Y este verano son cuatro de las joyas de la cantera las que terminarán desvinculándose del club, sin sitio en el primer equipo: Thiago Alcántara, Rafinha, Marc Muniesa y Gerard Deulofeu, excluyendo ya de esa lista al multicedido Bojan Krkic, otro símbolo de la cantera culé. Mientras tanto, eso sí, se han pagado 57 millones de euros por el fichaje de Neymar, y desde la directiva se vanaglorian de tener todavía margen económico para contratar a otro central de primera línea mundial. Y esta latente y creciente desafección por la cantera en el Camp Nou viene acompañada además de una apuesta clara en el Real Madrid por españolizar y ‘canteranizar’ el primer equipo de la mano de Carlo Ancelotti.
El presidente Florentino Pérez ya hizo un amago a su regreso en 2009, con los fichajes de Álvaro Arbeloa, Xabi Alonso, Raúl Albiol, más Sergio Canales y Pedro León. Y ahora, ya sin José Mourinho, parece apostar más fuerte todavía por su idea primigenia, con los fichajes de Isco Alarcón más Asier Illarramendi, pero sobre todo con el ascenso de Jesé Rodríguez del Castilla, la recompra de Dani Carvajal y las confirmaciones de Álvaro Morata y Nacho Fernández (que acaba de firmar su renovación por 4 temporadas) en el primer equipo.
Igual que el Barcelona tiene otro aspecto con esos desmanes, el Real Madrid también luce distinto con esos guiños al jugador nacional y canterano. Definitivamente, se han intercambiado los papeles.Al menos así lo será para el gran público, que ya no tendrá un sustento suficiente para creer en las dogmáticas proclamas que se han querido vender desde el club blaugrana y su fiel entorno en tiempos de bonanza. Tanto en lo relativo a la cantera, como en otras decenas de cruzadas más. Que el Barcelona ha sacado rendimiento a la cantera en estos últimos años es innegable. Quizás uno de los que más en la historia del fútbol. Para ello es necesario que confluyan una generación extraordinaria de futbolistas con un entrenador y directivos que apuesten por la cantera. En cuanto uno de esos factores no se presenta, ya nada es igual. Las políticas cambian y las filosofías absolutistas desaparecen para dejar paso a los matices. Como ha sucedido en el Barcelona, y también en el Real Madrid. Curiosamente de forma casi simultánea.