Así que estos días me he dedicado a mi más inconfesable afición: ver antiguas series televisivas.
Lo reconozco, nunca lo he ocultado: soy una friki de las series fantásticas. Desde Perdidos en el espacio pasando por UFO y Xena, hasta llegar a la que hoy me ha hecho disfrutar: Firefly, una estupenda serie futurista con aires de western que no tuvo el éxito que merecía.
He vuelto a sufrir la angustia del terror apenas mostrado en imágenes que provocan los Reavers, caníbales espaciales que aterrorizan a los protagonistas con sus masacres sádicas y mantienen al espectador sin atreverse a respirar hondo, por si llama su atención.
Un terror que siempre sabes que no va a salpicarte más que de sangre falsa y fotogramas acaso estridentes e inofensivos. No como las imágenes que te taladran los ojos y el corazón cuando pasas del dvd a las noticias.
Una madre degüella a sus cinco hijos, un grupo de magrebíes asesina a un subsahariano, unos chavales apalean hasta la muerte a otro porque se niega a darles la cartera, terroristas que se ponen de cocaína para resistir el asedio a los hoteles que han destruido, multitudes de desplazados por la guerra que malviven en campos de refugiados, policías que disparan a chicos de 15 años, hombres que descerrajan tiros a sus vecinos por una linde.
Esto es auténtico terror, y no desaparece cuando el televisor se apaga. Aguarda agazapado en lo más íntimo de ti hasta que llegue el siguiente espanto, el que hará que los anteriores pasen a ser un mal recuerdo, a veces ni eso, tan saturadas de vísceras, maldad y violencia como están nuestras retinas.
Apago las noticias. Prefiero a los Reavers. Al menos, su violencia es de mentira.
Texto: Ana Joyanes
(NOTA: Este post NO pertenece a la convocatoria de ¿Vacaciones? Si yo te contara... El contexto vacacional es pura coincidencia)