Raíces paganas del ateísmo

Por Daniel Vicente Carrillo



La Creación del universo a partir de la nada no ha sido "la respuesta habitual" de "muchas culturas" al misterio de la existencia (como afirma el divulgador Sagan), sino una respuesta muy singular del monoteísmo judío. En todas las restantes cosmogonías no hay una creación ex nihilo, dándose, en cambio, a partir del caos preexistente y en base a una multiplicidad de fuerzas. Todos los cultos idólatras creyeron en la eternidad de los astros a los que adoraban, y fue tarea principalmente del cristianismo el presentar a los cuerpos celestes como esclavos de un Dios espiritual, todopoderoso e imperecedero, en lugar de como sus apéndices o familiares. En la mitología griega, la genealogía de Apolo y Diana -el Sol y la Luna- remonta a Urano -el Cielo- por ambas líneas, siendo éste un dios protogenos o inherente al mundo, y por ende increado, al que el mismo Tiempo -Crono- se subordina. También la filosofía griega, al menos desde Parménides, se opuso a la noción antiintuitiva de que algo pueda proceder de la nada y tener un ser distinto al del Ser general.
La eternidad del universo es, pues, una idea tan religiosa e inmemorial como la de su contingencia. La concepción según la cual los astros son criaturas y no dioses deja sin fundamento al paganismo, para el que la divinidad es la expresión perfecta del carácter primordial e ingénito de la naturaleza, opuesta a la humanidad, que aparece espontáneamente en un momento tardío de la historia del cosmos.
Así, cuando el ateísmo salta por encima de la hipótesis de un Dios creador y hace al universo causa primera de todos sus fenómenos, debe, como los antiguos griegos, apelar al caos, a lo indefinidamente abierto y privado de determinación, ya que no es inteligible situar la causa y el efecto en un mismo sujeto. Es decir, antes que por una religión racional, donde lo primero y lo segundo están esencialmente separados y unidos sólo por accidente (mediante un acto volitivo, el Fiat!), opta por otra irracional donde ambos conceptos se confunden y el orden procede del desorden, y la unidad de la pluralidad.