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Aprendió contabilidad por correspondencia, participó en la Primera Guerra Mundial como soldado y trabajó como empleado de banco hasta los 45 años, cuando perdió su bien pagado empleo de vicepresidente de sucursal por culpa de su alcoholismo, sus ausencias injustificadas y sus numerosas aventuras con las secretarias.
Recién entonces, con 45 años y en medio de la Gran Depresión se dedicó a escribir novela negra y relatos en los llamados pulp fiction magazines. A los 51 años aparece su primera novela, El sueño eterno (1939), donde su detective estrella Phillip Marlowe (aparecido ya en 19 relatos cortos) transita por la cara menos luminosa de Los Ángeles. Su estilo irónico y cínico no carece de cualidades estéticas y supera el impresionismo de Dashiell Hammett con relatos de acción en donde destacan los rasgos de ingenio cáustico, sobre todo en los diálogos. Su mismo nombre se convirtió en sinónimo de su estilo lacónico y picante influyendo generaciones de escritores.
No es de extrañar que Chandler haya tenido unos sólidos conceptos acerca de la escritura de ficción criminal. Estos son sus diez mandamientos para la novela negra:
1. La motivación, tanto para el inicio como para el desenlace, debe ser creíble.
2. Los métodos del asesinato y su posterior resolución deben ser técnicamente sólidos.
3. Los personajes, las el escenario y la atmósfera deben ser realistas. Debe haber gente real moviéndose en un mundo real.
4. Debe tener una historia sólida, aparte del elemento de misterio: la investigación en sí debe ser una aventura que valga la pena leer.
5. La historia debe ser esencialmente simple, para explicarse fácilmente cuando llegue el momento.
6. Ha de desconcertar, sin engañar, a un lector razonablemente inteligente.
7. La solución debe parecer lógica e inevitable una vez revelada.
8. No se debe tratar de hacer todo a la vez. Si se trata de una historia “rompecabezas” que se desenvuelve en un ambiente razonable y sofisticado, no puede también ser una aventura violenta o un apasionado romance.
9. Se debe castigar al criminal de una manera u otra, no necesariamente por intervención de la ley… Si el detective no logra resolver el caso, la historia es queda abierta y eso no provoca más que irritación en el lector.
10. Debe ser una historia honesta con el lector.
Chandler era muy crítico con otros escritores de misterio, sobre todo con los británicos como Agatha Christie y en particular con Dorothy L. Sayers a quien acusaba no sólo de ser una “snob hipócrita”, sino de producir historias decididamente aburridas. Dijo una vez: “Los ingleses no siempre son los mejores escritores del mundo, pero son los más aburridos… sin comparación”.
Chandler, por otro lado, admiraba a su colega Dashiell Hammett por infundir a sus historias un sentido de realismo natural. “Hammett devolvió el asesinato a la clase de personas que lo cometen por una razón, no sólo para proporcionar un cadáver; y con los medios a su alcance, no con pistolas de duelo forjadas a mano, curare y peces tropicales… Él era sobrio, frugal, duro, pero hizo una y otra vez lo que sólo los mejores escritores pueden hacer. Escribió escenas que parecían no haber sido escritas nunca antes”.