Recordando en decdlt… españa ya no existe: se suicidó

Publicado el 12 julio 2015 por Catalega @Catalega
Los domingos en Desde el Caballo de las Tendillas son para recordar, y hoy os traemos el primer artículo publicado en estas páginas de José Quijada, @PepeWilliamMunn, amigo del blog. Espero que os guste. ¡Feliz día!

Aunque pisamos el mismo suelo y habitamos la misma superficie que ocupó España durante tantos siglos; el mismo terreno que vio nacer a tantos gloriosos hombres que con sus gestas, sabiduría, esfuerzo y valentía llevaron a la nación española a ser la primera potencia del mundo -donde el sol no se ponía-, España ya no existe; sólo es pasado, recuerdo, historia. Pero lo más grave y paradójico es que la demolición de España ha sido perpetrada por sus propios ciudadanos,  resquebrajando y carcomiendo, poco a poco pero sin pausa, los cimientos que sostenían la nación, la base que daba la fuerza y la razón de ser de España. Todo comenzó con la Constitución de 1978 y su monumental disparate de las “nacionalidades”, que ha sido la causa que ha derribado el “Katéjon” que impedía romper a España, el “obstáculo” que menciona San Pablo en su Segunda Carta a los Tesalonicenses (escrita hacia el año 57 d. C.) que, “al ser removido da lugar a la aparición del hombre sin ley, el impío que engañará a muchos y sembrará una gran confusión”. El filósofo Julián Marías ya lo denunció y definió a la perfección el 15 de enero de 1978: “Con la palabra “nacionalidad” se quiere designar algo así como una “subnación”; pero esto no lo ha significado nunca esa palabra en nuestra lengua. El artículo del anteproyecto no sólo viola la realidad, sino el uso lingüístico”. Como ha escrito hace poco Gabriel Albiac, “…habían consumado el error fatal”. Una vez abierto el melón de la unidad nacional, todo lo demás fue cuestión de tiempo para pudrir todo lo de dentro hasta su total descomposición y desaparición. Para no extenderme mucho, sólo unos pocos ejemplos, pero muy significativos, corroborarán tozudamente lo anteriormente expuesto: -El secesionismo catalán es un hecho, con la Ley de Consultas a la vuelta de la esquina y la “Cruzada” contra el español, donde padres llevan años peleando para que sus hijos reciban el 25% de las horas lectivas en castellano, como marca la ley, o donde llevar una bandera de España es todo un acto de heroicidad ante el peligro físico que conlleva. Por no hablar del aislamiento, persecución y vigilancia a todo el que no comulgue con las ideas nacionalistas, y la ridícula invención de una “historia” catalana a su medida, donde la mentira burda y el fanatismo se abrazan. -El separatismo asesino vasco, con los terroristas ocupando alcaldías, diputaciones y concejalías, instalados en el poder después de casi 1.000 asesinados y más de 200.000 paisanos exiliados por el terror y el hostigamiento más bárbaro. Por no hablar de que la Selección de España de fútbol nunca ha jugado en “democracia”  en el llamado País Vasco -síntoma baladí pero evidente de que ya no es España-, o el rechazo a dar el mensaje navideño del Rey por la televisión pública vasca (ETB). -La transferencia de la educación  a las llamadas Comunidades Autónomas, donde se obstaculiza y se niega el uso del castellano, y se explica y falsea una historia distinta en cada una de ellas, arrinconando la interpretación general de los hechos históricos de España como unidad. Por mencionar de pasada que la aplicación de la Lomce pasará desapercibida en cinco comunidades (Andalucía, País Vasco, Canarias, Asturias y Cataluña), hecho demostrativo del incumplimiento de la Ley, una vez más, sin ninguna consecuencia al respecto. -La transferencia de la sanidad a las “Autonosuyas” –que diría el gran Vizcaíno Casas-, que ha dado lugar a casos tan trágicos como la muerte de una niña de tres años al serle denegada una ambulancia por parte de la sanidad vasca, porque pertenecía a Treviño (Burgos), síntoma de la degeneración sin límite de un sistema corrompido y abyecto. -El posicionamiento de toda la izquierda a favor del islamismo y de todas sus reclamaciones, con el Parlamento de Andalucía (PSOE-IU) a la cabeza, dando luz verde a tomar todas las medidas políticas y legales contra el registro de bienes eclesiásticos, con la expropiación de la Mezquita-Catedral de Córdoba como símbolo de su odio a todo lo que fue España, sin una sola razón ni histórica ni artística para que no sea de la Iglesia. No es extraño que solo un 16% de los ciudadanos esté dispuesto a defender lo que fue España, y aún me parece mucho después de arrancarnos el sentimiento de pertenencia y arraigo como nación. ¿Acaso cualquiera de los hechos citados  sería permitido por cualquier nación democrática con un Estado de Derecho en pleno funcionamiento? ¿Socavarían y renegarían de su historia pasada naciones como Estados Unidos, Inglaterra o Francia? ¿Pondrían obstáculos a que su lengua oficial sea enseñada y aprendida? ¿Abrirían las puertas a los terroristas asesinos de su propia ciudadanía obsequiándoles con puestos oficiales? ¿Tan difícil es de entender o acaso no queremos aceptar la cruda realidad? Chesterton, uno de los grandes literatos del siglo XX, decía en su magistral “El hombre eterno” que la mejor perspectiva es alejarse y mirar a cierta distancia para descubrir la realidad: “Un lugar en el que había vivido siempre y que había pasado desapercibido a su mirada debido a su cercanía y a la enormidad de sus dimensiones”. Pues una mirada fría y alejada de toda esta embaucadora mentira que es esta democracia,  nos desvelaría la autenticidad de que España ya no existe: se suicidó.
José Quijada Rubira.