Los recreos nos juntábamos "la pandilla", ciencias y letras ya recién tirado el muro que separaba chicos y chicas, aunque las escaleras seguían diferenciadas. Javier Antuña, Luis Fernando el de la Relojería Dimas, Eduardo Saracho, Alejandro Cuartas, Pepe "el mi chero" desde los seis años, Gil, "Cachito", Carlos, Isaías, Vaquero, Julio Pas, Felipe, Paco... Progres y peras porque ya empezában a etiquetar por la forma de vestir (Jerseys de lana y botas de Segarra "frente" a Fred Perry, Pulligan y Sebagos, trenkas y loden) más que por las ideas, efervescentes pero aún difusas, siempre con la música y los chistes además de los primeros "amores", no siempre reconocidos.
Fue perdiendo a su madre, después a su padre, y ganando en alumnado, la vida aprieta, cada vez más horas de encierro y pocas de ocio.
En mi boda allá por 1991 creo que disfrutó con el encuentro de tantos amigos, se puso una pajarita que siempre le quedó bien, pero tantos años en Oviedo me hicieron perder el contacto que quedaba reducido a alguna escapada nocturna los sábados. Cierto que tenía noticias, su afición a la Coca Cola desde los tiempos de nuestra vecina Felita, que compraba por botellones, a las chuches, al tabaco en proporciones nada saludables.
Volví a vivir a Mieres va hacer ahora 19 años, pero Javi salía poco, cada vez menos. Había tenido un ictus y me lo encontraba muy desmejorado, sería el mes de mayo pasado. No volví a verle aunque las noticias seguían llegándome por amigos y compañeros, nada halagüeñas para alguien todavía joven. Ayer recordábamos los tiempos felices del Bernaldo, y hoy la vida me daba otra bofetada con la noticia de su muerte en casa, solo, creo que un infarto rápido, sin sufrimiento físico pero con la inmensa tristeza de la soledad. Me sentí triste, vacío, mal amigo por dejar la cita siempre para otro día, insistirle, llamarle, charlar y rejuvenecer con los recuerdos. "Las sevillanas del adiós" son perfectas para esta despedida:
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va...Javier Muñoz Álvarez, nuestro querido Javi, que "El Lago de Como" (C. Galos) que era tu melodía preferida e interpretabas como nadie con aquellas manos de largos dedos, siempre por mí envidiadas, sea el descanso merecido porque seguirás vivo en nuestro recuerdo. Este sábado a la una del mediodía te despediremos cristianamente en "nuestra iglesia" de San Juan.