Razones del meditabundo

Publicado el 30 septiembre 2014 por Zeuxis

Ilustración de Fernando Vicente imagen google chrome


1. IMPETUOSAS ENUMERACIONES
A.
Uno puede perderse en inútiles silencios Diluirse, Ofrecerse consuelos Contiguos En lo impredecible, Y no volver, No ser lo mismo.
Uno Frecuentemente pide, Exige en el suelo, Que un sonido Origine el mundo.
De estos insólitos fenómenos Viene el desconsuelo.
Pero el infinito es como un objeto Donde se puede mentir Y uno concluye Que un sueño entonces endurece.
Todo se oscurece Vuelve el sosiego Y el existir, Sin ofrecernos pretextos, Pone en el destino Un confundido moribundo.
En los límpidos cruces De estos descubrimientos Uno embiste. Uno insiste.
Este hecho Es el que nos mueve.
E.
Uno cavila La angustia, Las cosas hacia un barranco Y Va abrazando Hasta arrinconar, Hasta proscribirlo todo.
A tal cosa la indican Con pavor, Con las manos oprimidas Y la cara acabada.
Son los minutos con inanición, Las horas angustiadas Sin salvación alguna
No hay una razón Nunca la hay, Sólo las fachosas manías: No ambicionar, No suspirar O turbar un olvido Hacia una apartada caricia.
Uno torna a las circunstancias, Disfrazar, Salir a los días Dar la vida, Asfixiándolo todo.
Y Todo acorrala, Como si no pasara nada. 
I.
Pro hay jornadas Fechas para poner una corona O enloquecer.
Añoranzas que parecen revelar el desvelo Que parecen augurar la coyuntura O la resquebrajadura.
Entonces uno lucha Se concede el gravamen, Marcha, separando puertas, Asolando el trasluz etéreo puesto en los huesos O las meras carnes apretadas en lo vano.
Uno es presuntuoso, Uno se recupera, Busca la trampa, El témpano que consuma.
O.
Después de cualquier día Se vuelve a transitar, Se reanuda la caminata, Tambaleante, Imprudente, Cerca de la desgracia.
Cada fecha Se va Hacia las falanges que ubican la distancia.
Y se arriba, Quizás entusiasta En búsqueda de una respuesta.
La tierra tiene este paladar, Esta asechanza.
Jamás se cree, Aunque se viva de la estratagema.
Cada tiniebla tiene su medida, La mirada precisa Para atraer Al fantasma
U.
Al final El hombre Tan parecido a la memoria Se cansa
Entrega monedas y simientes Y deja de exigir.
Ya no insiste, Ya no embiste Ni camina desamparado Examinándolo todo.
El hombre Comienza a creer En lo inservible, En las cosas con límite, En la obcecación y en la debilidad Y se olvida de las evocaciones Al encontrar el desfiladero Por donde acaba el entorno.
Los símbolos parecen Permanecer, No la sangre.
El fantasma en la noche se derrite, El hielo se consolida hasta perderse.
La caza, Nos enteramos, Tenía el acecho en la zozobra.
2. ACTUALIZACIONES
De la A.
La euforia de lo ordinario prevalece, El escuálido manto se conforma. Uno, uno es ese desahuciado.
De la E.
No hay palabras encubridoras Solo irresolutas nubes que desaparecen: La meticulosa manera del miedo.
De la I.
Entre esas perturbaciones, Estimulado por la avidez de un secreto, Uno intenta la fecundación.
De la O.
Casi desfigurado, en una herencia tirada al aire, El ofuscado sugestiona el punto donde nacen los días.
De la U.
No de otra manera obsequiada Es que uno logra un final caricaturesco Muy cercano a lo pronunciable o a lo incomunicable. Como el pavor que deja un Dios zurrapiento:
3. ZIGZAGUEO
Auténticos juzgamientos, balbuciendo escuálidos escupitajos Auténticos juzgamientos, balbuciendo, escuálidos Auténticos juzgamientos balbuciendo Auténticos juzgamientos AUTÉNTICOS ESCUPITAJOS Escupitajos escuálidos Escupitajos escuálidos, balbuciendo Escupitajos escuálidos balbuciendo juzgamientos Escupitajos escuálidos, balbuciendo juzgamientos auténticos.
4. INCOMUNICABLE CONTUNDENCIA.
Al edén imprimí octópodos: sucusumucu.