Desde hace tiempo se está viviendo una tensión diplomática entre Venezuela y España. En realidad, la escalada se vive desde hace tiempo, pero se ha intensificado en las últimas semanas. ¿Por qué?
Por un lado, a Nicolás Maduro le interesa. La mala imagen que está cosechando a nivel internacional cada vez se acentúa más. Le viene bien una cortina de humo que desvíe la atención. Y el bobo de Mariano Rajoy ha aceptado ya ha entrado al trapo. ¿Por qué? Porque a Rajoy también le interesa.
En España lleva tiempo hablándose de Venezuela, y no para bien. Nuestros políticos andan más preocupados por Venezuela que por España, como si Venezuela fuera una provincia española. Con todo lo que está lloviendo últimamente en España, más aún sobre el Partido Popular, Venezuela viene como anillo al dedo. Nadie se preocupa de la corrupción ni de los desmanes del Gobierno. Lo que se estaría hablando si Maduro hubiese aprobado una Ley Mordaza como la de Rajoy. Así pues, Venezuela, Maduro y los chavistas se convierten en el blanco perfecto para desviar la atención de lo que pasa en España.
Además, la tensión diplomática con Venezuela cumple un segundo papel. En el imaginario colectivo español, especialmente en la derecha y la socialdemocracia, los de Podemos son chavistas. Cuantas más cosas negativas se digan de Venezuela y de los chavistas, más cosas negativas asociará la gente con Podemos, el partido al que todos temen (a Ciudadanos no se le teme tanto). Y si Maduro entra al trapo soltando exabruptos (aunque llamar racista y corrupto a Rajoy no lo considero, si no verdades como puños), pues mejor.
Está claro que Maduro no va a tener ningún conflicto diplomático con Obama,más que nada porque el presidente estadounidense es más listo que Rajoy. Así pues, mientras en Venezuela se habla de España y en España se habla de Venezuela, ni Maduro ni Rajoy atacan los verdaderos problemas de sus países. Así vamos unos y otros.