Claro que esto es sólo una forma de verlo porque, a lo mejor, el que habita en un universo paralelo eres tú…
En cualquier caso, parece evidente que podemos hablar de dos grandes grupos de personas instaladas en paradigmas casi contrapuestos.
Están los que piensan que nos encontramos ante una crisis económica de esas tantas que suceden periódicamente, con la única diferencia de que en esta ocasión se está alargando, desgraciadamente, más de la cuenta.
Gente que sigue refiriéndose a la situación actual como “la que está cayendo”, frase absurda hasta el hastío y que lleva implícita la creencia, más absurda aún, de que escampará algún día.
Gente que sigue pensando que los políticos arreglarán la situación, que volverá a crearse empleo, que el sistema educativo sirve para algo más que para generar conformidad, que las empresas pueden seguir rigiéndose por las mismas normas que hace treinta años, que Europa y USA seguirán “cortando el bacalao” eternamente, que el Estado del Bienestar está a salvo y que cobrará una pensión en condiciones porque para algo ha estado cotizando toda la vida.
Son gente afincada en el pensamiento único, en el “cualquier tiempo pasado fue mejor” y en “las cosas siempre han sido así”. Gente que siente que pensar es peligroso y por eso no se atreve a hacerlo.
Son, en gran medida, las mismas personas que opinan que Internet es una peligrosa pérdida de tiempo para raros, vagos y antisistemas. Son quiénes prohíben las redes sociales en las empresas, quiénes tienen miedo a comprar por Internet, quiénes no dejan que sus hijos se acerquen a un ordenador, quiénes padecen tecnofobia y sospechan que las redes están llenas de gente extraña.
Luego, por otra parte, están los que piensan que estamos ante un cambio de era en todos los frentes.
Gente que percibe que nos encontramos en los albores de una revolución sin precedentes. Gente que intuye que cuando el proceso de transformación en el que estamos inmersos llegue a su fin, y eso puede llevar su tiempo, habitaremos en un mundo muy distinto del actual, casi irreconocible. Gente que cree que la tecnología en general e Internet en particular ofrecen un universo de posibilidades que permiten por primera vez en la Historia plantearse alternativas hasta ahora impensables. Gente consciente de que habitamos en un mundo global, en el que los equilibrios de ayer están dando lugar a nuevos e imprevisibles escenarios. Gente que sabe que hay otras formas posibles de entender la política, la educación, el trabajo, la empresa y la sociedad y que merece la pena intentarlo.
Son gente dispuesta a probarlo todo, a equivocarse para aprender, a no dar una batalla por perdida. Gente que entiende que si “las cosas siempre han sido así” probablemente haya llegado el momento de cambiarlas. Gente que siente que pensar es peligroso y por eso se atreve a hacerlo.
Son, en gran medida, las mismas personas que piensan que Internet es una de las herramientas mas poderosas que ha tenido la gente de a pie para hacer oír su voz. Son quienes experimentan, comparten, descubren, aprenden y se divierten a diario en las redes sociales. Son quienes sospechan que fuera de las redes está lleno de gente extraña.
Mis hijas usan wikis en el colegio, hacen sus trabajos en GDocs y sus presentaciones en prezi, hablan con sus amigas por GTalk y comparten ficheros y agenda con su madre y conmigo usando Dropbox y GCal. Los hijos de muchos de mis conocidos apenas saben usar un ordenador.
EL 90% de la gente interesante que he conocido en los últimos 3 años ha sido, directa o indirectamente, a través de las redes sociales. Mi realidad cotidiana está estrechamente entrelazada con la tecnología, Internet y las redes sociales: trabajo, aprendizaje, ocio, relaciones… La inmensa mayoría de mi círculo más próximo de familiares y amigos hace un uso escaso de la tecnología y de Internet y no está o no usa las redes sociales.
Para ellos mi familia y yo somos una “panda de frikis” que vivimos en un mundo virtual, en una fantasía irreal. Yo tengo claro que, efectivamente, aquí coexisten dos aparentes realidades y que tan sólo una de ellas es la realidad “real”, no siendo la otra más que una ilusión envuelta en una realidad virtual.
Un único mundo y dos realidades. Eso está claro. La cuestión es: realidad virtual sí, ¿pero cuál?