Estos días se ha estado hablando mucho del posible regreso de Hannibal. La icónica serie de Bryan Fuller fue una de sus más afortunadas; otras como Pushing Daisies y Wonderfalls fueron canceladas antes de tiempo - y mejor no hablemos de American Gods, serie de la que, literalmente, le echaron.
Al final Hannibal fue su serie estrella: su producto más afamado, con mejor reputación, extremadamente gay y alabado por la crítica. Así y con todo, la historia de Will y Hannibal llegó a su final en la tercera temporada, pues las audiencias no daban para más. Sin embargo, su posible regreso está siendo muy comentado... y, a pesar de que el final fue "cerrado", todos sabemos que, si se ponen, pueden continuarlo perfectamente. Estos son algunos motivos de peso por los que deben hacerlo:
- El potencial de su universo
Hay tantísimas cosas que nos quedamos por ver. Esa relación malsana entre Hannibal y Bedelia, sus orígenes, el futuro incierto de Alana, el destino de cierta periodista pelirroja, la llegada de Clarice Sterling... de haberse podido, los personajes y la historia habrían dado muchísimo más de sí.
- Mil y una formas de morir
Fuller y su equipo tienen mentes poderosas y muy retorcidas, nadie lo duda. Siento que lo que vimos en la serie era la punta del iceberg. De seguirla podríamos disfrutar de nuevos casos y conocer otros psicópatas - el interpretado por Armitage en la tercera temporada fue espectacular. Sería una pena no seguir exprimiendo el potencial de una de las series más turbias y creativas que se han hecho en los últimos años.
- No es solo una serie: es una experiencia
Hannibal era como un cuadro impresionista, con toda esa imaginación, luces y belleza enfermiza. Una experiencia. Una serie que en ocasiones se perdía en sí misma -demasiadas veces se excedía con tanta pretenciosidad y diálogos relamidos y cargados-, en el deleite de sus imágenes dantescas y cenas exquisitas. Pero qué maravilla era. Aunque la trama derrapase a veces, hubiera pasado cuatro temporadas más escuchando a Hannibal hacer chistes sobre la gente que le cocinaba a sus invitados.
- Los maridos asesinos que necesitamos
Porque mucho antes de Killing Eve estuvieron ellos. La química entre Hugh Dancy y Mads Mikkelsen es algo de otro mundo. Ese tira y afloja, ese amor-odio y atracción fatal fue una gozada. ¿No sentís que se hubiera podido contar mucho más sobre ellos? Era una de las relaciones más complejas y enfermizas que tuvimos en televisión.
La gente está cansada de ver "lo mismo de siempre": ahora quiere relaciones menos arquetípicas, más atrevidas y estimulantes.
Creo que la gente ya está cansada de las típicas parejas heterosexuales a lo Bones o Castle: hombre y mujer guapísimos se conocen mientras investigan casos, discuten mucho y se pican pero al final, oh, se desean y se quieren... la audiencia demanda relaciones más "complicadas", más difíciles, y Will y Hannibal rompieron el molde. Lo reventaron, guisaron y comieron con papitas fritas. Por eso, aunque la trama falle, el alma de la serie siempre estuvo intacta.
Will y Hannibal no dejan de ser un reflejo (aunque distorsionado y llevado al extremo, claro) de una relación "real": tortuosa, con altibajos, llena de amor y de repulsión. La relación de Will y Hannibal, valga la ironía, se siente más auténtica que muchas otras.
- Es única, para bien y para mal
Vivimos en tiempos en que Netflix nos acribilla con series de "usar y tirar" cada pocos días. Las series del tipo de Mad Men, de cocción lenta -como analizaba en este artículo-, cada vez son más raras. Es por eso que necesitamos una serie como Hannibal; porque a pesar de todas sus idas de pinza, fumadas insufribles, tramas locas y pretenciosidad sin límites, es una serie increíblemente especial. Una experiencia diferente a cualquier otra, calculada y bien pensada. Incómoda, nauseabunda, pero hiponótica como una obra de arte.
Sería un placer que una serie tan única, que aún tiene tanto por contar, volviera a dejarnos la boca abierta con sus crímenes elaborados y una de las "OTPs" más irresistibles que he visto nunca.
Isidro López (@Drolope)