El paro es el principal problema de
la economía española, así lo creo desde hace unos 30 años. El paro claro está,
no es solamente un concepto que lleva aparejado sufrimiento, es un concepto
económico y político que enlaza con múltiples problemas que se interrelacionan
unos con otros, en España desde hace siglos.
Historia religiosa, monarquías y aristocracia guerrera, falta de revolución
burguesa, recursos y capacidades infrautilizados por golfería y vaguería, vivir
de la explotación de las Américas, curas y militares, expulsión moriscos y
judíos… recientemente se relaciona con, competitividad, productividad,
inflación, deuda pública, pensiones, estado de las autonomías, empresariado
ineficiente…
En realidad la discusión de las pensiones en sí misma, asépticamente, metida en
una urna al margen de la realidad diaria, debería ser un tema para abordar con
tranquilidad, sin prisas, porque hoy no tenemos tal problema de colapso del
sistema. Pero el asunto es que la realidad que soportamos nos obliga a ello.
¿Por qué? ¿Por qué vivimos esta situación tan crítica?, si se supone que los
problemas que tenemos no son graves a corto plazo, si nuestra deuda no es mayor
que la de otros vecinos, si nuestras pensiones no colapsarán mañana, si somos
una gran potencia económica (entre los 15 primeros)…
Aquí, en España, tenemos un problema que es enfrentar los asuntos con un
sentido aislacionista, poco relacional (y dicotómico, o esto o aquello), así
que si ninguno de estos problemas son urgentes y nos vemos abocados a
cambiarlos es porque nos obligan, los capitalistas, los mercados, o el Gobierno
lo hace muy mal etc. Por supuesto analizado cada uno de los asuntos
aisladamente de lo que nos rodea, es cierto que las soluciones podrían ser
otras de las que planean por nuestras cabezas, acercándose mucho a las de
multitud de teóricos de izquierdas.
Pero la realidad que soportamos no es la soñada y deja estos análisis teóricos
algo desplazados, por el momento. No acompañan, el tiempo ni el lugar, ni las
interrelaciones existentes. La realidad que soportamos ahora es que necesitamos
dinero urgentemente y no lo tenemos. Dinero no para el futuro, sino para el
funcionamiento diario del Estado, de los ayuntamientos y comunidades autónomas,
necesitamos dinero para pagar el uso diario de la sanidad y la educación,
dinero para pagar pensiones y subsidios de paro, y para pagar los intereses del
dinero que nos prestaron antes.
La sensación de gravedad no termina de instalarse en la gente, va a destiempo
por detrás de la realidad soportada. Todo el mundo percibe la crisis y muchas
personas la sufren en sus carnes, por descontado, pero pocos ven posibilidades
de que la situación se complique muchísimo más, o de que esto explote. La
sensación de que a partir de aquí pudiera empeorar terriblemente no está
instalada entre la gente.
Esta espera de la ciudadanía para resolver sus problemas, es similar en la
forma a la de los 3 años anteriores, hasta mayo pasado. Parecida aunque estemos
en otro escalón inferior, entonces durante años muy pocos se percataron de la
gravedad, a pesar de que muchos la empezaron a sufrir. En ambas situaciones se
pensaba en que era algo pasajero y solo había que resistir un poco tiempo las
penalidades para volver a ser como antes.
Todos esperan que vayamos saliendo poco a poco de esta penosa situación, me
parece un error que no está permitiendo avanzar con la rapidez requerida, que
está lastrando salidas. A ello contribuyen no pocos intelectuales y políticos
biempensantes, que no miran la realidad o que intentan que la cosa no se
desmadre y cunda el pánico. Lo que consiguen a cambio de ello es adormecer a
múltiples agentes sociales y políticos que deberían estar totalmente despiertos
para percibir que esto puede agravarse muchísimo si no se toman medidas urgentes
que pocos quieren tomar y que a nadie le gustan.
Primer requisito para resistir, convencernos de que a nadie, insisto, a nadie
le gustan ajustes y recortes, si no empezamos por aquí no se tomarán medidas
adecuadas, y si continuamos creyendo que a unos les gustan los recortes y a
otros no, seguiremos discutiendo si son galgos o podencos y si podemos tener
otras salidas soñadas, pero no reales. Mientras tanto 5 millones de parados
esperan. Y esa discusión sobre salidas soñadas hubiera sido necesaria hace 3 o
5 años. Ahora, aunque también es válida, precisa dejar claro que hay que tener
la discusión urgente, la de hoy, las salidas a los problemas inmediatos. Si no
se distingue entre ambas discusiones, que no son la misma, estamos haciendo
trampas.
La situación, hay que repetirlo una vez más, es crítica, que el problema
fundamental, por urgente y grave, es la deuda, privada y pública cada vez mas
relacionadas (y la reforma financiera lo agravará) es la necesidad que tenemos
como país, empresas, familias y Reino de España, de pedir dinero prestado,
todos los meses, a unos prestamistas que nos exigen unas condiciones para
hacerlo. Si no las cumplimos no hay pasta.
Gritemos que ellos, el mundo, todos son muy malos, que nosotros no estamos tan
mal, que tenemos posibilidades, que etc. etc., los que tienen el dinero
responden, que muy bien, que adelante con los faroles, que entonces pasemos de
largo y los dejemos en paz. Colapso. Y aquí terminaría un ciclo y empezaría
otro.
La gravedad, en los filos de la navaja en que estamos instalados desde hace
meses, es que, al mes siguiente podrían no pagarse las pensiones, ni los
salarios públicos de sanitarios, ni funcionarios, ni educadores, no habría
dinero para calefacción de edificios públicos, ni para importar petróleo que
produjera electricidad, ni pagos a proveedores que a su vez encadenarían los
impagos, mas paro, etc. etc.
La cadena es clara, usted quiere seguir funcionando, hágalo. Pero no tenemos
dinero para hacerlo, porque mucho era prestado, hay que pedirlo. Nosotros somos
los que pedimos, hay que decirlo en alto porque muchos no se dan cuenta
todavía.
Si seguimos con esta lógica entenderemos que quien nos presta, los mercados,
nos exigen unas garantías excesivas, desproporcionadas, pero son ellos quienes
con su óptica exigen. No ven posibilidades de crecimiento económico en España
en varios años, perciben por tanto que los déficit públicos son difíciles de
reducir, porque habrá menores ingresos y mayores gastos y no ven que el Estado
sea capaz de seguir pagando lo que paga hoy. Las razones y argumentos son
muchos y diversos, pero concentrémonos en lo fundamental, LA REALIDAD QUE
SOPORTAMOS NO ES LA REALIDAD SOÑADA, y tener razón en política sirve de muy
poco.
Lo anterior lo escribí el 27 de enero de 2011. Ha llovido mucho desde entonces. Seguimos parados y la mejora mundial de estos últimos años, bajada de precio del petroleo, crecimiento... y los cambios en las políticas europeas de tipos de interés a cero los mas bajos de la historia, y permisividad con los déficit que nunca cumplió Rajoy y nos han permitido, y sobre todo tipos a cero y BCE comprando deuda. No hemos tenido dificultades al buscar financiación por los mercados. Pero...
Los tiempos están cambiando, con visibles signos de recesión, proteccionismo, guerra comercial... se ven tipos de interés al alza, nos hará pupa en la financiación de la gigantesca deuda que tenemos, el BCE está terminando en pocos meses su plan de compra de deuda, y ¿entonces qué?. Porque cambios estructurales se han visto muy pocos.