42 hectáreas me esperan de un horror con cierta belleza esperpéntica, artística y hermosa, dentro del marco espectral del más allá y la osamenta que queda visible cuando se aja y consume la piel que la cubre. El cementerio que visito recoge los restos de miles de muertos durante el periodo nefando de la peste. A este lugar los traían para ser enterrados. Es siniestra la capilla, pero como digo, no exenta de una belleza pintoresca y gélida como lo es la muerte. Cuelgan húmeros, tibias, clavículas, cráneos, costillas, fémures y esternones de los techos, en lámparas y arañas que acaso bien pudieran aparecer en algún film anacrónico de Boris Karloff o Christopher Lee. Las columnas, los techos y paredes, forman cenefas, conjuntos ornamentales compuestos por 35000 huesos. Es realmente curioso el escudo del imperio austro húngaro fabricado con este material de soporte humano.
42 hectáreas me esperan de un horror con cierta belleza esperpéntica, artística y hermosa, dentro del marco espectral del más allá y la osamenta que queda visible cuando se aja y consume la piel que la cubre. El cementerio que visito recoge los restos de miles de muertos durante el periodo nefando de la peste. A este lugar los traían para ser enterrados. Es siniestra la capilla, pero como digo, no exenta de una belleza pintoresca y gélida como lo es la muerte. Cuelgan húmeros, tibias, clavículas, cráneos, costillas, fémures y esternones de los techos, en lámparas y arañas que acaso bien pudieran aparecer en algún film anacrónico de Boris Karloff o Christopher Lee. Las columnas, los techos y paredes, forman cenefas, conjuntos ornamentales compuestos por 35000 huesos. Es realmente curioso el escudo del imperio austro húngaro fabricado con este material de soporte humano.