Reclamaciones en época de crisis.

Publicado el 28 septiembre 2010 por ArÍstides


EL CORAZÓN NO SABE DE ARGUMENTOS. A. Capus

Dicen que reclamamos más y que lo hacemos con mayor exigencia. En contra de lo que en un principio se podría pensar, ello no se debe a que valoremos la calidad y el trabajo bien realizado en nuestras labores cotidianas. Esos parámetros sólo nos interesan en función de lo apretado que llevemos el cinturón. Hoy las reclamaciones se disparan porque con poco dinero nos quejamos más.

La crisis ha hecho que nos volvamos mas cautos y que pensemos más las compras a realizar. La prudencia lleva emparejada una cierta desconfianza; así, ahora se piden más referencias a terceros, se guardan más tickets de compra o se consulta más la letra pequeña de todo antes de dar un sí. La alegría de antaño hoy se ha tornado precaución y el miedo a un producto averiado hace que sopesemos más las compras.

La confianza de los consumidores se encuentra en niveles bajos y éstos tratan de optimizar sus adquisiciones. Con una bonanza económica que brilla por su ausencia, la gente se pone manos a la obra y exige cosas a las que en otros tiempos renunciaba a pesar de conocer sus derechos. Pero hoy, con el bolsillo temblando, nos pensamos todo más y nos volvemos más exigentes.

Lástima que las reclamaciones en época de crisis se deban a la fragilidad de la cuenta de ahorro y no por el gusto hacia el trabajo bien hecho, por la mayor productividad o por el valor añadido que conferimos a nuestras actividades. Esos parametros los exigimos a terceros, pero pocas veces el gusto por la excelencia o la mejora continua los hacemos nuestros por iniciativa propia, siendo estos valores unos magníficos compañeros de viaje.