“Raíces profundas” es un western muy importante para la historia del género, porque todos los westerns posteriores a este manan de esta película, un western de notable influencia en todos los westerns que vinieron después, y en la forma de hacer cine del oeste. Hay un poco de la iconografía del western en el personaje magníficamente interpretado por Alan Ladd; lacónico, violento, de pocas palabras, un antiguo pistolero de pasado turbio, alguien que intenta cambiar de vida, y está huyendo de su pasado, un personaje muy característico del género y que veríamos en muchos westerns de la historia del cine, sobre todo en el cine de Anthony Mann o de Sergio Leone.
- Alan Ladd : Nunca es mucho tiempo.
Es tanta la atracción que siente el uno por el otro que hasta el niño se da cuenta, todos tenían claro que se gustaban, por eso hacia el final de la película, el niño le grita desesperadamente al forastero que se quede con ellos y no se marche:
"Shane vuelve, que papa te necesita y mama se que te aprecia."
El argumento es muy típico del cine del oeste, es el enfrentamiento entre los ganaderos que quiere los pastos para las reses, y los granjeros que siempre tiene las de perder. El título en español que se eligió fue “Raíces profundas” en clara alusión a la escena del trabajo y el esfuerzo que tienen que hacer los dos protagonistas para poder quitar el tronco de un árbol enraizado en su propiedad, mientras que en inglés fue el de “Shane” que es nombre del personaje de Alan Ladd, un nombre muy sonoro que el niño repite muchas veces durante la película, debido a la gran fascinación que tiene por él.
Una película donde la tensión va en aumento a medida que avanza la película, hasta el fantástico duelo final, la violencia también va en aumento, y por eso una frase que me gusta mucho, que pronuncia el jefe de los ganaderos después de la pelea a puño limpio en el saloon.
“La próxima vez que nos peleemos no será con los puños, quedará en el aire el olor de la pólvora.”
Un western con una fotografía impresionante, con unos primeros planos de las caras de los personajes fabulosos, y un hermoso paisaje, una solitaria casa en mitad de la pradera, unas montañas nevadas en la lejanía y un cielo plomizo, muy oscuro que amenaza lluvia. Y con un color maravilloso, una fotografía merecedora del óscar que ganó en ese año a la mejor fotografía.
George Stevens era un gran cineasta, y no solamente lo demostró con esta película, ya que para los que no conozcáis mucho a este cineasta, fue el director de esa obra maestra llamada “Gigante” con James Dean y Rock Hudson.
“Raíces profundas” es un western que no tiene ningún claroscuro, o es blanco o es negro, el bueno es muy bueno y el malo es muy malo, además queda acentuado con el color de la ropa el bueno viste de blanco y el malo viste como podía ser de otra manera de negro, que difiere con el libro en el cual se baso la película, donde el malo era el que vestía de blanco y el bueno de negro, la eterna lucha del bien contra el mal, y como siempre en todo el cine del oeste, se repite la constante que son pueblos del oeste sin ley ni orden, no hay sheriff, las ciudades se rigen por la ley del más fuerte, y la ley del talión, donde alguno siempre se cogía la justicia por su mano.
Para que una película del oeste sea buena el villano tiene que estar a la altura del protagonista, y en este caso Jack Palance no podía estar mejor, un pistolero muy rápido, parco en palabras, pero que se expresa con frases concisas, secas y directas.
Y lo bien que esta en este western Alan Ladd, que los que seguís este blog, es un actor que me gusta mucho, que se le menosprecio mucho, quizás por su baja estatura e inexpresividad, pero que imprime al personaje esa dureza, fuerza y presencia en pantalla que solamente los más grandes tenían.
Y para ello hay una secuencia que me encanta que anticipa la pelea, en una secuencia anterior se ríen de él y le humillan tirándole un vaso de whisky a su camisa, porque no quiere pelear por no meter en problemas a la familia que le ha dado cobijo, pero la segunda vez que vuelve a entrar en el saloon, no está dispuesto a dejarse humillar de nuevo, pide en la barra dos whiskies y cuando parece que le va a invitar a uno de los villanos que anteriormente se metieron con él, sorprende al espectador tirándole uno de ellos a la camisa y otro a la cara devolviéndole el golpe anterior. Y de alguna manera él no quiere utilizar la violencia, pero cada vez que avanza se hace más necesario que vuelva el viejo pistolero. Un personaje que claramente está atrapado en su pasado.
Un reparto fantástico en estado de gracia, todos los actores están fabulosos, y eso que decía en Hollywood, que no hay nada peor que actuar con niños y perros, pues hasta el perro y el niño están increíbles en la película.
Y para remarcar la pelea en el saloon, pocas películas del oeste tienen peleas tan impresionantes como esta, una pelea que se sacuden de lo lindo.
Resaltar también que a pesar que no soy muy de remakes de grandes clásicos, el remake de Clint Eastwood es fantástico, vistas de nuevo, la película de Eastwood es muy semejante a la de Stevens, aunque con un toque más oscuro y cambiando ganaderos por mineros. Por eso pienso que a este western no se le ha dado la importancia que realmente tiene, a pesar de la gran influencia que tuvo en grandes cineastas posteriores.
La película tiene un guión magnífico, y nos regala muchas frases para el recuerdo, como es el dialogo final entre Jack Palance y Alan Ladd.
- ¿Cuál es tu oferta Ricker?
- Para tí ninguna.
- Es una pena, ya has vivido demasiado, tus días se acaban.
- ¿Mis días? ¿Y los tuyos pistolero?
- Yo ya cuento con ello.
- No lleves las cosas demasiado lejos Shane. Esto no va contigo.
- No provoques a Wilson, Shane.
- Con que eres Jack Wilson.
- ¿Qué tiene de particular?
- He oído hablar de ti.
- Bien, ¿Qué has oído?
- He oído decir que no eres más que un cobarde.
- Haz la prueba.
Así pues recomendar fervientemente la historia de este héroe que tiene que enfrentarse una vez más a un destino del que le es imposible huir, una película que ya es historia del mejor western.