Revista España

Receta electrónica en Extremadura: algunas reflexiones personales

Por Pirapirapira

La receta electrónica está en el punto de mira por todo el pais.

 

Junto con la informatización de la incapacidad temporal es sin duda una de las herramientas de mayor ayuda en la desburocratización en atención primaria. En mi consulta he cambiado ya la agenda dos veces, tras un año con receta electrónica, aumentando el tiempo por paciente ahora por encima de 7 minutos.

 

Sí que es cierto que comparto los miedos de otros compañeros que este hueco de menor búrocracia rápidamente puede ser cubierto con cualquier otro elemento absurdo (Murphy, ley de). La opinión subjetiva de mis pacientes es en general muy buena, aunque son frecuentes las consultas provocadas por errores en el momento de la recogida de medicación en las farmacias, unos por errores de informáticos y otros (creo que la mayoría) por errores en la correcta utilización de los periodos de autorización.

 

Mi gasto farmacéutico se ha incrementado sobre el del año anterior, aunque por ahora me permite estar dentro de los objetivos que me asignó el Servicio Extremeño de Salud (SES). En la totalidad del SES se ha producido el mayor incremento del estado, achacado a la generalización de receta electrónica.

 

No olvidemos que en nuestra comunidad la receta electronic@ llega a la totalidad de l0s medicos y de las farmacias (extremo éste no bien conocido ni difundido, será como siempre porque somos una comunidad pequeña). Analizar este incremento creo que es uno de los retos más interesantes para los próximos meses y una de las principales responsabilidades de nuestras administraciones.

 

Receta electrónica en Extremadura: algunas reflexiones personales

 

Y es muy fácil caer en un análisis simplista. La receta electrónica no gasta por sí misma. Parecerá una perogrullada pero son las actores que intervienen los que condicionan el resultado final. Y son muchos los elementos. Es cierto que para algunos pacientes, en especial activos, antes les era más costoso acudir a por algunas de sus recetas que comprarlas directamente. Pero no conozco a ningún paciente activo que me diga que la receta electrónica le ha aumentado “su” gasto. La sensación de “todo gratis” en ocasiones lleva a algunos pacientes con farmacia gratuita a recoger sus “cajas”  sin valorar si aún tiene medicación en casa o no (ante la duda me lo llevo).

 

También los facultativos tenemos mucho que corregir en nuestra forma de prescribir, ajustando adecuadamente posologías y duración de tratamientos. No debemos olvidar nunca que la receta electrónica es, fundamentalmente, una nueva forma de estructurar el tratamiento de nuestros pacientes, donde la interacción con el médico disminuye y por tanto más critico resulta su absoluta corrección. La herramienta informática tampoco debería dejar margen de duda sobre su fiabilidad evitando que, por errores reales o aparentes, se dupliquen algunas prescripciones.

 

Pero también hay otro actor: las farmacias. En muchas ocasiones he escuchado cómo los farmacéuticos reclamaban una clara componente sanitaria: “atención farmacéutica”. Creo que la receta electrónica es un escenario donde ésta podría haberse desplegado con intensidad, pero la realidad parece estar siendo muy diferente. Cuando arrancó la experiencia de receta electrónica se tuvieron que suprimir rápidamente los tratamientos a demanda (determinado nº de envases para un periodo de tiempo) porque a los pacientes se les facilitaba en demasiadas ocasiones la mayoría (incluso todos) los envases autorizados el mismo día.  

 

Ahora es muy frecuente entrevistar a pacientes que creen que, al acudir a algunas oficinas de farmacia, deben recoger los envases de todos los tratamientos, los necesiten realmente o no. Es como si la cadena “mágica” de la prescripción electrónica se rompiera por no llevar alguno de los fármacos previstos. Los pacientes necesitan ayuda en muchas ocasiones para entender en que consisten los periodos de autorización y no siempre la reciben.

 

La administración tiene ahora más información de que se consume, quien lo hace, quien lo prescribe y quien lo dispensa. Un análisis de esta cadena permitirá identificar los errores, los posibles abusos y las realidades.

 

Pero mi post de hoy lo motiva algo que a mí, como médico de familia, me  resulta más impactante. En el blog Synaptica (que recomiendo expresamente) he encontrado recogida una interesantísima carta al director de un grupo de profesionales andaluces que, mediante un sencillo estudio observacional, demuestran que la receta electrónica no ha mejorado la adherencia a tratamiento según su experiencia. Textualmente acaba así:

 

por lo que podríamos concluir que la receta electrónica, como tecnología y herramienta, no influye en la mejora de la adherencia del paciente al tratamiento ni tampoco en los valores clínicos

 

En fin, un tema con múltiples facetas, una herramienta que creo irrenunciable. Escapar de la receta en papel es imprescindible, en especial de un modelo tan absurdo como el español. Un escenario pues donde creo que todos deberíamos mantener una actitud (auto)crítica (a ser posible constructiva) para poder mejorarla. No veo posible la marcha atrás.


 


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