Madre e hijo (1881), Enoch Wood Perry
Llevo muchos días desconectada del mundo virtual. Cada vez tengo más cosas que hacer y los días se me acortan. Ya no recuerdo aquellos tiempos en los que varias veces al día decía o pensaba "me aburro". Estos días he estado pensando y he seguido leyendo sobre temas relacionados con la maternidad y la historia. Sí, no lo puedo evitar. He reflexionado mucho sobre el por qué las directrices que hoy en día tenemos las madres acerca de la crianza de los hijos ¿Son las mismas que las que recibieron nuestras madres, abuelas, tatarabuelas? ¿Criaban igual las mujeres de la Antigüedad, que las de la Edad Media? La verdad es que es difícil saberlo, puesto que la historia, la gran historia, no ha recogido estos pequeños datos. Pero me atrevería a decir que las mujeres que han sido madres a lo largo de siglos y siglos de humanidad, han querido con más o menos intensidad a sus hijos. El conocido como "instinto maternal" o como queráis llamarlo, ha existido siempre, seguro. Pero se ha visto alterado por los convencionalismos sociales de cada momento histórico. Hace unos días os expliqué que me había comprado el libro ¿Cómo se sale de aquí? Una historia del parto. Os lo recomiendo como lectura ágil, enriquecedora y fantástica. Su autora, en uno de los momentos del libro en los que explica las distintas maneras de parir a lo largo de la historia nos dice: A veces, las opciones que se toman ante un parto no están relacionadas con las ansias de perfección o con el miedo, sino simplemente con la forma de vida que impera en ese momento. [...] Hacia finales del siglo XX, cuando las mujeres quisieron volver al trabajo, las autoridades médicas determinaron que no había ningún problema en abandonar la cama inmediatamente después de dar a luz. ¿Hubo estudios científicos que propiciaran este cambio? No lo creo. Nos limitamos a hacer lo acorde con nuestro estilo de vida. ¡Cómo me hubiera gustado leer esta magnífica frase cuando fue mamá novata! Porque podemos extrapolar dicha reflexión referente al parto y trasladarla a cualquier aspecto de la maternidad. La estúpida creencia de que lo que nos dicen los manuales de madres, los continuos consejos, son palabra sagrada debería haberla desterrado antes de mi mente. Ahí está el verdadero problema de la crianza, que no radica tanto en la búsqueda del bienestar de los niños y de las madres, sino en el encaje de dicha crianza con la sociedad que en ese momento impere. Ahora entiendo por qué en muchas ocasiones se dice que la lactancia materna es suficiente hasta los cuatro o seis meses (más o menos el tiempo que tenemos por estos lares de baja maternal); ahora comprendo por qué los niños tienen que empezar a dormir solos cuantos antes mejor... Ahora entiendo y comprendo muchas cosas.