"Rayuela", 50 años de magia

Por Julianotal @mundopario

Del "Cuaderno de bitácora" que diese luz a "Rayuela"
Como un juego empezó a descubrir la vida mientras caminaba y brincaba por las calles de Banfield y se inventaba rayuelas sobre el asfalto. Algo tenía que salirse de la lógica de los mayores, pensaba. Tendría que haber leyes de la excepción, magia, fantasía, verdad en la mentira, credibilidad en la ficción. Él jugaba, nada más. “Desde niño todo lo que tuviera vinculación con un laberinto me resultaba fascinante –explicaría años después–. Creo que eso se refleja en mucho de lo que llevo escrito. De pequeño fabricaba laberintos en el jardín de mi casa. Me los proponía”. Su camino hacia la escuela era un laberinto. Él lo había diseñado, piedra tras piedra, grieta tras grieta. En una esquina saltaba con un pie para caer un metro más adelante con los dos. “Si por casualidad no podía hacerlo o me fallaba el salto, tenía la sensación de que algo andaba mal, de que no había cumplido con ese ritual. Varios años viví obsesionado por esa ceremonia, porque era una ceremonia”.Pasados los 40 años, mientras escribía Rayuela, Julio Cortázar llegó a pensar que la titularía Mandala, como el juego sagrado de los hindúes. “Luego me pareció pedante y recordé que la rayuela es un mandala, solo que los niños la juegan sin ninguna intención sagrada”. Rayuela, mandala, laberinto, juego, fantasía, lo sagrado y lo profano, lo místico, lo real, el humor y la ingenuidad. La política, sus diversos rostros, el amor y sus irónicos rostros. Cortázar mezcló la vida, su vida y la que vio, en sus libros, y sus libros acabaron por parecerse a su vida. Todo laberinto, todo impredecible. Aquellos tiempos, cuando Cortázar aún no era Cortázar, fueron tiempos de dificultades económicas, de ir de un lado para el otro y dictar clases. Pasó de Chivilcoy, al sur de la Capital Federal de Buenos Aires, a Mendoza; de dictar cursos, a hacerse cargo de tres cátedras de literatura francesa y de Europa septentrional. En una carta dirigida a su amiga Mercedes Arias, decía: “Creo que aquí estaré bien. Las clases las principié el miércoles pasado, y puede figurarse la diferencia que significa dictar seis horas por semana (dos por cátedra) y no dieciséis. Luego, el trabajo universitario es hermoso, ¡por fin puedo enseñar lo que me gusta!”.Los diarios mendocinos Los Andes y La Libertad reseñaron la conferencia en sus páginas culturales. “Cortázar comenzó señalando la imposibilidad de comunicar las características esenciales de una poesía, por cuanto sus esencias son de orden personal y en modo alguno comunicables con otro lenguaje que no sea el de la poesía”, decía una de las notas. Medio irónico, y muy en serio, Cortázar criticó que su exposición hubiera sido juzgada por la prensa como “difícil”.Cuando Perón llegó a la presidencia, Cortázar renunció a sus cátedras en la Universidad de Cuyo, Mendoza. No quería ser parte del peronismo. Luego,  aclaró en una entrevista que él había confundido el fenómeno del peronismo, y por aversión a sus nombres, sus sujetos, había ignorado “que con Perón se había creado la primera gran convulsión, la primera gran sacudida de masas en el país; había empezado una nueva historia argentina. Esto es hoy clarísimo, pero entonces no supimos verlo”. En el 46 retornó a Buenos Aires y trabajó en la Cámara del Libro. Vivía solo, convencido de ser “un solterón irreductible, amigo de muy poca gente, melómano, lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético, traductor nacional”. Pero en 1954 viajó a París, donde su obra evolucionaría hacia el compromiso social, que cumplió de modo ejemplar. (Fernando Araújo Vélez, http://www.larepublica.pe)


"Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos." (Cap. 21)
 Capitulo 92 http://mundotario.blogspot.com.ar/2012/07/capitulo-93-de-rayuela.htmlCapitulo 147 http://mundotario.blogspot.com.ar/2012/12/de-rayuela-capitulo-147.html





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