia colectiva, de falta de opciones, de proyectos y de cambios históricos. Y ello obliga a un análisis descarnado.
Sin rituales electorales como elemento distractor en el panorama cercano, los problemas sociales, económicos, políticos…se acrecientan al igual que la percepción negativa en torno a la institucionalidad vigente, la burocracia y el liderazgo. En cuestionamiento la democracia plebiscitaria que acude a una relación directa con el pueblo, en detrimento de instituciones y procedimientos.
A revisión la gobernabilidad, o sea la capacidad de articular las demandas de la sociedad ofreciendo respuestas oportunas y eficaces. Igualmente debemos interpelar la democracia plebiscitaria que acude a una relación directa con el pueblo, en detrimento de instituciones y procedimientos. Partidos políticos que funcionan como maquinarias electorales personalistas. Políticas clientelares que generan lealtades particularistas de consecuencias perversas para el poder popular y protagónico, traspapelado entre relaciones de dominación, amistad, favores y una “lealtad de clientelas”.
Desgastadas las liturgias del poder – gestos, ritos, representaciones simbólicas, puestas en escena, celebraciones públicas y estrategias persuasivas- se deteriora el capital simbólico, pilar importante de las estrategias del poder.
Importante preguntarnos si la democracia se limita a la calle, a la ocupación de los espacios públicos y al discurso litúrgico, aquel que pretende la conquista emocional de la audiencia.
Suspendida la credibilidad, se impone la sensación generalizada de estar atrapados en un presente sin salida, caracterizado por un “debilitamiento de la imaginación utópica”. Ello, a su vez, engendra y potencia una demanda por la recuperación del proyecto que tenía como centro al ser humano y sus necesidades.
El Gobierno, en tanto ejercicio de revisión permanente, está conminado a enfrentar el reto de incorporar los conflictos que emanan de la crisis multidimensional.
Una crítica coyuntura política ha engendrado interesantes expresiones sociales, la crítica endógena y la protesta, ambas expresadas y resumidas en la marcha campesina. Marcha que llegó a la capital no sólo para expresar sus demandas, sino para iniciar una nueva etapa política.
Maryclen Stelling
@maryclens
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