Cardamomo, almendras y un glaseado con sabor a limón son las características fundamentales de estas sabrosas galletas que cuentan, además, con un elevado contenido de materia grasa, inspiradas en las típicas galletas nórdicas o navideñas que nos remiten a sabores heredados de generación en generación.
Esta receta - con una vuelta de rosca respecto de alguno de sus ingredientes y con un formato que obedece a la compra de un cortante que descubrí hace meses, cuando las fiestas eran un evento muy distante en el calendario,y no pude contenerme de comprarlo porque fue amor a primera vista - pertenece al recetario personal de mi mamá.
Ésta es una de esas preparaciones pecaminosas e indulgentes que nos permitimos de tanto en tanto, al dejar de lado la dieta sana y con pocas grasas, que coincide a la perfección con el estilo navideño europeo que heredamos: Galletas que se deshacen en la boca, dulces, con formas representativas, bien perfumadas, que nos invitan a comer una tras otra mientras observamos cómo la lata que las guardaba va quedando vacía sin pausas, pero sin prisas...
Aquí les dejo los ingredientes y, hacia el final de la receta, una opción para prepararlas con menor contenido calórico (porque no puedo con mi genio y me gana la culpa...Jajaja).
Empezá disponiendo en un bol 300 gramos de harina leudante (harina para repostería que ya incluye agentes de fermentación), previamente tamizada junto con 1 cucharadita de polvo para hornear. A ello, sumale 100 gramos de azúcar impalpable/glas y 100 gramos de almendras molidas. Mezclá bien.
Luego, incorporá 200 gramos de manteca/mantequilla fría cortada en cubos, y, con las puntas de los dedos, formá un arenado más o menos grueso. Entonces, añadí 1 cucharada de semillas de cardamomo molidas (en mortero o molinillo eléctrico).
Por último, agregá 1 huevo (de campo/ecológico/pastoril) y la ralladura de un limón (orgánico/ecológico).
Mezclá bien con cornet/espátula de panadería-repostería hasta lograr una masa suave, muy maleable y tierna (tené en cuenta que, por acción de la temperatura y la humedad del ambiente, puede que al formar el bollo de masa requiera de un poco más de harina que la que indica la receta; en ese caso, añadí de a poca cantidad hasta obtener una masa muy tierna, pero sostenida). Dale forma de rectángulo, ayudándote de papel film (para tocarla lo menos posible y, así, no transmitirle el calor de tus manos) y envolvela con el propio papel film. Refrigerala por, al menos, 3-4 horas; incluso, podés dejarla en la heladera/refrigerador/nevera de un día para otro.
Una vez fría, disponé la masa sobre la mesa de trabajo espolvoreada con harina y estirala con palote/rodillo, dejándola de 1/2 centímetro de espesor (puede ser un poquito más gruesa). Valiéndote de un cortante (en mi caso, con forma de copo de nieve), cortá las galletas y distribuilas sobre placa para horno cubierta con papel manteca/vegetal/ para horno, dejando espacio entre ellas porque "crecen" al cocinarse.
Antes de poner a cocinar las galletas, lleválas en la fuente donde las acomodaste (cubiertas con papel film) a la heladera/nevera/refrigerador por unos 30-40 minutos.
Luego, cocé las galletas en horno precalentado a 190°C por unos 15 minutos o hasta que comiencen a dorarse. Prestá atención a este procedimiento porque se queman con facilidad.
Entonces, distribuí las galletas cocidas sobre rejilla para que se enfríen. Una vez que esto ocurra, decoralas con glasé de limón espeso, utilizando para tales fines una manga de repostería.
Algunas observaciones y recomendaciones finales: Si lo desean, parte de la harina de esta receta puede reemplazarse por harina integral (150 gramos de harina leudante + 150 gramos de harina integral fina o 200 gramos de harina leudante + 100 gramos de harina integral fina). En ese caso, recuerden tamizar la harina integral 2-3 veces para dejarla más suelta y aireada, logrando así que la masa de las galletas quede más etérea y menos apelmazada.
De igual manera, si así lo prefieren (buscando que la preparación no contenga tanta materia grasa), pueden reemplazar parte o toda la manteca/mantequilla de la receta. Para estos fines, deben recordar que 200 gramos de manteca/mantequilla debería reemplazarse por 1 taza (tamaño té) de aceite + 1-2 cucharadas soperas de aceite. Tengan en cuenta que estas cantidades pueden modificarse si las harinas (según su calidad, tipo y molienda) requieren de más o menos líquidos-materia grasa. Asimismo, les recuerdo (por si prefieren sólo reemplazar parte de la manteca/mantequilla) que 100 gramos de manteca/mantequilla deberían sustituirse por unas 3-4 cucharadas soperas de aceite.
Estas galletas pueden prepararse con almendras, maníes, castañas de cajú/anacardos o avellanas molidos. De igual modo, la ralladura de limón puede sustituirse por naranja o mandarina, quedando igualmente muy sabrosas y perfumadas.
Mi receta para realizar glaseado (para galletas o budines, panes dulces, tortas...) es bien sencilla: En un recipiente o bol, coloquen 1 taza de azúcar impalpable/glas casera (¿Qué quiere decir "casera"? Simple. Que no es industrializada; por definición, entonces, es la que preparamos en casa, moliendo el azúcar refinada sin ningún otro agregado) y añadan 1/2 cucharada de jugo de limón (puede ser de naranja, mandarina o extracto de vainilla, según el sabor que quieran darle). Luego, agreguen 2 cucharadas de agua potable o leche (la de su preferencia; vegetal o animal) y 2-3 cucharadas de almidón de maíz (puede que requiera de alguna más, dependiendo de la humedad ambiente; eso lo verán al momento de realizarla) para que acelere su secado, la deje de un color más blanco (así no queda un glaseado muy traslúcido) y le aporte cuerpo para que se sostenga mejor (claro que con mesura porque tiene que tener sabor al cítrico o saborizante elegido, no a almidón de maíz; se van a dar cuenta del punto exacto probando con un utensilio para ver si está muy líquido o si tiene cuerpo suficiente para sostenerse). Con una cuchara, batidor metálico o tenedor, mezclen, desintegren el azúcar y procuren homogeneizar la preparación. ¡Lista para utilizar!
Si así lo desean, en lugar de glasearse, las galletas pueden bañarse o decorarse con chocolate fundido (negro amargo, semi amargo o con leche).
Estas galletas se conservan como recién hechas por unos cuantos días (si logran que no desaparezcan volando como por arte de magia) en envase hermético y a buen resguardo de la humedad (y de glotones).
Si no tienen cortantes de galletas con motivos navideños, pueden darles forma de cuadrados, rectángulos o triángulos valiéndose de un cuchillo. De igual manera, si no son muy hábiles en el arte de decorar galletas (si yo lo logro, cualquiera lo hace...), pueden sumergir la mitad de las galletas en el glaseado y las dejan secarse en rejilla o sobre papel manteca/vegetal/para horno. En ese caso, además, pueden decorar con granas/grageas/fideos/sprinkles de colores, praliné de frutos secos, trocitos de caramelos o de chocolate picados... encima del glaseado todavía fresco. Esa es una tarea que suelen disfrutar mucho los más pequeños de la casa; de modo que es un buen momento para hacerlos participar de la receta ;)
Si lo prefieren, porque no les gusta el cardamomo (me cuesta creer que pueda haber alguien a quien no le guste una de las especias más deliciosas y refinadas que existe, pero así puede ser...), pueden perfumar estas galletas con otras especias típicas de esta época del año: canela, jengibre, clavo de olor, pimienta de Jamaica, anís y nuez moscada (¡o todas ellas juntas!).
Las galletasantes de ser horneadas deben refrigerarse para quedurante la cocciónno pierdan la forma, debido a la gran cantidad de manteca/mantequilla que contiene la masa. De esa manera, se asegurarán que queden perfectas y que no pierdan su formato original.
Hablar de recetas navideñas y no hacer hincapié en alguna receta típica de galletas es casi como olvidarse de uno de los componentes de la columna vertebral de las fiestas: los dulces que preparamos para compartir, regalar y agasajar a nuestros seres queridos, augurándoles felicidad y prosperidad.
Estas galletas, como tantas otras preparaciones típicas navideñas, son ideales para compartir y convidar, llevar de regalo al trabajo, al gimnasio, la clase de bonsái, al taller de cerámica... Envueltas en bolsitas decoradas con motivos navideños, en cajitas de madera pintadas por nosotros mismos o en latas festivas son un regalo soñado para los amantes de las dulzuras caseras (y si nuestros pequeños nos ayudaron a decorarlas, más aún).
Aquí les dejo otras recetas de galletas navideñas que pueden interesarles...
Galletitas de jengibre. Rollos de nuez. Nevaditos. Botones de jengibre. Espero que disfruten preparando y degustando estas galletas (en su versión más calórica o en la más light) porque estoy segura que les gustarán mucho.
Nos vemos la semana próxima con más recetas para estas fiestas. ¡Pásenla muy bien, disfruten mucho junto a sus seres queridos y experimenten en la cocina!
Textos y fotografías: ©Bouquet Garni Recetas
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