Lo peor que le puede pasar a cualquier animal silvestre es que le produzcan sufrimientos de forma intencionada, que se les manipule genéticamente, que se les trate como si fuesen animales domésticos para posteriormente matarles y, en muchos casos, causar la extinción de las especies. La industria que maneja estas pieles no sólo ha realizado todo esto, sino que además es responsable de un derroche de recursos, de la generación de residuos y de la introducción en el medio natural de especies no autóctonas. Todo esto para satisfacer una supuesta necesidad de prendas de abrigos, totalmente inexistente, y la exigencia de una moda anticuada y repudiada por la mayoría de la población.
Razones para NO usar sus pieles:
Extinción de especies: la captura y muerte de animales salvajes con fines peleteros ha llevado durante los últimos siglos a la extinción a diversas especies, como por ejemplo, al visón del mar y al zorro de las Malvinas, mientras que a otras muchas las ha puesto al borde de la desaparición. Algunas de estas especies son: castor, ocelote, pantera nebulosa, nutria marina, tigre, jaguar, koala, o chinchilla salvaje.
Sufrimiento innecesario: La peletería no es sólo sinónimo de muerte, también lo es de sufrimiento. Los métodos utilizados para matar a los animales son estremecedores. En el caso de animales en libertad, su muerte se produce especialmente mediante la utilización de trampas, tales como cepos. Estos métodos no causan la muerte del animal de forma rápida, sino que alargan el sufrimiento. La muerte termina produciéndose tras largo tiempo de agonía. Ya que algunos métodos utilizados para matar estos animales van desde el gaseado con monóxido o dióxido de carbono, la dislocación del cuello, la inyección de pentabarbital sódico y la electrocución, hasta el desangrado.
Manipulación genética: la manipulación genética es una constante en las granjas. Se realiza una cría selectiva basada en características tales como la calidad y el color de la piel, o en el éxito reproductor. Por ello, los visones de granja son más grandes y tienen mayor índice de reproducción que los ejemplares libres de su propia especie, aumentando así la producción de las granjas. El resultado es un animal que poco o nada tiene ya que ver con sus características naturales, con lo cual, cuando se produce la fuga de animales de granja, éstos pueden producir alteraciones genéticas en las poblaciones silvestres.
Intento de domesticación: la cría en granjas de animales silvestres como los visones o los zorros se realiza como si éstos fuesen animales domésticos. Los animales domésticos lo son debido a un proceso de domesticación que duró miles de años. Este proceso hace que pierda su capacidad de sobrevivir por sus propios medios, pasando a depender del hombre. La domesticación de especies silvestres supone su “extinción”, y ello debido únicamente al uso de sus pieles.
Introducción de especies exóticas: una de las consecuencias menos conocidas, pero más impactantes para el medio ambiente, es la introducción de especies no autóctonas en el medio natural. En diversas partes del mundo los animales que se escapan de dichas granjas vienen produciendo la ruptura del equilibrio ecológico. Estas introducciones también conllevan graves peligros ante la posibilidad de que introduzcan enfermedades o parásitos provenientes de las granjas y no existentes en el medio natural. Las consecuencias catastróficas que tiene para el equilibrio ecológico la introducción de especies no autóctonas, justifica por sí sola la prohibición de las granjas peleteras.
Derroche de recursos: la muerte anual de 140 millones de animales silvestres para la confección de productos innecesarios de lujo, representa un evidente derroche de nuestro recurso faunístico. Pero, además, la existencia de las granjas peleteras supone también un derroche energético y de alimentos.Nuestros escasos recursos naturales no deben ser derrochados en ningún caso, pero menos aún para satisfacer la vanidad deciertas personas.
Producción de residuos: la cría de animales en granjas generan ingentes cantidades de residuos orgánicos de los lechos de estabulación, de los alimentos y de los cadáveres despellejados, que favorecen y desarrollan la proliferación de ratas y microorganismos patógenos, y la eutrofización de las aguas. Además, en los procesos de curtición de las pieles se emplean metales pesados que se vierten en las aguas industriales, envenenando los ecosistemas acuáticos.
Lujo innecesario: El frío es siempre una excusa para utilizar las pieles de los animales. Ya sea en países nórdicos como mediterráneos o latinos, éstas prendas son innecesarias, pues más que abrigar del frío lo que hacen es demostrar una posición social y económica, fruto de una moda basada en la ostentación. No es justificable, por lo tanto, usar pieles en ninguna latitud.
Existencia de prendas alternativas: las razones expuestas justifican sobradamente no comprar ni utilizar productos elaborados con pieles pero existen, además, suficientes materiales alternativos, tanto para luchar contra el frío como para embellecer el cuerpo. En el mercado existen suficientes prendas de abrigo de origen sintético como para desterrar totalmente la utilización de pieles de animales silvestres.
Fuente: http://linkverde.com/