Además de por los asuntos tocados, el realismo sucio se caracteriza por el empleo de una prosa ágil, breve, que evita las descripciones tediosas y que por lo tanto es parca en el uso de adverbios y adjetivos. Los diálogos son rápidos y se hace escaso uso de acotaciones y/o digresiones que perturben la agilidad del intercambio dialéctico.
Los personajes suelen ser seres vulgares, de escasa altura moral pero muy reconocibles en el contexto social de nuestra vida cotidiana: bebedores empedernidos cuya dedicación fundamental es la visita al bar donde pasan horas y horas trasegando bebidas fuertes; marginados sociales, auténticos fracasados emocionales y laborales, que a punto están de entrar a formar parte de la legión de desheredados cuyo domicilio habitual son las calles de las ciudades; infelices ludópatas que todo lo cifran a un golpe de suerte que -dicen- están convencidos de que llegará y cambiará el rumbo de sus vidas; arruinados física, emocional y materialmente que arrastran sus deshechas humanidades por tugurios, prostíbulos, casas de apuestas y frecuentemente hospitales desde donde tras rápidas reparaciones de urgencia son remitidos de nuevo a su habitual marginalidad social en la que impepinablemente volverá a repetirse el ciclo hasta el final, hasta el último día de sus existencias.
He leído a Raymond Carver ("Catedral"); he leído a J. D. Salinger ("The catcher in the rye" -'El guardián entre el centeno'-), he leído a Richard Ford ("El periodista deportivo", "Canadá" o "Entre ellos"); y a muchos otros que suelen aparecer en los listados de representantes del ' dirty realism'. Pero no había leído a Charles Bukowski , uno de los más genuinos integrantes de esta corriente. Ha sido la lectura de la estupenda por Teresa Suárez lo que me ha llevado a tomar este libro en mis manos y leerlo. Lo he leído en un pis pas porque, fiel a los postulados del ' realismo sucio' el texto discurre sin entretenimientos descriptivos ni digresiones, así que en poco más de dos o tres horas di cuenta de las 200 páginas de que consta la novela, última publicada por el autor, precisamente en 1994, el mismo año en que falleció a los 74 años de edad.
La novela "Pulp" de Charles Bukowski
Diré que sobre todo me he reído con ella, que he disfrutado mucho con la parodia que realiza de la genuina novela negra norteamericana tipo Raymond Chandler o Dashiell Hammett Y mucho más porque Bukowski exprime el producto al máximo y no se conforma con parodiar las magníficas creaciones de estos auténticos fundadores del noir clásico norteamericano sino que se remonta a los orígenes populares de la misma llegando hasta la pulp-fiction -más concretamente el hard-boiled- de la que nacieron debidamente moldeados y saneados detectives como Sam Spade o Philip Marlowe.
Humor fuerte, procaz, grosero, tintado de sexualidad y machismo mal contenido. Pero es que estamos leyendo a Bukowski del 'dirty realism', ¿qué esperábamos si no? Un humor antológico por momentos::
" Siempre he sido un hombre de piernas. Fue lo primero que vi al nacer. Después intenté salir. Desde entonces he intentado la dirección contraria pero con bastante poco éxito. " (Pág. 11)
Con todo y con ello tengo que señalar que en ésta, su última creación literaria, el escritor norteamericano de origen alemán se muestra muy contenido en este aspecto en comparación con otros relatos que he tenido ocasión de hojear y ojear superficialmente como ilustración personal para esta entrada. Nadita que ver la procacidad de "Pulp" con la que he leído en algunas páginas elegidas al azar de "Mujeres" y algún otro de sus relatos donde más se parece a Henry Miller en su momento cenital de "Trópico de cáncer".
Respecto a lo anterior no se puede obviar que en 1994 Charles Bukowski está ya muy enfermo con su cáncer de sangre -leucemía- disparado e imposible ya de ser tratado eficazmente. Esta deriva vital provoca que nos hallemos ante un autor mucho más filosófico, más existencial y nihilista que en reflexiones profundas que deja esparcidas en el texto muestra que está afrontando la vida ya no en sus vitalistas pulsiones primeras sino en los estertores propios o cercanos al acabamiento, al final de la misma:
- "Todo el mundo estaba jodido. No había ganadores. Sólo había ganadores aparentes. Todos íbamos detrás de un montón de nada. Día tras día. Sobrevivir parecía ser lo único necesario. Y eso no parecía suficiente. No con la señora Muerte esperando. Me volvía loco cuando pensaba en eso." (pág. 125)
- "Pero sufrimiento y problemas son los que mantienen vivo a un hombre. O intentar esquivar el sufrimiento y los problemas. Es un trabajo de dedicación plena. Y hay veces que ni durmiendo se puede descansar. "(pág. 102)
- "Me subí a mi coche, arranqué y me metí entre el tráfico. Eran alrededor de las 10 de la noche. La luna estaba alta y mi vida iba lentamente hacia ningún lado. "(pág. 280)
Que Bukowski se manifieste en este relato de manera más seria, filosófica o existencial no quita para que siga siendo genio y figura de la impertinencia, falta de respeto y de la incontinencia de lo políticamente incorrecto. Sobre esto último he de decir, claro es, que en el momento en que él escribe sus obras (años 70, 80 y 90) este concepto hoy tan al uso no era contemplado de modo tan disparatado, o sea, dicho en otras palabras, que el publico lector, la sociedad en general no tenía la piel tan fina como hoy día en que no se soporta ni la menor y todo es tenido por ofensa, ataque, minusvaloración, etc., matando en mi opinión en gran manera la libertad del creador al que ya no se le permite hacer de su obra una provocación. Dejo aquí algunas frases tomadas de "Pulp" que creo sirven por sí mismas para ilustrar mi reflexión anterior:
- "Mira las estrellas de cine, cogen la piel del culo y se la ponen en la cara. La piel del culo es la que más tarda en tener arrugas. Todas van por ahí durante sus últimos años con cara de culo. " (Pág. 20)
- "La camarera vino hacia mí. Llevaba una minifalda, tacones altos, una blusa transparente y un sostén bien relleno. Todo le estaba demasiado pequeño: su uniforme, el mundo, su cerebro. " (pág. 124)
- "Sólo se vive una vez, ¿no? Bueno, excepto en el caso de Lázaro. Pobre gilipollas, tuvo que morirse dos veces. " (p. 62)
"Me levanté y fui hacia el cuarto de baño. Odiaba mirarme en aquel espejo pero lo hice. [...] Tenía un aspecto asqueroso. Y ni siquiera tenía ganas de mover el vientre. Estaba atrancado. Me dirigí al retrete a mear. Apunté bien pero no sé por qué salió de lado y se estrelló en el suelo. Intenté apuntar mejor y meé toda la tapa del retrete que me había olvidado de levantar. [...] Luego me di la vuelta, busqué el cepillo de dientes, apreté el tubo. Salió demasiado. Rebasó el cepillo y cayó al lavabo. Era verde. Era como un gusano verde. Metí un dedo, cogí un poco, lo puse en el cepillo y empecé a cepillarme. ¡Dientes! ¡Vaya una maldita cosa! Tenemos que comer y comer y volver a comer. Somos asquerosos, condenados a nuestros pequeños y sucios hábitos. Comer y tirarse pedos y rascarse y sonreír y marcharse de vacaciones. "(pág 87)
En este relato Bukowski hace uso de la caricatura y no sólo del hard-boiled, también recurre a la Literatura con mayúsculas realizando referencias, dentro de la trama detectivesca que plantea, a autores importantes y muy reconocidos como Céline, Faulkner, Carson McCullers, Robert Mason, etc. A mí estas alusiones, que para nada me parecen minusvaloradoras, me han traído a la memoria la película de José Luis Cuerda, "Amanece que no es poco", donde de manera surrealista los campesinos de un villorrio dialogaban y comentaban sobre los libros de Faulkner como si hacerlo formara parte de su cotidianidad. Igual aquí: un detective fracasado, Nick Belane, comenta con unos personajes fantásticos (la Sra. Muerte, la extraterrestre Jeannie Nitro, el casero pederasta Sr. McKelvey, etc.) sobre estos escritores dentro de una librería lóbrega cuyo dueño llamado Red lo que más ansía es que los clientes se marchen del local lo antes posible.
La visión que nos deja de la sociedad que él mismo está también a punto de dejar definitivamente no puede ser más derrotista ni más negativa. Es una sociedad violenta ("Oí un disparo en la calle y comprendí que en el mundo todo iba bien. ", p. 86); una sociedad supererotizada que precisamente por ello subsume al ser humano en la ciénaga de su infravaloración y absoluto desánimo ("me sentía totalmente inútil. Era un inútil. Había miles de millones de mujeres por ahí fuera y ninguna emprendía el camino de mi puerta. ¿por qué? Porque era un perdedor. Era un detective incapaz de resolver nada .", p. 56).