A la edad de diez años, más o menos, empecé a escuchar música. He escuchado desde entonces casi de todo. Desde la infantil fascinación por Tchaikovsky, pasando por las arquitecturas sonoras de Bach y Haendel, hasta Paquita la del Barrio ( ¡Me estás oyendo, inútil! ).
Quede consignado de esta manera que soy un ecléctico de nación.
Sucede que la primera vez que uno escucha las Variaciones Goldberg siente la imperiosa necesidad de volverlas a escuchar una y otra vez. Obsesivamente. Y quedan ya impresas en los entresijos del cerebro para siempre. Antes de los dieciocho de mi edad, sin embargo, una momentánea obstrucción auditiva, de pronóstico menos grave, me impidió la atenta escucha de los Módulos de Luis de Pablo suprimiendo esa misma e imperiosa necesidad con lo cual mis entresijos cerebrales quedaron huérfanos de atonalismo. Es esta pues, una antigua carencia mía no por accidental y patológica menos lamentable.
A todas estas, Rafael Cavestany reaparece en mi vida transformado en un compositor posmoderno de vanguardia lo que me produce un pánico inicial solo superado por mi mencionado eclecticismo.
Ni corto ni perezoso este compositor, familiar tan cercano , me entrega la partitura de su primer Concierto unopara piano. Esta entrega la hace a grandes voces ( es muy expresivo) y en el recinto de la pequeña galería de arte donde estoy, a la sazón, exponiendo mis dibujos y grabados. Movido sin duda por un genético atavismo familiar acudo entonces a mi amigo Javier López de Guereña solicitándole que, a cambio de un aguafuerte firmado y numerado, transcriba una parte de la música contenida en la mencionada partitura .
Semanas después y en mi estudio, le hago escuchar a Rafael Cavestany los compases iniciales de su Concierto unopara piano, transcrito a golpe de sintetizador. Quedamos los dos presa de un emoción incontenible (ambos somos muy expresivos).
Al poco tiempo asistimos Begoña y yo al estreno de dicho concierto en Ibiza (hoy Eivissa), interpretado por el pianista granadino Sebastián Mariné. Tras esta primera audición, los entresijos de mi cerebro empiezan a experimentar el deseo de una segunda audición, de manera que el atonalismo va haciendo mella en aquellas neuronas mías tan huérfanas y la indispensable serotonina posmoderna va lubricando debidamente sus conexiones.
Ya solo me queda cerrar los ojos, emocionarme y pensar en Stravinsky cuyo cigarrillo, ardiendo en el extremo de una larga boquilla, diluye sus humos azules entre los enérgicos compases iniciales del Concierto uno para piano de Rafael Cavestany.
Desde aquellos no tan lejanos años Rafael Cavestany viene desarrollando una exitosa carrera de compositor posmoderno de vanguardia desde la isla de Ibiza (hoy Eivissa) donde reside y trabaja.
El pasado domingo dia 30 de octubre, en Madrid y en los nuevos Teatros del Canal, Rafael Cavestany estrena siete pequeñas piezas que titula Trío en cuestión. Se trata de siete composiciones con los que este autor se obstina en representar sus relaciones personales con algunas amistades y familiares.
Deseo expresar que compartimos el compositor y yo mismo una gran afición a los conflictos familiares en los cuales nos hemos ejercitado durante toda nuestra vida consciente.
Acudo al concierto ofrecido por el Cuarteto Areteia con la esperanza de que mis entresijos auditivos estén en disposición favorable a la atonalidad, sea o no posmoderna.
Me siento en una butaca lateral.
¿Cómo superar la necesidad de la melodía?, ¿con la razón?, ¿con el sentimiento?. Una es fría e implacable el otro veleidoso e inconstante.
En los inicios del Trío en cuestión, los dedos de la pianista Elena Aguado, a quien está dedicado, se deslizan vertiginosos sobre el teclado evidenciando la obstinación de este triálogo al que se refiere Rafael Cavestany para prefigurar musicalmente el desarrollo de sus personales conflictos familiares. El final vuelve a conducir al principio cerrando el círculo de lo imposible.
En cualquier caso, y a petición de mis huérfanas, he vuelto a escuchar este trío, este triálogo, en el sitio web del compositor. Invito a visitarlo y a escucharlo, está muy bien. http://www.rafaelcavestany.com/index_es.html
Tan sugerentes son los títulos de las siete piezas de este Trío que he decidido unirlos a siete de algunas de mis últimas pinturas de pequeño formato. Sin la previa autorización del compositor, siguiendo los salvajes usos de la Red.
Creo que están acordes en tamaño e intensidad.
Y de esta manera sigo trialogando con Rafael Cavestany.
¿Y si trialogamos?
¿Porqué tanto empeño?
¿Qué se siente?
¿Sigues buscándole?
¿Y tú quién eres?
¿Pero tú, por qué vas ahí?
Te perdono, ¿me perdonas?