No puedo decir gran cosa de Gabriel García Márquez, aparte que en paz descanse. Solo leí “Cien Años de Soledad”, en su día, hace una notable fracción de cien años, y la verdad es que me gustó pero no me dejó impresionado. No soy experto ni entendido en literatura, pero le considero un escritor honesto, seguramente premio Nobel bien merecido, que puso su pluma al servicio de la lucha contra oligarcas y dictadores latinoamericanos, aunque defendió a un dictador: Fidel Castro, eso sí, de izquierdas. Está claro que una de las características de la América Latina es la movilidad constante, plagada de contradicciones.
Pero en relación con García Márquez os adjunto un artículo que publicó Francesc-Marc Alvaro en La Vanguardia del lunes de Pascua que vale la pena leer para dejarnos de tanta altivez y aterrizar en el realismo mágico o cotidiano, da igual. La tesis del artículo, creo que sobradamente probada, es que no debemos extrañarnos de los abusos y despotismo que se describen en los libros de García Márquez, porque aparte en países que nos parecen exóticos, también se dan en muchos otros lugares, algunos de ellos muy, pero que muy cercanos a nosotros. Incluso creo que la lista de hechos que relata el Sr. Alvaro podría ampliarse muchísimo sin movernos del lugar al que claramente se refieren.
Por cierto, aunque hablando del mismo tema, J.M. Roldán, miembro de la cúpula gestora del Banco de España entre los años 2000 y 2013, y que por tanto de haber sido alto funcionario del banco central de un país civilizado tendría inmensos problemas legales por su desastrosa actuación en la gestación de la crisis bancaria y el escándalo de las preferentes, ha sido nombrado jefe de la Patronal Bancaria por la presión de BBVA y Banco de Santander. Otra de las múltiples razones para mandar a la Oligarquía a las cloacas o largarse pitando.