Algunas fuentes consultadas sospechan que la confusión puede deberse a que el presidente tiene el mismo nombre de pila que Mariano Medina, el hombre del tiempo que informaba en blanco y negro con una tiza cuando España sufría una “pertinaz sequía” y el de Ferrol inauguraba un pantano nuevo cada día y fiestas de guardar. Mis investigaciones me dicen que la causa del lío es otra. Es un hecho objetivo que Rajoy se apareció esta mañana en un estudio de radio vestido de chamán de la tribu de los hispanos. Tocando un tambor y agitando una calabaza conjuró al dios de la lluvia y, convencido de la fuerza irresistible de su magia, proclamó que tiene que llover a cántaros.
El único que no debe estar muy contento es el joven ayudante que el Gran Chamán Rajoy designó para el negociado de calambres y tarifazos. Se llama Álvaro Nadal y para hoy mismo tenía previsto comparecer ante la asamblea de los representantes de la tribu para explicar por qué los precios de la electricidad viajan en globo ascendente y contar qué piensa hacer para que baje algún día o al menos alguna vez. Obviamente, después de que su jefe implorara esta mañana al dios de la lluvia y dijera que no es necesario hacer nada más para que descienda, el tal Nadal se podría haber ahorrado el viaje y a nosotros el dinero.
En todo caso es un daño colateral sin importancia, compensado con creces por el nublado que se avecina y que todos celebraremos bailando la danza de las cosechas a la luz de las hogueras y dando vueltas en torno al tótem del Gran Chamán. La única pena es que no quiera ser el hombre del tiempo, con lo que eso ayudaría a la tranquilidad y a la economía de los indígenas.