Recóndita armonía es la lectura hermética que el arquitecto salamantino Pablo de Andrés Bravo ha realizado de la simbología de los elementos que componen la fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca, desvelando los secretos de una portada con una conciencia de cinco centurias. Se trata una visión sobre los conceptos ocultos en las labras creados por los inmensos conocimientos literarios y filosóficos de los humanistas y la capacidad de los maestros canteros que los representaron iconológicamente.
No se trata de una simple y exhaustiva recopilación de elementos decorativos y
aclarar todos los conceptos allí plasmados, sino ofrecer al lector una lectura de la piedra como soporte de la memoria, como narración de la época en que se proyectó la fachada, de extrema gravedad en la vida de la Iglesia. Tal y como anuncia el subtítulo de la obra: formular una lectura hermética de ese asombroso fruto del arte universal.La voluntad de unos hombres comenzó a esculpir la fachada en 1518 y terminó en 1529. Fueron años decisivos para la España imperial de Carlos V,
coincidieron con un estado de agitación generalizada por el inicio de la Reforma, la revuelta de las Comunidades y la proliferación de milenaristas e iluminados. La élite de los humanistas salmantinos, influidos por el platonismo hermético y cabalístico procedente de Florencia, empeñados en la lucha contra la barbarie eclesiástica, introdujeron un programa de regeneración, basado en la vuelta a los ideales de la Antigüedad, que quedó reflejado cada labra, en cada columna, cada escudo, cada friso y cada pináculo.La primera parte del libro describe el sentido literal, el alegórico y moral, el analógico y el místico del pórtico, en su texto que hace referencia a pensadores como Aristóteles, Platón, Llull, Ficino o Athanasius Kircher. La conjunción de dioses, héroes y hombres en un mismo espacio, y la correspondencia de los mundos cabalísticos con el esquema neoplatónico son algunos de los aspectos de su comentario intelectual. A continuación el autor se concentra en la descripción de la fachada, con tanta “imaginación” como “documentación”.
Como no podía ser de otra manera, el autor interpreta el significado del elemento más famoso de la fachada, la rana sobre la calavera, que ha asombrado a tantos visitantes durante siglos: “el sapo, en alquimia, representa la parte sulfurosa de la materia prima”, mientras que la caverna, su lugar de origen, se traduciría como la “morada de la parte divina del alma”.
A través de los distintos niveles de manifestación de la Cábala, la aventura prosigue por el Mundo de la Materia (Assiah), el del hombre (Yetzirah), el Mundo astral (Beriah), y el Angélico (Atziluth).
El libro se completa con una exposición de fotografías, planos y esquemas, dos apéndices arquitectónico y gramáticas, y dos índices bibliográfico y onomástico.