Ramiro tenía dinero pero se quedó sin novia. Abatido, decidió emprender rumbo a Estados Unidos para convertirse en actor. Al cabo de unos años volvió a Bolivia y usó sus dotes actorales aprendidas para matar.
La primera víctima fue Margarita Ríos. Su cuerpo fue encontrado en un edificio abandonado en Cochabamba. Después correría la misma suerte Luisa Toranza, en Oruro. La tercera fue localizada en un apartamento de La Paz. La siguiente asesinada se llamaba María Pérez, en un salón de un colegio, en noviembre de 1937. Mariana Aramayo pereció en el altar de una iglesia. Julia Cáceres fue asesinada en diciembre de 1938. Así hasta cometer ocho asesinatos sobre mujeres jóvenes. Todas de 18 años de edad. Todas agredidas sexualmente. Todas muy parecidas físicamente. Todas se parecían a su exnovia y tenían su misma edad. Todas engañadas, ya que Ramiro se valió de diversos personajes para engañar a sus víctimas. Se hizo pasar por profesor –por eso asesinó a María Pérez en un colegio-, por sacerdote –por eso asesinó a Mariana Aramayo en el altar de una iglesia-, por vendedor, por productor de cine,…
La policía investigaba pero no conseguían averiguar nada, aunque el 9 de mayo de 1939, el caso dio un giro de 180 grados. La novena víctima del asesino, pudo escapar y denunciarlo. Ramiro fue detenido y confesó todos los asesinatos cometidos sobre las muchachas, incluso el de su hermano. Fue sentenciado a la pena de muerte y fusilado en la cárcel de Cochabamba el 3 de julio de 1939.