Podría tenerlo. Hay ofertas, packs que permiten una televisión prácticamente a la carta que se acercaría bastante a mis gustos, promociones hasta junio… Pero considero que es un lujo y, como tal, se queda en los últimos puestos de una interminable lista de prioridades hasta que vengan tiempos mejores. Si no vienen, habrá que ir a buscarlos y con ellos traerse el Plus. Pero hay una tercera posibilidad: cometer un delito. Por ejemplo, pegar a un funcionario no implica una gran planificación y es rápido, limpio y efectivo. Y, una vez en el trullo (pagar la fianza sería otro lujo), disfrutar de mi Canal+ en la habitación porque, aunque para el común de los mortales sea un lujo, resulta que es “beneficioso para la población penitenciaria”. Y no por el poder aletargante de la televisión, aunque pueda dejarte caer en un estado de auténtica modorra. Si así fuera sólo podrían ver entre rejas La 2 y el canal internacional de TVE. Pero, ¿cómo va a ser posible la reinserción en un mundo real cuesta arriba, cada día menos plus, si en la cárcel disfrutas durante un tiempo de las comodidades más mundanas? ¿No es entonces lógico que, una vez fuera, quieras mantener tu estatus y, para ello, hagas lo que sea, incluso volver a delinquir? ¿Dónde está la reinserción? ¿No sería mejor aprovechar ese tiempo de retiro para mostrar otros valores que no sean los fuegos fatuos de un mundo irreal de panem et circenses? Al parecer, ni los presos ni el departamento de Justicia opinan lo mismo.