Radiografía de la Fiesta

Por Antoniodiaz

Campos y ruedos


Transcribo íntegramente la excelente diátriba sobre los encastes minoritarios expuesta por Juan Sánchez Fabrés en la AVET y que con tanto atino ha colgado Menacho en su bitácora. Interesantísimo, duro y esclarecedor. Dice así:
  Dada la crítica situación que viven algunos encastes minoritarios en el momento actual y la desaparición de algunas ganaderías únicas e irrepetibles, creo conveniente dejar hablar a sus protagonistas.
En este caso a Juan Sánchez-Fabrés, uno de los últimos ganaderos con encaste Coquilla y posiblemente el que más ha luchado en todos los frentes en los últimos años por su preservación.
 Esta es la conferencia íntegra que pronunció hace unos días en AVET, en la que da argumentos sólidos y sinceros sobre la problemática actual de estos encastes.
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“Antes que nada querría agradecer a la “Asociación de Veterinarios Especialistas Taurinos” (AVET) y en particular a Javier Fernández Gómez, el que me brinden hoy la oportunidad de cuando menos desahogarme, pues el hecho de que alguien te escuche ayuda en esta vida a sobrellevar las penas y contrariedades.
En mi casa llevamos 75 años criando Coquillas y comprobar cómo el toro que has conocido desde niño hoy ya no tiene sitio puedo asegurarles que es causa de una profunda tristeza.
El que ustedes me den la ocasión de explicar las causas de por qué un encaste que forma parte de la historia del toreo esté en trance de desaparecer me demuestra un interés por su parte de lo más gratificante.
Acepto y comprendo la inviabilidad del toro de Coquilla en el contexto de la fiesta actualmente. Y el que ustedes se interesen en saber por qué, a mí personalmente me sirve de consuelo y me sube la moral, pues el conocer la causa es el primer paso para poder buscar la solución del problema.
Las limitaciones del encaste de Coquilla en el siglo XXI vienen ya fraguadas y son vigentes desde finales del siglo pasado y mas concretamente a partir de la década de los 80.
Los cambios en las circunstancias políticas y sociales de la transición favorecieron una mayor actitud reivindicativa en general en la sociedad. Y como no podía ser menos esta situación se trasladó a las corridas de toros y muy especialmente a la plaza de toros de Madrid.
Cierto sector de la prensa taurina de la época, dirigido por Dña. Mariví Romero y D. Manuel Molés inició una cruzada en pro del toro grande y cornalón en el único programa de toros de TVE, que además era la única cadena existente. Esto indujo al espectador a pensar que el peligro e importancia del toro radica únicamente en su fachada y que cualquier tipo de toro que se salga del estereotipo que ellos marcan es un fraude, lo cual es un flagrante error.
Las cosas son grandes o pequeñas dependiendo de con que se las compare y para ellos el elemento de comparación es un prototipo único y excluyente. Olvidan que lo que de verdad produce respeto a los toreros en un toro son sus ideas, mucho más que su fachada y sus kilos. Que el toro brocho y cornicorto, al que se le ve la punta de los pitones, es mucho más certero al herir que el corniveleto que tanto les impresiona y gusta a estos periodistas.
Madrid es el origen del cambio en el toro. La protesta del público es tan violenta y radical que la única posible salida airosa para quien organiza el festejo y para quien determina la validez de los toros para la lidia no es otra que ir subiendo el listón de la fachada del toro progresivamente.
La situación que se producía algunas tardes de la década de los 80 en la plaza de toros de Las Ventas rayaba en la alteración del orden público y ahí frente a 25.000 personas gritando no cabían explicaciones razonables. El público exigía el TORO GRANDE y por tanto grande hubo que dárselo. Precisamente aquí surge la 1ª y mayor limitación para este encaste.
La morfología del toro de Coquilla es como es y desgraciadamente no se corresponde para nada con el tipo de toro que comienza a exigirse. Su poca cara, su perfil y cabos finos, sus hechuras casi de porcelana… para nada se ajustan con el concepto de trapío que el aficionado empieza a tener.
Por aquel entonces nadie se planteaba que el toro de lidia actual proviene de distintas ramas y que a cada toro hay que juzgarlo según el encaste de donde provenga. Se unificaron las razas por arriba y solamente pasaron a ser aceptables los toros grandes y cornalones.
Este proceso de exigencia de un trapío ascendente ha sido constante, lo que ha provocado la desaparición completa e irreversible de muchos encastes carentes de esas determinadas condiciones morfológicas.
Se ha producido poco a poco y sin que nadie se de cuenta, despacio, de forma desapercibida… hasta el punto de que la realidad es que hoy es casi milagroso poder ver estos encastes en las plazas. De esta manera de una diversidad riquísima original de tipos de toro, hemos pasado de forma irreversible a lo que hoy llaman “monoencaste”.
El principio del fin ha comenzado. Sólamente en las plazas de menor categoría es aceptado el toro pequeño, con lo que los circuitos para poder lidiar este tipo de toros cada vez son más cortos.
Morfológicamente el toro de Coquilla queda fuera de juego en todas las plazas de 1ª categoría y gran parte de las de 2ª, con lo que el mercado se reduce considerablemente, quedando relegado para plazas de 3ª. Con el agravante de que cuesta lo mismo criar un toro para Madrid que para Villarobledo por poner un ejemplo; sin embargo su precio de venta muy distinto, con lo que aparece una nueva contrariedad: la ECONÓMICA.
Aún así, algunos ganaderos minoritarios conseguimos sobrevivir hasta principios de este siglo, que es cuando además del problema morfológico y económico aparece un tercero todavía mayor: su COMPORTAMIENTO.
Cuando la Unión de Criadores de Toros de Lidia a finales del siglo pasado abre sus puertas y acceden a la misma un numeroso grupo de nuevos ganaderos que en su mayor parte lo hacen comprando vacas del encaste vigente y preferido por los toreros, el mercado se inunda y empiezan a sobrar corridas de toros y novilladas, incluso de divisas a las que los toreros no ponen reparos. Por tanto imagínense las dificultades con las que se encuentran aquellas ganaderías no apetecidas por ellos…
No quiero de ninguna manera hacer responsables a los toreros. Pero lo que tengo claro es que es humano y razonable apuntarse al tipo de toro que en principio les plantee los menores problemas posibles y yo puedo asegurarles que el toro de Coquilla los pone a prueba en bastantes ocasiones.
Chicuelo sentenció que “los Coquillas lo mismo son guirlaches que guindillas” y quizá esa sea la razón del reparo de los toreros: su irregularidad en el comportamiento. El bueno es excepcional, pero el malo es muy peligroso porque está a la defensiva, no hace pública su condición de manso porque no sale suelto de los capotes ni del caballo y está siempre con la boca cerrada, lo que confunde al público, porque aunque sea manso también es fiero y esa mezcla para el torero es explosivamente negativa. El resultado es que al final al toro le aplauden en el arrastre y al torero le pitan despues de haber pasado un mal rato.
La mirada del toro es algo fundamental y decisivo para el torero pero que el público no ve porque no se puede captar desde el tendido. El toro de Coquilla tiene una mirada fiera, encendida, casi diría que inteligente, con los ojos saltones y que casi no le caben en las cuencas, dando la impresión de que su ángulo de visión fuera de 360º. Entiendo que para que un torero se sienta a gusto y pueda expresarse toreando no puede tener enfrente a alguien que le mira como un inspector de hacienda.  Son animales muy duros, tanto de patas como para morir, aguantándose en pie y tragándose la sangre, resistiéndose a doblar hasta el último momento y dificultando en muchas ocasiones la concesión de la orejas. En definitiva es un toro agrio al que hay que hacerle las cosas muy bien para salir airoso del trance.
Su pequeño y proporcionado tamaño les dota de una gran agilidad de movimientos, revolviendose en un palmo de terreno, lo que dificulta en extremo el tipo de toreo que hoy se pide.
El bravo es de bandera: repite incansable las embestidas con nobleza pero con una capacidad de transmisión única que permite que con 20 muletazos se ponga al público en pie. Es pronto, está siempre atento a los toques y tiene gran fijeza.
Su pelea con el caballo puede ser espectacular tanto por su prontitud en la embestida como por su aguante, obligando a los picadores a hacer uso de toda su profesionalidad para no acabar con el caballo por los aires.
Es fácil pues entender que si el público no admite este tipo de toro por su escasa fachada y no le da importancia y que si los toreros con razones fundamentadas les tienen autentico respeto, el sitio de estos toros es cada vez mas limitado por no decir inexistente.
Podemos pues afirmar, que tanto su morfología como su comportamiento son 2 factores absolutamente limitantes, para su supervivencia.
Hay una 4ª limitación y que a mi modo de ver quizá sea la mas preocupante de todas, pues no solo afecta al encaste de Coquilla sino que lo es también para toda la cabaña brava en general: la NORMATIVA COMUNITARIA SANITARIA PARA EL GANADO BOVINO.  Bruselas redacta la normativa lógicamente para el modelo de explotación mayoritario en Europa que es el ganado estabulado. Y olvida y no tiene en cuenta, creo que sin saberlo, el sistema de Explotación Extensiva, que paradójicamente es el que mas encajaría dentro del espíritu de protección medioambiental en las directrices de la PAC, pues es el mas claro ejemplo de Desarrollo Sostenido.
Parece increíble que el modelo de explotación ganadera que no sólo no deteriora el medio ambiente sino que además lo mejora, quede absolutamente limitado. No es lo mismo aplicar medidas sanitarias sobre una vaca estabulada que sobre otra que vive libre en el campo. Y si además esta vaca que vive libre en el campo, embiste, las cosas se complican todavía más…
Comprendo que explicar en Bruselas que en un rincón de Europa existe un pequeño grupo de ganaderos cuyo único fin es criar un animal para que acometa, va a resultar muy difícil. Pero más complicado será aún que lo entiendan… Con lo cual tenemos que aceptar la situación y el que quiera criar Toros de Lidia en el siglo XXI lo tendrá que hacer en las circunstancias y bajo las condiciones que Europa determine.
Odio hablar de casos particulares, pero no me queda mas remedio que hacerlo del mío porque supongo que lo que a mí me ha pasado le puede pasar a cualquiera.
Desde que comenzaron las Campañas de Saneamiento, creo recordar que sobre el año 1993, en mi casa han desaparecido 10 reatas: “Relampagueras”, “Flor de Jara”, “Voladoras”, “Vistalegres”, “Giralditas”, etc… son familias perdidas para siempre.  Paralelamente las novillas de reposición sufren un doble filtro en su selección: por un lado la Tienta y por otro el Saneamiento. Quiero decir con esto -y a mí me ha pasado muchas veces- que si de una camada de 30 eralas de tienta apruebaba sólo 10, despues de esas 10 me he visto obligado a sacrificar a 5 por la normativa sanitaria si daban positivo para tuberculina, con lo que la reposición se pone muy complicada. Reconozco que me ha costado aceptarlo… pero entended que cuando he tenido que sacrificar por obligación de estas normas una vaca de 15 años, madre de 2 sementales ¡todo lo demás pasa a un 2º plano!.
No quiero pecar de catastrofismo, pero entiendo que si las tres primeras limitaciones en cuanto al trapío, la econonomía del ganadero y el comportamiento podrían ser subsanables en el momento en que el aficionado y el torero acepte el tipo de toro del que hablamos, a la cuarta (la Normativa Europea) le veo de muy difícil solución.
Sólamente el hecho de tener que pasar las vacas por la manga 2 veces en el intervalo de 3 días y dos veces al año genera gravísimos problemas, no sólo de manejo sino también de fertilidad en las vacas. La verdad es que nunca es buen momento: 1) si esta preñada con los golpes puede abortar; 2) si está alta inmediatamente se le corta el celo debido al estrés y 3) si esta recién parida el becerro corre altísimo riesgo de ser pateado y morir en los corrales. Creo haber protestado más que nadie, reivindicando que se reconozcan las particularidades de la ganadería extensiva y sobre todo la de lidia. Incluso llegué a organizar una recogida de hasta 1.500 firmas de apoyo en la provincia de Salamanca. Pero nunca fuimos escuchados, porque sencillamente este problema no tiene solución.
Europa no va a variar un centímetro la trayectoria de su política sanitaria por algo que desconoce y que es de muy difícil explicación. Aceptada esta premisa hoy puedo asegurarles que el criar toros de lidia se esta convirtiendo en una heroicidad.
Agradezco profundamente su interés y su paciencia por escucharme. No se si peco de apocalíptico o de sincero pero en cualquier caso mi experiencia durante 35 años me han llevado a sacar estas conclusiones.
Muchas gracias."
 Juan Sánchez-Fabres26 de Marzo de 2011