En post anteriores hablada de la necesidad institiva que se despertó en mí de coger a mi bebé cuando lloraba; en otro hablaba de la autoestima. Curiosamente, no estaban relacionados entre sí. En el primero expresaba mi deseo de abrazar a mi pequeña bolita pensando que simplemente era lo mejor para él, pero sin profundizar en si eso era realmente así. En el segundo hablaba de algunas técnicas que yo utilizo para potenciar la autoestima de mis hijos; pero, como decía, no apunté los abrazos como un elemento indispensable en el crecimiento personal de los niños.
Acabo de leer un artículo maravilloso de la Revista Mi Bebé y Yo que me ha dado esta respuesta. Dice literalmente: Coger en brazos al bebé y hacerle "mimos" es muy importante para su autoestima y su salud emocional, aunque algunas teorías arcaicas digan lo contrario. Me ha encantado la palabra arcaico.
En este mundo teórico, cuadriculado en el que todo han de ser metodologías, técnicas psicológicas, y demás rutinas con nombres extraños para que parezca que vamos a crear superhombres y supermujeres nos olvidamos de que algo tan simple como el amor, el cariño, la ternura son los elementos básicos y primordiales para el desarrollo del ser humano. Porque cuando somo felices somos capaces de superarlo todo. Pues esto tan de perogrullo para los adultos, ¿por qué no lo aplicamos con nuestros hijos, seres indefensos que lo único que quieren es un beso de mamá?
Este artículo sobre la autoestima de los pequeños ha mejorado también la mía. No soy un bicho raro por coger a mis hijos en brazos, aunque alguien en algún momento haya querido hacerme creer lo contrario.