Revista Cine

"[Rec]", de Jaume Balagueró y Paco Plaza: "Nunca dejes de gritar" vs "Una histérica fantasmada"

Publicado el 10 noviembre 2013 por Cinetario @Cinetario


NUNCA DEJES DE GRITARUna cámara se enciende y vemos las tomas falsas de una joven reportera de televisión haciendo la introducción de su información. Trabaja para un programa nocturno encargado de seguir a diferentes profesionales que realizan su labor por la noche. Hoy toca un parque de bomberos, y la periodista y su operador acompañarán a un grupo de ellos en un aviso de urgencia. Se trata de una anciana aparentemente encerrada en su piso. Llegan al portal, los vecinos están nerviosos. Suben, derriban la puerta y con ella abren otra invisible: la del infierno.[Rec] está narrada como un falso reportaje, cámara en mano y simulando tiempo real. Cuando se estrenó en 2007, este método no suponía una novedad revolucionaria, que ya los chicos del Movimiento Dogma danés y la estampa generacional de El proyecto de la bruja de Blair habían hecho de las suyas contra la dictadura del trípode. Lo mismo sucedía con el 'leit motiv': también se había experimentado con las epidemias rábicas, el apocalipsis zombie y las posibilidades de cualquier posesión infernal.Sin embargo, la película de Jaume Balagueró y Paco Plaza se convirtió en un fenómeno de taquilla dentro y fuera de España (hubo incluso remake en EEUU bajo el nombre de Quarantine), porque el tiempo había demostrado que no basta con marear al personal y escupir sangre a la cámara para hacerle creer que tiene miedo, sino que hay que saber aterrorizar, algo que cada año parece más complicado en el séptimo arte. Ambos supieron juntar en el mismo código el asco y el horror, nada fácil, cuando muchas veces los hemos visto confundidos debido al enorme auge del gusto por el gore de carcajadas.En este caso, el ingrediente fundamental fue el encierro de sus personajes en los límites de un edificio y casi podríamos decir que el criterio periodístico utilizado para construir toda la acelerada y frenética narración. Tan sólo con un portal, una comunidad de vecinos de lo más variopinta y una periodista dispuesta a conseguir el reportaje de su vida, los dos cineastas aplicaron las cinco uves dobles del periodismo a la hora de decidir qué se rodaba. El resultado fueron 85 minutos de auténtico terror.Resultó también un asombroso descubrimiento la naturalidad de la presentadora y actriz Manuela Velasco cargando a sus espaldas todo el peso de la historia. Cámaras digitales y móviles de última generación muestran los planos de la reportera ante situaciones del todo inesperadas, al principio emocionada, después cada vez más histérica, y finalmente desesperada, ciega y luchando contra el inevitable deseo de no parar de gritar. Acompañada todo el rato por el invisible Pablo, el cámara al que oímos pero no vemos, su sombra y al mismo tiempo nuestra ventana al horror.Con el aval del Festival de Sitges y con una original y sencilla campaña de promoción, [Rec] sigue siendo hoy una de las mejores películas españolas de terror. Pero por sí sola. Son evidentes y comerciales los motivos por los que Balagueró y Plaza decidieron continuar la saga con una segunda parte bastante decepcionante, y con las posteriores Génesis y Apocalipsis (esta última pendiente de estreno). Pero el encanto de la primera entrega fue su frescura, su originalidad y uno de los mejores finales posibles. Eso es algo que en el género del terror, solamente sale una vez, y entonces, ya sí se debe dejar de grabar. Abandonar la cámara en el suelo, hasta que el plano se funda a negro y la noticia muera por sí misma.Como apasionados del final de esta película, no podemos dejar de ponerlo, avisando antes del SPOILER: UNA HISTÉRICA FANTASMADAEl género de terror es uno de los más irregulares de la historia del cine. Con su etiqueta, podemos encontrar películas realmente inquietantes y claustrofóbicas, auténticos monstruos de la perversión más exquisita, pero también mucho cliché agotado que repite fórmulas exitosas de otros tiempos. También hay demasiadas versiones gore donde la sangre y los chillidos de espanto intentan enmascarar el vacío de historias que apenas da de sí. [Rec] tiene un poco de todo ello, aunque pesa más el histrionismo a golpe de sangre y grito.En su momento, nos sorprendió como película que se presentaba con un arrebato de originalidad (ese reportaje periodístico que nos arrastra abruptamente de la realidad a la fantasía). Nos aterrorizó, al principio, con su técnica de experimentar, en un falso directo, el miedo a lo desconocido. Nos pareció interesante su historia y su desenlace. pero lo cierto, es que, en la distancia, no ha envejecido todo lo bien que debieraViéndola con la perspectiva de los años, reconocemos que el primer gran susto que reserva es lo más logrado de la película. La visión borrosa y en la distancia de la anciana completamente enajenada y ensangrentada, es lo suficientemente efectista como para dejarnos en un estado de shock del que es difícil recuperarse durante el resto del metraje.En el camino, hay demasiados trucos deliberados a los que se les ve el plumero: como el personaje de Pablo, ese cámara dispuesto a morir con las botas puestas sin dejar de grabar, constantemente, lo que está ocurriendo. Aunque para la supervivencia de él y de su colega de trabajo fuera necesaria su colaboración activa en otros menesteres. Es lo que tiene rodar un falso reportaje, en algún momento va a resultar poco creíble. O esa secuencia forzada donde la niña febril ataca justo cuando todos descubren que su perro podría haber sido el posible foco de infección original.Son estas y otras fantasmadas, tan alegremente concebidas, las que dejan en evidencia una película que podría haber resultado más brillante de lo que finalmente fue. Ello y el empeño de convertir el edificio 'siniestrado' en una especie de atracción de feria. Un 'tren de la bruja' en el que Balagueró y Plaza suben a espectadores y a protagonistas y donde los inquilinos del edificio y las fuerzas de seguridad, sangrientos e infectados, aparecen y desaparecen para sumar sustos, en una escalada de tensión patológica colectiva.Porque seamos sinceros, la película abusa de la sangre, de los ruidos estremecedores, de la cámara presa del Parkinson y de los gritos. Los personajes viven en un estado de histeria (esa Manuela Velasco incapaz, en un momento dado de la película, de hablar sin ladrar) del que llegamos a desconectar por nuestra propia salud mental. Y todo ello, desgraciadamente, resulta más molesto que estremecedor.Por eso, a la hora de dar miedo, que es de lo que se trata, [Rec] no juega muy sutilmente con la psicología del espectador. Y como siempre, esto puede gustar más o menos entre los aficionados al género. En nuestra humilde opinión, ante películas como esta, siempre echaremos de menos otros enfoques. Por ejemplo, el sarcasmo, la mala leche y la tensión brutal de películas más incomprensibles, oscuras y desafiantes como El resplandor o La semilla del diablo, quintaesencia del género. 

Nada mejor que terminar, entonces, con un pequeño alarido:


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