Gracias por las lágrimas y las risas. Y por tantas cosas. No me convenció en su momento que hubiera tercera temporada. A fin de cuentas el final de la segunda había sido perfecto. Para qué hurgar más. Pero ahora lo veo claro. Clarísimo. Jamás ha existido un cierre tan brutalmente apropiado para una historia. Tan necesario. Tan esperanzador.
No se trataba de que otros la salvasen. Se tenía que salvar a sí misma.
Qué gran lección.
Gracias, Rae.