Real humans, o el dilema de la otredad

Publicado el 10 abril 2013 por María Bertoni

Real humans, o el dilema de la otredad 10/04/2013

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Tras haberla estrenado en enero pasado, el canal de cable Max repone cada tanto Real humans (o Äkta människor en idioma original*), serie sueca cuyos diez capítulos abordan con ingenio y una buena dosis de suspenso un tema recurrente en la ficción futurista: los complots liderados por algún tipo de Inteligencia Artificial. La historia escrita por Lars Lundström tiene la particularidad de ambientarse en un presente muy parecido al nuestro (al menos al escandinavo), salvo por la convivencia con hubots cada vez más parecidos a individuos de carne y hueso. En otras palabras, evita ampararse en el atenuante del “futuro lejano”, quizás para advertir con mayor contundencia sobre el insuperable complejo de superioridad que afecta a nuestra especie.

Aunque algunos más piadosos que otros, los androides suecos heredan el resentimiento anti-humano anidado en los electrodomésticos con vida propia que Ray Bradbury imaginó para un cuento publicado en Crónicas marcianas (y que acaso Benny Hill haya parodiado en su show), en el piloto automático HAL 9000 que Stanley Kubrick filmó en 2001. Odisea del espacio, en el Terminator de James Cameron que Hollywood convirtió en existosa saga (con extensión catódica), en el David que Michael Fassbender encarnó en Prometeo de Ridley Scott. En los albores del siglo XXI, los nuevos prototipos made in Sweden cuentan con la ventaja de la masividad gracias a la enorme capacidad replicadora de los sistemas de (re)producción oficial y clandestina.

Además de la exacerbación del mercado y del consumo, el contexto actual aporta otros elementos fundamentales para este relato sobre el progresivo enfrentamiento entre androides y mortales: el creciente desempleo en parte producto de la automatización laboral, la aceptación de la diversidad sexual (que admite la transhubotsexualidad), la robotización de la condición humana, la constitución de un Estado policial tan omnipresente como incapaz de controlar el conflicto social, la comercialización de la investigación científica, el abandono de principios bioéticos, los avances en materia de clonación.

La intrincada historia del código bipartito que asegura la supervivencia de las máquinas más lúcidas -es decir, dispuestas a una convivencia pacífica y en pie de igualdad- es quizás el aspecto más intrincado de un guión que invita a reflexionar sobre la problemática de la otredad, los límites de la libertad individual y social, la relación entre Poder y violencia institucional, la obsesión humana por crear y destruir vida. Por otra parte, la noción de reproducción / clonación ilimitadas suena a recurso fácil para garantizar la continuidad de la serie (cuya segunda temporada estaría lista para nuestra próxima primavera según esta página oficial alojada en Facebook): se repite un poco la tara que algunos espectadores le encontramos a True blood, con sus vampiros siempre dispuestos a resucitar cuantas veces sean necesarias.

Impresiona, en cambio, la puesta en escena dirigida por Harald Hamrell y Levan Akin, sobre todo la caracterización e interpretación de los actores que encarnan a los hubots. Habrá que ver si los ingleses pueden superar la calidad sueca cuando presenten la remake anunciada antes mismo de que Real humans se estrenara en su país de origen a principios de 2012**.

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* “Äkta människor” significa “gente real” en sueco. Así se llama el partido extremista que en la serie persigue a los hubots. En esta entrevista concedida a un medio francés, Lundström elogia la doble acepción del título porque revela el alcance global de la serie y la envergadura de los temas que trata.

** La revista estadounidense Variety ya había adelantado en noviembre de 2011 que Sveriges Television y Matador Film le vendieron los derechos de reversión a la productora británica Kudos Film and Television.