Mariano Rajoy, que va a ganarle como representante del Estado la guerra pacífica al independentismo catalán, se diría que se inspiró en la máxima de Sun Tsu: “El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”.
Las leyes a las que esperó Rajoy y su inacción calculada están consiguiendo que “el enemigo se consuma en sus contradicciones”, como recomendaba el general chino hace 2.600 años.
La fanática y gran agitadora presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcarell, se retractó ante un juez de sus juramentos independentistas, con lo que Rajoy parece haber cumplido otra sentencia suntzuniana: “Un general alcanza la perfección cuando rinde a su enemigo o logra que huya sin presentar batalla”.
El 1 de octubre, el día del falso referéndum independentista, Rajoy cometió un grave error para la imagen de la democracia española al suplir con policías nacionales y guardias civiles la inacción del uso de la fuerza de los Mossos catalanes.
Pero desde entonces sigue al estratega chino: “Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”, y los independentistas llevan error tras error, peleándose ahora entre ellos.
Rajoy parece estar venciendo esta pacífica guerra para la supervivencia de España, pero cuando haya paz le espera un gravísimo problema que puede condenarlo.
Manuel Morocho, el inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), acaba de declarar en una comisión del Congreso que investiga al PP en el caso Gürtel que hay “indicios” de que él y la plana mayor del PP cobraron de una “caja B”.
De ser ciertos estos indicios, y los demás partidos esperan probarlo, su posible triunfo histórico frente al separatismo quedaría ennegrecido porque “Un general lidera con su ejemplo, no con su fuerza”
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SALAS
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