(Re)conocerme

Publicado el 25 septiembre 2015 por Molinos @molinos1282

Antes de ayer quedé a cenar con un amigo. Un muy querido amigo al que hacia más de un año que no veía. Un año largo en el que no he hablado con él por teléfono simplemente porque no podía. Él me llamaba, me mandaba mensajes y yo contestaba "No puedo". 
Conducía por la Gran Vía de camino a nuestra cita (a la que llegaba tarde, por supuesto) y de repente me di cuenta de que estaba sonriendo. Sonreía y pensé: ésta soy yo. 
Por fin después de un año me (re)conozco. 
Por fin me levanto por las mañanas y tengo ganas de hacer cosas. Tengo ganas y el ánimo suficiente para hacerlas. Y la energía. Energía para salir de casa a las 8 de la mañana y volver a las 11 de la noche, agotada pero contenta de todo lo que he hecho. 
Por fin tengo ganas de hablar. Siempre he sido un loro y probablemente la mayoría de las cosas que digo no tienen ninguna importancia ni interés para casi nadie, pero descubrirme con ganas de contar un chiste, una anécdota o enfrascarme en una conversación después de meses de ni siquiera contestar al teléfono me reconforta. Tengo que palabras que decir y no solo palabras que escribir. 
Por fin quiero ver gente, quiero ver a amigos que se han preocupado por mí y a los que no podía ver. Por fin salgo de casa y cuando vuelvo no estoy exhausta del esfuerzo sobrehumano que he tenido que hacer, estoy feliz y contenta. Agotada de cansancio pero con la sensación de "ha merecido la pena". 
No soy ninguna autoridad en moda y me da pereza extrema comprarme ropa, pero ahora me importa lo que me pongo por la mañana. Elijo por algo más que "está encima de la silla" y unos días me veo más guapa y otros menos... pero me veo. 
Me (re)conozco en el ánimo, en el entusiasmo, en las ganas de hacer mil cosas que me gusta hacer, cosas que sé hacer y otras que no tengo ni idea pero que me intrigan, me provocan curiosidad o simplemente están ahí a mi alcance. 
Me (re)conozco. No quiero decir que no me conociera en estos últimos tiempos. Claro que sí, me conocía, me conocía tanto que me dolía el alma. Ésa también era yo, pero dominada por el lado más negro. Ese lado sigue estando, supongo que todo el mundo lo tiene, pero mi lado de colorines y sonrisas y brillo en los ojos y mala leche, y hostilidad, y ganas de bailar y de cantar y de hablar y de comer y de dormir hasta romper la cama ha vuelto y me encanta (re)conocerme en esa mujer que se refleja en el cristal del bar "El Palentino", mientras mi amigo sale a recibirme y nos damos un abrazo de cariño inmenso y de alivio porque, por fin, vuelvo a ser yo. 
Por fin, me siento con los pies en la tierra y no tan frágil como para que una palabra, una mirada, un gesto o simplemente una sensación me tumbe de golpe o me haga salir volando por el aire sin ningún control. 
Por fin, me (re)conozco. 
Y sonrío.
Soy una chica con suerte.