Sabiendo que Mariano Rajoy es un hombre de Estado podemos afirmar que recibirá el día 30 al presidente de la Generalidad y representante de España en Cataluña con el siguiente parlamento:
“Señor Artur Mas: han pasado exactamente 535 años desde que se unieron los reinos de Castilla y el de Aragón, al que pertenecía Cataluña; seguirán así durante otros 535.
Usted y sus independentistas han generado una patriotería ciega en millones de inocentones catalanes al prometerles una vida mejor independizándose de España, mientras nos roban la cartera, como Pujol, a ellos y a los demás españoles.
Ha comprado la voluntad de los medios de comunicación catalanes para contagiarlos con su egolatría y romanticismo y crear así un falso Estado. Yo desmontaré esa propaganda goebbelnesiana como primer ministro de España y, se lo recuerdo, también suyo.
Durante más de un siglo el resto de los españoles hemos comprado productos catalanes, víctimas de su proteccionismo, siguiendo su tradición carlista, nada que ver con 1714. Los nacionalismos son herencia del carlismo, que fue poderosísimo y belicoso en Cataluña.
Recuerde: los españoles podemos cambiar la Constitución, reformándola a favor de cada español, pero no bajo la caliente esquizofrenia de la presión nacionalista.
Le propondré a todos los españoles que seamos verdaderamente iguales: la reforma en frío, tranquila, cuando cesen sus estúpidos sueños, primero eliminará los privilegios vasco y navarro.
Y si algunos catalanes o vascos se declaran insumisos y montan actos revolucionarios, que espero impaciente, despertarán y volverán a ser juiciosos cuando les apriete el hambre.
Mi firmeza gozará del apoyo del mundo civilizado, preocupado por los nacionalismos que siempre acaban en sangre, y aumentará el prestigio de nuestra nación”.
Así hablará Rajoy, un hombre de Estado. Dirá serenamente todo lo anterior. ¿O no? O no. Oh, no. O sí.
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SALAS