Lo más peligroso que le puede ocurrir a un político es hacer el ridículo y que la gente se ría de él, o lo que es peor, que se indignen por el despilfarro de su dinero. Y eso es lo que le ha ocurrido a Isabel Ambrosio esta semana al acudir a la feria del turismo de Londres, conocida como World Travel Market.
Y es que a nuestra alcaldesa eso de salir de viaje para asistir a ferias de turismo no se le da muy bien, algo que ya quedó patente en su asistencia a Fitur, enviando el coche oficial desde Córdoba para sus desplazamientos por la capital de España. Espero que esta vez no haya acudido a Londres con el coche oficial.
¿Y por qué ha hecho el ridículo Isabel Ambrosio?, pues para saberlo solo hay que leer la prensa cordobesa: El diario ABC ha titulado “Ambrosio se va a Londres… a hablar con tres alcaldes andaluces”; el Diario Córdoba decía “Ambrosio se reúne en la feria de turismo de Londres con los alcaldes del eje turístico andaluz”; La Voz de Córdoba resaltaba esta reunión además de la mantenida con representantes de Renfe; y El día de Córdoba aunque no mencionaba directamente estos encuentros en su noticia ha dejado en muy mala posición a la Alcaldesa al decir que “De esta forma, Ambrosio conoció las posibilidades que ofrece Londres de cara a próximas iniciativas de promoción internacional de Córdoba”. Por cierto, Cordópolis no ha hecho referencia a esta visita, o yo no lo he encontrado.
El caso es que Isabel Ambrosio ha hecho el ridículo, pues ha ido a Londres a reunirse con alcaldes andaluces y con representantes comerciales de Renfe para pedirles que la estación de tren pase a llamarse “Luis de Góngora”, que me parece a mí que eso es competencia de ADIF, pero bueno…
Esta es la alcaldesa que tenemos que sufrir en Córdoba, una alcaldesa que despilfarra el dinero de todos los cordobeses en viajes inútiles a Londres para reunirse con colegas andaluces y para aprender y enterarse de las posibilidades que ofrece Londres. Aunque eso de ir a aprender lo puedo llegar a entender, pues esta mujer no sabe de nada. Bueno, gastarse nuestro dinero en sus viajes lo hace estupendamente, aunque sea haciendo el ridículo.