Recordando las lecturas de 2014

Publicado el 13 marzo 2015 por Benjamín Recacha García @brecacha

Algunas de mis lecturas durante 2014.

Mediados de marzo es quizás un poco tarde para ponerme a escribir sobre las lecturas de 2014, pero lo voy a hacer. A varios de los libros de los que hablaré a continuación ya les dediqué un merecido post en su momento, pero otros quedaron en el tintero, y algunos de ellos son lo suficientemente destacables como para dejarlos olvidados en el cajón de los textos pendientes.

El año pasado leí dieciocho libros (pensaba que habían sido más), además de un par que dejé sin acabar: La bestia del corazón, de Herta Müller, por ser incapaz de asimilar su estilo y estructura formal, y del otro no voy a decir nada porque es de una autora autopublicada con muchas lectoras satisfechas a las que no quiero enfadar.

La verdad es que tuve suerte eligiendo las lecturas porque en general me dejaron muy buen sabor de boca.

Releí por cuarta o quinta vez Mi familia y otros animales, la joya de Gerald Durrell que recoge las vivencias, a menudo hilarantes y siempre deliciosas, de un joven Gerry junto a su familia en la isla griega de Corfú. Es una de mis novelas favoritas, por el humor y el amor a la naturaleza con que está escrita.

Me adentré en la prosa inimitable de Julio Cortázar, intentando descifrar Rayuela, un ejercicio sublime de literatura que debo reconocer que por momentos se escapaba a mi capacidad de aprehensión. No es un libro que se lea en un par de sentadas, ni mucho menos. No, al menos, yo. De hecho, tengo que reconocer que después de leerlo a la manera tradicional, es decir, avanzando página a página, no he acabado la segunda lectura, la que va saltando entre capítulos. Pero lo haré.

Devoré la segunda parte de la trilogía del Baztán, Legado en los huesos, de Dolores Redondo, que me pareció aún mejor que la primera, y, desde luego, infinitamente mejor que la tercera, Ofrenda a la tormenta, el decepcionante cierre de la serie, que acabé hace un par de semanas.

Descubrí a un veterano escritor aragonés, Severino Pallaruelo, y sus Pirineos, tristes montes, que relatan la parte menos bucólica de una tierra maravillosa, donde, sin embargo, las condiciones de vida pueden llegar a ser muy duras, sobre todo cuando no existían las comodidades actuales.

Pero si algo ha caracterizado mi 2014 literario ha sido la apuesta por autores que, como yo, tratan de hacerse, con más o menos ímpetu y fortuna, un hueco en el mercado.

Es el caso de Ramón Betancor, con su sorprendente Caídos del suelo, primera parte de la trilogía El reino de los suelos. Precisamente, ahora estoy leyendo el segundo volumen, Colgados del suelo. El escritor y periodista de La Palma ha impactado con su primera novela, logrando asomar la cabeza gracias a su presencia constante e inteligente en las redes sociales y el apoyo de la editorial Baile del sol.

Otro escritor canario al que celebro haber leído es Javier Estévez. Días de paso es una novela preciosa. Una historia sencilla, escrita con una sensibilidad exquisita y mucho amor por el patrimonio natural de la isla redonda, Gran Canaria.

Más primeras novelas muy destacables. BCN Confidencial, de la periodista catalana Nuria Vázquez. Se trata de una crónica novelada de sus andanzas como reportera independiente de sucesos, escrita de forma ágil y muy divertida, aunque buena parte de los hechos que relata no son precisamente graciosos.

Elías y los ladrones de magia, de la granadina Cristina Monteoliva. Literatura juvenil para todos los públicos, como escribí en su momento. Un relato de aventuras, misterio y fantasía, muy refrescante. Recientemente leí su segunda obra, Corazones en barbecho, también muy recomendable.

La periodista, correctora y escritora sevillana Berta Carmona debutó con el libro de relatos Como tú y como yo. Impecablemente escrito y editado, recoge diversas historias con el nexo común de la fuerza de voluntad de las personas, que nos hace ser capaces de rehacernos ante las circunstancias más complicadas. Celebro que muy pronto vaya a publicar su segunda obra.

También leí ¡Maldita Esvaroska…!, de Francisco Hernández. Una primera novela muy ambiciosa, con multitud de personajes y tramas que se van entrelazando. Escrita con descaro, tiene pasajes realmente divertidos, aunque quizás habría ganado agilidad recortando algunas páginas. Lo que sí eché en falta es una edición más cuidada. En cualquier caso, tiene mucho mérito debutar con un proyecto tan complejo.

Otra novela de debut: Los viajes sonámbulos, de la argentina Silvia Zuleta. Un compendio muy interesante de personajes excelentemente caracterizados que se mueven entre España y Buenos Aires. Está escrita de forma muy ágil, aunque debo confesar que eché en falta una trama central algo más sólida que acabara de dar cuerpo al conjunto. Sin duda, una autora a seguir.

Julia Villares es una escritora más veterana. No le hables mal de mí al niño es una historia costumbrista, muy bien estructurada, con un argumento y unos personajes perfectamente definidos. Está muy bien escrita y editada, y me consta que ha logrado muy buenas críticas de un buen número de lectores. Yo, sin embargo, no logré empatizar con la protagonista. Me costó entender su forma de actuar y eso hizo que no lograra disfrutar de la historia, pero no tengo nada que objetar al buen trabajo de la autora.

El año pasado leí también Cadáveres exquisitos, del amigo bloguero Josep Garcia (Salvela), de quien ya había leído sus libros de relatos Cuentos brutos y Cuentos desde el asombro. Se trata de un cómic de superhéroes en formato novela, muy visual, trepidante, puro entretenimiento que se consume sin esfuerzo. Una pequeña crítica: la edición podría estar más cuidada para evitar erratas.

En 2014 descubrí a la viajera y escritora Carmen Grau. Afincada en Australia, tuve el inmenso honor de conocerla en persona a principio de este año, cuando, aprovechando sus vacaciones navideñas, acudió a la presentación de El viaje de Pau en Barcelona. Antes del feliz encuentro ya había leído Hacia tierra austral, la aventura de su viaje desde tierras catalanas a las antípodas, atravesando Europa y Asia en tren. Se trata de mucho más que una guía de viaje. Con una prosa ágil y directa, la autora logra que el lector se meta en su piel, la de la viajera que vive mil y una aventuras para alcanzar su objetivo, transmitiéndole la alegría, la inquietud, la angustia, el cansancio, la emoción que ella misma sintió visitando el campo de concentración de Dachau, compartiendo compartimento de tren con hombres y mujeres desconocidos, sufriendo la inclemencia de la burocracia, recorriendo extraños pueblos chinos… Me gustó tanto que muy pronto leeré su nueva novela, Nunca dejes de bailar.

Dejo para el final El jardín de Marta, de mi amigo Toni Cifuentes, escritor novel que tengo la sensación de haber leído toda la vida. Probablemente es el tipo más autoexigente que he conocido nunca, y no sé si eso puede llegar a ser un impedimento para que se dé cuenta del mucho talento que tiene. El jardín de Marta es un cuento precioso, sobre el que ya escribí maravillas, tan bien trabajado como los relatos fantásticos (en todos los sentidos) de Autotomía.

Fue el mismo Toni Cifuentes quien me “empujó” a leer Para ser novelista, el manual de escritura de John Gardner. La verdad, no soy muy aficionado a este tipo de libros, aunque debo reconocer que el del profesor Gardner contiene consejos muy sensatos y aprovechables. Otros, en mi opinión, no tanto.

Otro libro lleno de datos y consejos a tener muy en cuenta, especialmente por parte de los escritores independientes, es el estudio Autores independientes: La irrupción de la Revolución Indie, elaborado por Dosdoce.com en colaboración con Biografías Personales. Se trata de una radiografía de la realidad del sector editorial que apunta tendencias muy interesantes. La conclusión más relevante: los indies hemos venido para quedarnos y eso va a alterar inevitablemente (afortunadamente, diría yo) la forma de trabajar del sector.

Y esto es todo, amigos. Bueno, en realidad leí un libro más, El viaje de Pau, que no había tenido la oportunidad de afrontar como lector y que, aunque suene a vanidoso, disfruté mucho. En unos meses creo que podré decir lo mismo de Con la vida a cuestas, que está a punto de salir del horno.